APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA GENTE DEL PETRÓLEO, CAPÍTULO VII
EL VERDADERO NACIONALISMO PETROLERO
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CAPÍTULO VII :
EL VERDADERO NACIONALISMO
PETROLERO
Mucho del agrio debate entre los venezolanos sobre el petróleo, sobre quien
lo maneja, para quien se maneja y quien debe obtener sus beneficios, está íntimamente
entrelazado con las diferencias entre los conceptos de Nación y Estado y con
las ideologías políticas liberales o marxistas, las cuales poseen perspectivas
significativamente diferentes sobre estos dos conceptos fundamentales. De allí
que el término de nacionalismo petrolero,
el cual ha sido un eterno convidado al debate sobre el petróleo, sea comprendido de manera muy diferente por la
Gente del Petróleo y por la izquierda extrema venezolana, en particular los
analistas petroleros marxistas atrincherados en las universidades nacionales.
QUE ES NACIÓN Y QUE ES ESTADO
Por encima de las definiciones tradicionales aplicables a estos dos
conceptos, la realidad política venezolana a partir de la muerte del dictador
Juan Vicente Gómez ha consolidado un clima de opinión según el cual el Estado es
el ente predominante en la Nación venezolana, el ente que decide lo que debe
hacerse y como debe hacerse, el ente que recibe los ingresos financieros de la
Nación y los administra a su leal saber y entender, frecuentemente para
consolidar su poder frente a la Nación. Este sesgo perverso de los significados
reales de Estado y Nación ha representado históricamente un grave peligro para
la Nación venezolana, pero hay algo más grave: el Estado venezolano ha sido
progresivamente capturado en sus atribuciones y prerrogativas por el gobierno de turno. Todavía peor, el
gobierno de turno se ha hecho cada vez más presidencialista, sujeto a las
decisiones de una oligarquía del poder – como sucedió durante la etapa en la
cual COPEI y AD se turnaron en el gobierno - o, el colmo de las desviaciones, sujeto a las
decisiones arbitrarias de un presidente arbitrario e ignorante, como ha
sucedido durante la etapa Chávez/Maduro.
Nación
La Nación es un conjunto de personas que comparten un territorio, una
identidad cultural, un lenguaje y una historia. El concepto de Nación
trasciende el de territorio ya que en cualquier lugar del planeta donde haya
hogares venezolanos, allí también estará la Nación venezolana. Cada venezolano es parte de la Nación, donde
se encuentre, pues lleva en sí la Nación.
Estado
En su concepción clásica el Estado es una forma de organización de la
Nación en su territorio, un conjunto de organizaciones burocráticas y de normas
y procedimientos acordados por los miembros de la Nación, los cuales regulan
sus diferentes aspectos económicos, sociales y políticos. El Estado tiene poder
político, así como tiene el monopolio de la fuerza armada, cuya misión es la de
defender a la Nación, so pena de perder su legitimidad.
Diferencias
El Estado está formado por las
organizaciones administrativas que regulan la vida de la Nación, lo cual hace a
sus funcionarios los servidores de la Nación. El Estado es parte de la Nación y
deberá estar a su servicio, la Nación es más que el Estado. La Nación puede
existir sin el Estado, como fue el caso de la Nación judía por muchos años,
pero el Estado no puede existir sin la Nación. Mientras que el Estado posee una
identidad esencialmente política y económica, la Nación posee una amplia identidad social y cultural. Si bien el Estado
es brazo ejecutor la Nación es el alma,
la razón de ser.
Es en este contexto que debemos situar el debate que parece eterno sobre la
industria petrolera venezolana y sobre a
quién esta industria debe beneficiar.
EL FALSO Y EL VERDADERO NACIONALISMO PETROLERO
En base a las definiciones arriba establecidas podemos reflexionar sobre lo
que ha sido el nacionalismo petrolero venezolano. Por años el clima de opinión
imperante en Venezuela ha sido favorable a considerar el control operacional de
la industria petrolera venezolana como un monopolio exclusivo del Estado. No
solo ha sido esto una prédica del marxismo venezolano, desde Salvador De La
Plaza y Rodolfo Quintero hasta Francisco Mieres, Ramón Losada Aldana, Domingo
Maza Zavala, Gastón Parra y Carlos Mendoza Potellá, sino que en esa tónica se
han alineado muchos adecos y copeyanos empeñados en ser más “nacionalistas” que
el vecino.
En el capítulo anterior (La Breve Historia de PDVSA) hemos sugerido que tal
propensión ha sido el resultado de la idea errada de que Estado es idéntico a
Nación y que, por lo tanto, los
intereses del estado siempre coinciden con los intereses de la Nación. Nada más
lejos de la verdad.
