Cuando me casé, hace un poco más de 60 años, mi suegro me regaló la
colección de Clásicos Jackson, de la cual conservo – después de unas 15
mudanzas nacionales e internacionales – algunos volúmenes, entre ellos el
número 34, dedicado a los poetas líricos ingleses. Me aferro a este volumen porque contiene
joyas y tesoros que no podrían comprarse con todo el dinero del mundo. He
pasado estos años leyendo y releyéndolo, lo cual me ha servido para mantenerme
enamorado de la vida. La poesía lírica inglesa ha sido una de las grandes
murallas que protegen mi felicidad.
El Estudio Preliminar de este volumen fue escrito por la poetisa argentina
Silvia Ocampo. Nunca había oído hablar de ella antes de leer este ensayo. Aún
hoy en día Silvina Ocampo es esencialmente conocida por haber sido la esposa y
colaboradora de Adolfo Bioy Casares, o
por haber sido amiga de Jorge Luis Borges, o por haber sido la hermana de
Victoria Ocampo.
¡Pero Silvina Ocampo escribía maravillas!
Esto es lo que escribió acerca del poeta Inglés Andrew Marvell (1627-1675):
“Deploraremos siempre que Andrew Marvell,
el amigo de Milton, a quien debemos los poemas más exquisitos de esa época, no
haya dejado una obra más extensa. Sus poemas son como flores de cuyo perfume
jamás podremos saciarnos. Siempre sentiremos que los poemas que Andrew Marvell
no escribió están en alguna parte. Esos manuscritos invisibles, no del todo
perdidos, vuelan por los jardines de la primavera, buscan los labios que podrían
pronunciarlos o el oído que podría escucharlos. Son como pequeños fantasmas nacidos
de la imaginación”.
Pienso que este párrafo es tan bello como la más bella de las poesías de
Marvell, aquella – por ejemplo - en la
cual el enamorado insta a su púdica amada a “envolver nuestra dulzura en un
cerrado círculo”:
“Si universo y si tiempo nos sobrara
No sería crimen tu pudor, señora…
Pasaría cien años de mi vida
Celebrando tus ojos y tu frente…
Pero detrás de mí oigo, sin descanso,
Llegar, del tiempo, la carroza alada
Nos circundan, se extienden persistentes
Los desiertos de vasta eternidad…
Y ya que no podemos detener
El sol, forcémoslo a correr, señora”.
La noble prosa de Silvina Ocampo tuvo una formidable fuente de inspiración
en los maravillosos poetas de habla inglesa cuya obra aparece en el volumen. Tengo
ya seis décadas viajando por ese maravilloso mundo, llevado de la mano por esta
gran escritora. Aquí les ofrezco algunos fragmentos de lo contenido en el volumen:
Geoffrey Chaucer (1340-1400)
“! Breve es la vida!
¡El arte que lento es de aprender!
! Qué duro es el ensayo!
¡Qué aguda la conquista!
El original inglés es más musical:
“The life so short,
The craft so long to learn
The essay so hard
So sharp the conquering”.
Edmund Spencer
(1552-1599):
(Mi traducción, muy
imperfecta)
Mi amor es para el
hielo lo que yo soy al fuego
¿Porque,
entonces, su frialdad es tan grande
Que no la derrite el
ardiente deseo? ...
No hay mayor milagro
a ser contado
Que un fuego
abrasador que enfría el hielo
William Blake
(1757-1827)
El Tigre
Tigre, tigre, que
ardes brillantemente
en las selvas de la noche
¿Qué mano, que ojo
inmortal pudo forjar
Tu temible simetría?
El Corderito
Corderito, ¿quién te
hizo?
¿Sabes quién te hizo
Te dio vida y
alimento,
Al lado del
riachuelo y en el prado? …
Corderito, te diré
Él tiene tú mismo
nombre
Es humilde y
apacible……
Corderito Dios te
bendiga
Corderito Dios te
bendiga
Augurios de inocencia
Ver al mundo en un grano de arena
Y el cielo en una flor silvestre
Guardar el universo en la palma de tu mano
Y la
eternidad en una hora
William Shakespeare
(1564-1616):
Del Soneto 76
Oh Amor Mío, yo solo
se escribir acerca de ti…
Por eso
Lo único que puedo
hacer es vestir nuevamente
Las viejas palabras…
Así como el sol es
joven y es viejo,
Así mi amor seguirá
diciendo
Lo que ya ha sido
dicho.