UN EJEMPLO DE HASTA DONDE NOS HA LLEVADO ESTA CONFUSIÓN
Leyendo un trabajo de Carlos Luis Villalobos Bernal, de la Universidad del
Zulia, presentado en la Reunión de la
Asociación de Estudios Latinoamericanos, celebrada en Washington en Septiembre
de 2001 podemos leer lo siguiente: “La tecnocracia de la empresa estatal
Petróleos de Venezuela (Pdvsa) desarrolló la apertura petrolera como estrategia
de alianzas con el capital transnacional, a fin de adelantar la minimización de
la renta territorial”. La Apertura petrolera llevada a cabo por PDVSA,
empresa nacional, fue – según este docente universitario – un intento de robar
al Estado, en complicidad con las empresas petroleras multinacionales. Esta
feroz e insensata crítica de la apertura hecha por el docente universitario
forma parte de una línea de pensamiento según la cual el Estado debe predominar
sobre la Nación. Se endiosa al Estado y se menosprecia a la Nación. Añade
Villalobos Bernal que la apertura era “entendida por algunos [los marxistas, digo
yo] como un retroceso que desanda el camino iniciado con la nacionalización
petrolera”. Nacionalización que, ya hemos dicho, no fue tal, sino una
toma de control de la industria petrolera por parte del Estado, con exclusión
de otros miembros de la Nación. Al decir
esto, el autor considera lógico agregar que: “La tecnocracia dirigente de
Pdvsa ha creído siempre que las decisiones sobre el manejo petrolero deben
corresponderle a ellos”. Y agrega, “Así, por ejemplo, lo concibe Sosa Pietri al
enfrentar dos lógicas de pensamiento, la de quienes conciben al petróleo como
un negocio y a Pdvsa como una empresa mercantil, y quienes insisten [Mendoza
Potellá] en ver al petróleo como un asunto de Estado y a Pdvsa como una
dependencia del gobierno”. Nos preguntamos: ¿quién en su sano juicio
podría pensar que la industria petrolera no es un negocio sino solamente una
dependencia del gobierno? Pues el marxismo venezolano.
En este ejemplo está contenido la esencia del conflicto que ha tomado tanto
tiempo, contaminando lo que debiera haber sido una verdadera visión nacional de
la industria petrolera para convertirse en una pugna ideológica entre los
defensores del Estado y los defensores de la Nación. Para el autor arriba citado,
la pretensión de la tecnocracia
petrolera es la ver a la industria petrolera como “un negocio”. Por ello dice: “Un ejecutivo de Pdvsa [la
pre-chavista] creía que el objetivo de la apertura era realizar negocios”. Para
los analistas petroleros marxistas la apertura fue una manera de facilitar la
penetración del capital internacional en la industria petrolera, no un intento
de lograr mayores beneficios para la Nación. Según ellos la argumentación de
que el Estado carecía de los recursos necesarios para enfrentar las inversiones requeridas
para la expansión de la industria era falsa, traidora. Villalobos Bernal
critica el discurso tecnocrático que
pretendía considerar a las empresas extranjeras simultáneamente como
competidoras pero aliadas, algo que él denomina como “ilógico”, aunque ello sea
perfectamente explicable para quien considera la industria petrolera como internacional
y en necesidad de complementariedad, lo cual no excluye que cada empresa
atienda a sus mejores intereses. Con
este tipo de razonamiento el marxismo llega al extremo de criticar la orientación
internacional de la industria petrolera venezolana. Así dice Villalobos Bernal (no sabemos si
marxista o simplemente bajo la influencia de los analistas marxistas como Parra
y de Mendoza et al, a quienes él cita): “la adquisición de empresas en el exterior y
el mismo carácter de la empresa petrolera como una empresa con una diversidad
de actuaciones en mercados internacionales llevó a la gerencia de Pdvsa a
concebirse a sí misma como una corporación y, más tarde, a considerarse
global”. Para el marxismo constituía una desviación pretender darle a
la industria petrolera un carácter global pero para la Gente del Petróleo esto
era una verdad de Perogrullo.
Otro ejemplo mencionado por el Marxismo como una desviación fue el de la eliminación
del Valor Fiscal de Exportación, el cual se estaba aplicando a PDVSA. Este era
el valor al cual la empresa debía pagar impuesto sobre la renta, no importara
cuan fuera el valor real de venta del barril de petróleo, concepto aplicado a
las ex-concesionarias y el cual siguió aplicándose a PDVSA sin razón de ser
porque condenaba a PDVSA a transferirle al Estado el dinero necesario para sus
inversiones y mantenimiento. Al hacerlo, la hacía depender del sector político.
Cuando se logró esta eliminación el marxismo
gritó “faul”, ya que le restaba al estado poder político y financiero
sobre PDVSA. Los gritos de protesta de Mommer, Mieres, Mendoza, y Parra fueron
resumidos así por Villalobos Bernal citando a Mommer: “El resultado de estas disputas
sobre el excedente petrolero fue la eliminación de los valores de exportación
y, más adelante, en las distintas formas jurídicas en que se expresó la
asociación de Pdvsa con el capital extranjero, se lograrían rebajas en la tasa
de impuesto sobre la renta y en la regalía o, su casi desaparición como
instrumentos para captar renta”. Para el marxismo lo importante era la captación
del ingreso petrolero para el Estado, no para la Nación. Para la Gente del Petróleo
lo importante era al aporte a la Nación, el cual era - como debía ser - mayor
que el aporte al Estado como renta.
Que esto fuera causa de disputa nos parece extraordinario. En su momento
Alberto Quirós Corradi lo explicaba así: “El Estado es la representación
político-jurídica de la Nación. La Nación somos todos nosotros… Al establecer y aceptar como Nación a todos
los venezolanos... entenderíamos entonces que los yacimientos petroleros y las
riquezas naturales de Venezuela no son del Estado sino de la nación… por lo que
incorporar a los venezolanos a la propiedad de esa empresas (nacionalización),
es el comienzo de una nueva era para la construcción de una sociedad moderna y
participativa”. Por ello, Quirós fue
abanderado de la tesis de que parte de los ingresos petroleros debía ir
directamente a los venezolanos, tesis que ha encontrado eco en otros analistas
petroleros no marxistas.
ENTONCES, ¿CUAL ES EL VERDADERO NACIONALISMO PETROLERO, EL QUE DEFIENDE AL
ESTADO O EL QUE DEFIENDE A LA NACIÓN?
Un crítico de la PDVSA meritocrática, Bernard Mommer, quien eventualmente
se convertiría en cómplice de la PDVSA corrupta de Rafael Ramírez Carreño, escribía con candor, ver http://anhvenezuela.org.ve/sites/default/files/libros/la-nacion-petrolera-venezuela-1914-2014.pdf , página 47: “PDVSA se organizó como sociedad mercantil
aunque el Estado fuera su único accionista. El verdadero accionista era el Presidente de
la República quien nombraba asimismo, desde luego, al Ministro, representante
tradicional del Estado terrateniente. En consecuencia, al Ministerio de Energía
y Minas se le tapió su “ventana” a la industria; en cambio, a la industria
nacionalizada se le abrió una “ventana” al Palacio de Miraflores”. Lo
que admite aquí Mommer refuerza nuestro argumento: el Estado y el presidente de
la república llegaron a ser la misma cosa, cuando se trataba de manejar la
industria petrolera.
En el discurso de la nacionalización petrolera el Presidente Carlos Andrés
Pérez dijo: “El pueblo venezolano ha demostrado la falacia de aquellas afirmaciones
de los sociólogos y predicadores del pesimismo. Los venezolanos hemos acometido
a lo largo de la historia, grandes empresas; y en los últimos años,
precisamente desde que la democracia gobierna al país, la juventud venezolana
se ha adentrado masiva y resueltamente en los campos de la ciencia y la
tecnología como para que hoy podamos afirmar que en las empresas petroleras,
técnicos venezolanos y ejecutivos venezolanos, son garantía plena para asegurar
eficiencia y continuidad en el manejo de la empresa nacionalizada…”. Aquí
está reflejado el anhelo de los políticos venezolanos democráticos por superar
lo que ellos califican como un complejo, producto de la prédica de “falacias
sociológicas y predicadores del pesimismo”. Así lo precisa Pérez cuando dice: ““Sin
complejos, con valiente audacia, vamos a emprender la tarea definitiva”.