John Donne
(1573-1631):
Canción
Ve y atrapa una
estrella volante
Engendra un hijo en
una raíz de mandrágora
Dime dónde están los
años que pasaron
O quien hendió la
pata del diablo
Robert Herrick
(1591-1674)
Sueños
De día estamos todos
juntos
De noche cada uno de
nosotros
Es arrojado por los
sueños a mundos diferentes
George Herbert
(1593-1633)
Y ahora, a mi edad,
yo reverdezco
Una vez más huelo el
rocío y la lluvia
Después de tantas
muertes vivo y escribo
Esos son tus
prodigios, señor del amor
Dejarnos ver que no
somos sino flores que huyen…
Robert Burns
(1759-1796)
John Anderson
Juntos ascendimos la
colina, mi Jo, John/
Juntos ascendimos la
colina
Y más de un día
feliz hemos vivido juntos
Ahora debemos bajar
lentamente, John
E iremos tomados de
la mano
Y dormiremos juntos
en el valle, John Anderson, mi Jo
William Wordsworth
(1770-1850)
El niño es padre del
hombre
Y yo desearía que
una piedad natural
Uniera entre sí
todos los días de mi vida
Samuel Taylor Coleridge
(1772-1834)
Las gotas de rocío
son las gemas de la mañana
Pero también son las
lágrimas del atardecer
John Keats
(1795-1821)
Al Otoño
¿Dónde están los
cantos de la primavera?
Si, ¿dónde fueron?.....
No pienses más en ellos,
tú también tienes tu música
La Bella Dama Inmisericorde:
Ella me descubrió
raíces de sabores dulces
Y miel silvestre y
roció de maná, y sin duda,
En su lengua extraña
me decía “Te amo”…
Y he aquí que me
desperté y me encontré
En la fría ladera de
la montaña…
Las juncias del lago
están marchitas
Y pájaro alguno
canta…
Endimión
Una cosa bella es un
goce eterno…
Un sueño lleno de
dulces sueños…
Robert Browning (
1812-1889)
Rabbi Ben Ezra
Envejeced conmigo.
Aún falta lo mejor
El final de la
vida,el motivo de principio
Nuestras horas están
en su mano
Elizabeth Barret
Browning (1806-1861)
Soneto 43
¿Cómo te amo? Déjame
contar los modos…
Te amo al nivel del
más tranquilo deseo cotidiano…
Te amo libremente,
como luchan los hombres por la razón..
Te amo con la pasión
que invadió mis antiguas aflicciones
Y con la fe de mi
infancia…
Y si Dios quiere te amaré aún más después de
la muerte.
Edgar Allan Poe
(1809-1849)
El Cuervo
Traducción de José Antonio Pérez Bonalde que enaltece al original
Una fosca medianoche,
cuando en tristes reflexiones
Sobre más de un raro
infolio de olvidados rincones
Inclinaba soñoliento
la cabeza, de repente
A mi puerta oí llamar…
Anabel Lee
Hace ya muchos años
en un reino junto al mar
Una doncella vivía
cuyo nombre era Anabel Lee
Y esta doncella
vivía sin pensar en otra cosa
Que en quererme y
ser querida por mí
Edward Fitzgerald
(1809-1883)
El gran traductor de RUBAIYAT, de Omar Khay Gám
A su vez, traducido al español por ¿quién otro que el inmenso
Jorge Luis Borges?
Despierta. Las
estrellas derrotadas
Huyen ante la vasta
claridad
Con flechas de oro
el cazador de Oriente
Acribilla la Torre
de Sultán…
Walt Whitman (1819-1892)
Como si fuera un daño el conceder a los demás
Los mismos derechos y ventajas que tengo,
Como si no fuera indispensable para mis propios derechos
Que los demás también los tengan
La paz, la sumisión,
la obesidad, al que le plazca
Yo soy el que
obliga, con su vituperio
A los hombres, a las
mujeres, a los pueblos
El que les grita: En
pie, levantaos y luchad por vuestra vida!
La gran idea es la
misión de los poetas
Cantos de bronco
desafío siempre a punto
Dante Gabriel
Rosetti (1828-1882)
Sudden Light
Estuve antes aquí
Más cuando y como no
podría decirlo
Reconozco la hierba
más allá de la puerta
El dulce, el
penetrante olor
El suspirar del
aire, las luces de la costa…
Oscar Wilde
(1854-1900)
Balada de la Cárcel de Reading
El gallo gris cantó,
el gallo rojo cantó
Pero el alba no
venía,
Y formas despavoridas
y tortuosas
Se agazapaban en los
rincones
Nunca gana el que
juega con el pecado
En la secreta casa
de la ignominia….
Todos los hombres
matan siempre lo que aman
Unos con una mirada
de odio, con una palabra acariciadora otros
El cobarde con un
beso
El hombre valiente
con una espada