LOS NACIONALISMOS PETROLEROS, SEGÚN
TOMÁS STRAKA
El extraordinario historiador Tomas Straka nos dice en su ensayo sobre el
nacionalismo petrolero, ver: http://anhvenezuela.org.ve/sites/default/files/libros/la-nacion-petrolera-venezuela-1914-2014.pdf , página 110: “Partiremos de la tesis de que en vez de un
solo nacionalismo petrolero, en Venezuela es necesario hablar de varios”. Esta
es una premisa correcta. Straka explica la razón para la multiplicidad de
nacionalismos petroleros: “hubo distintos intereses de clase y
criterios filosóficos o ideológicos para interpretar [la industria
petrolera] y proponer qué hacer con
ella. No es lo mismo un agricultor cuyo universo mental es el del liberalismo
que se entera de lo que apenas es una conmoción en la Costa Oriental del Lago,
a un socialista que ya vive en un país en el que el 80% o más de las
exportaciones es petróleo o a un empleado de la Shell o la Creole Petroleum
Corporation. Los tres querían volver a Venezuela un Estado-Nación moderno, pero
cada uno de una manera distinta”. Estamos de acuerdo con Straka en las
diferencias inevitables de perspectivas de estos tres tipos de venezolanos
sobre el que hacer con la industria, pero dudo mucho que el agricultor o,
inclusive, el socialista (en Venezuela el socialista era, realmente, un
comunista a lo soviético) pensaran en convertir a Venezuela en un moderno
Estado-Nación. Según Straka la conciencia petrolera se despertó y mucha de la
población vio la aparición de una cultura del petróleo como una amenaza para lo
venezolano. Sin embargo, añade Straka: “Frente a esta visión se formó otra que en
vez de temer a los cambios, los veía como la oportunidad para revolucionar al
país, modernizarlo y culminar, de esa manera, con la construcción del
Estado-Nación. Asociada a lo que en la década de 1930 se llamó la izquierda, es
anti-imperialista, por lo que también hace una evaluación extremadamente
crítica de la industria y los modelos de vida que impuso, pero no para defender
un tipo de venezolanidad primigenio o siquiera una actualización de la
Venezuela agraria, sino para proponer una transformación total de la sociedad.
Su objetivo era el de crear un capitalismo nacional y fomentar una inserción en
Occidente en términos de igualdad con quienes habían venido siendo nuestros
dominadores imperialistas”.
En este punto diferimos con Straka. Esa izquierda anti-imperialista no buscaba, en nuestra
opinión, la creación de un capitalismo nacional ni fomentar una inserción de una
Venezuela moderna en Occidente. Esa izquierda, nutrida de del
Marxismo-Leninismo de las décadas de 1920 y 1930, fue la que comenzó a promover
el concepto de Estado sobre el de Nación
y siempre mostró recelo del capital nacional. No solo el marxismo consideraba
al Estado como el ente predominante sino que aún pensadores no marxistas, como Asdrúbal
Baptista, también lo daban por sentado. Baptista dice, ver http://anhvenezuela.org.ve/sites/default/files/libros/la-nacion-petrolera-venezuela-1914-2014.pdf
, pág. 93: “Ahora bien, en el caso de que sea el Estado el propietario [del
petróleo], tal y como aquí se da por sentado, cabe esperar que él tenga
fines que políticamente se vinculen con su propiedad, y más, que se
establezcan, para darle fuerza, en textos legales. ….mientras que la visión del
petróleo como capital natural ata éste a los gastos de inversión, en esta otra
visión los gastos llamados de consumo no tienen por qué entenderse como menos
legítimos, pertinentes o necesarios”. Es decir, el Estado tiene, según
Baptista, una amplia discrecionalidad para decidir cómo utiliza la renta
petrolera. Baptista agrega, más adelante en su ensayo: “la supremacía del poder
económico estatal impidió o inhibió la emergencia de un pensamiento doctrinario
acorde con los principios aceptados para el Estado liberal, que echará raíces y
fructificará en grupos u organizaciones destinadas a participar activamente en
la contienda política…el pensamiento liberal en el siglo XX venezolano no pasó
de ser algo casi exótico en el medio. De otra parte, la vida los partidos
políticos, cuyo éxito mal podía estar disociado del carácter del Estado:
intrínsecamente no liberal, de juzgarlo por estrictos cánones de juicio,
transcurre con sus diferencias de principios, obviamente, pero reconociendo de
entrada el papel preponderante del Estado en la vida social en su conjunto”.
En base a estas tendencias estatistas predominantes no fue difícil para el
sector político hablar del nacionalismo como idéntico al control político de la
industria petrolera por parte del Estado. Así lo dice en 1936 Rómulo
Betancourt, doliéndose del control del petróleo por los ingleses y
norteamericanos: “quien controla la economía de un pueblo lo domina políticamente, como
manda en la casa quien tenga la llave de la alacena… las izquierdas somos nacionalistas, en el sentido
en que somos antimperialistas y revolucionarias. Queremos a una Venezuela para
los venezolanos”.
Los cuatro nacionalismos petroleros que son solo tres
Leyendo el extraordinario trabajo de Straka, ya citado, (absolviéndolo de
antemano de cualquier error de interpretación que pueda darle a sus palabras)
creo advertir la presencia en Venezuela de, al menos, cuatro nacionalismos
petroleros, uno de los cuales ha recibido ese nombre de manera incorrecta. Son
los siguientes:
· Un Nacionalismo pro-petrolero que surgió con la aparición
del petróleo, entre las élites gomecistas, articulado en los trabajos de Pedro Manuel
Arcaya, para el cual el petróleo llegaba a Venezuela a solucionar todos sus problemas
(de manera especial, los de ellos mismos), por lo que todo lo que las empresas
petroleras llegadas a Venezuela hicieran estaba bien hecho;
· Un Nacionalismo de tipo agrario, anti-petrolero,
representado por los terratenientes que veían en el petróleo una amenaza a sus
intereses y el cual consideraba al petróleo como un agente disruptivo de la
formas tradicionales de vida venezolana, uno de cuyos adalides fue Alberto Adriani,
quien consideraba al petróleo como fenómeno temporal y sin importancia
económica frente a la vocación agraria del país. Este nacionalismo tuvo que
rendirse frente al evidente impacto del petróleo en la vida nacional y se transformó
en nostalgia del campo, avivada en la TV y en la discografía por Mario Suárez,
Juan Vicente Torrealba, Estelita del Llano y Simón Díaz en las décadas de 1950
a 1970 ;
· Un Nacionalismo que promueve el control de la industria
petrolera por parte del Estado, el cual se nutrió de un nacionalismo positivo
originario, representado por la Acción Democrática de Betancourt y CAP, y de un
marxismo agresivo, anti-imperialista (del de Occidente) y profundamente
estatista más que nacional. Algunos de los representantes de este nacionalismo positivo
fueron progresivamente capturados en el plano intelectual por la extrema
izquierda, por lo cual el sentimiento resultante debe llamarse, más correctamente, Estatismo
Petrolero. Es el tipo se sentimiento que ha prevalecido en el mundo político
venezolano, con algunos matices, desde la “Nacionalización” petrolera,
acrecentado en el siglo XXI por la llegada del chavismo-madurismo y el actual
desastre de la PDVSA roja.
· Un Nacionalismo Petrolero sano y verdadero, compartido
por la inmensa mayoría de la Gente Del Petróleo y por grandes sectores de la
vida nacional venezolana, según el cual el petróleo es un negocio de naturaleza
internacional, el cual debe manejarse sin complejos, sin dogmas patrioteros,
atendiendo a los intereses de la Nación, la cual “somos todos” y no a los intereses políticos mezquinos de corto o mediano plazo de las élites en el
poder.
Lo sucedido en el siglo XXI venezolano, durante el cual
ha dominado un exacerbado estatismo
petrolero, ha sido tan trágico, tan horroroso para el país que se ha llevado en
los cuernos de la bestia mucho del falso concepto de “Nacionalismo”, realmente
Estatismo, que hemos definido arriba. Hoy día la Nación venezolana se muestra
hastiada de ese estatismo rapaz, corrupto y autoritario, el cual ha provocado el
mayor colapso económico y social de su historia.
Esa tragedia no hubiera sido posible de haber existido un
modelo petrolero no estatista, sujeto a normas y procedimientos no contaminados
por un Estado puesto al servicio de una pandilla de ladrones y
narcotraficantes. A esta tragedia contribuyó decisivamente el Estatismo Petrolero
promovido a mediados del siglo XX por el marxismo y sus complacientes acólitos dispuestos a someterse a la tutela ideológica
del castrismo cubano.
No ha sido coincidencia que los defensores del estatismo
Petrolero del siglo XX se hayan transformado en los artífices del desastre
petrolero del siglo XXI: Gastón Parra Luzardo fue presidente de PDVSA y títere
de Hugo Chávez; Ali Rodríguez Araque fue presidente de PDVSA y le entregó a
Hugo Chávez los activos de la empresa para sus manejos políticos; Francisco Mieres
fue embajador en Moscú de Hugo Chávez; Carlos Mendoza Potellá fue embajador de Hugo
Chávez y ha sido hasta hoy asesor del Banco Central de Venezuela, organismo
convertido en una marioneta carente de autonomía. Estos hombres pasaron de ser
teóricos marxistas del petróleo a ser protagonistas de la debacle. Como
académicos, algunos de ellos han creado una escuela de nuevos “expertos” chavistas
y maduristas del petróleo que, realmente, dan ganas de llorar. De ellos podremos
ocuparnos en capítulos posteriores porque realmente pertenecen al mundo de la
picaresca venezolana.
En base a lo arriba expuesto pregunto: ¿Quiénes han sido
los verdaderos nacionalistas petroleros venezolanos?