Se cierra el cerco en torno a Maduro, Cabello y sus 500 pandilleros

La ola de rechazo al régimen venezolano crece  día a día. Desde múltiples fuentes surgen las cartas, los planteamientos y los manifiestos. Parece que el país finalmente se ha decidido a terminar con esta trágica pesadilla de tantos años. Y desde el exterior se oyen voces de protesta que incluyen a muchos de quienes solían apoyar al régimen. El mundo parece haberse hastiado de los desmanes y abusos de la pandilla de los 500 que ha destruido al país.

¿Quienes elevan su voz de protesta e indignación?

En Venezuela, la Conferencia Episcopal, las universidades nacionales, las organizaciones no gubernamentales, en especial las que se ocupan de la defensa de los derechos humanos, los sindicatos, los miembros de las Fuerzas Armadas en una encuesta lapidaria para el régimen, los ciudadanos en encuestas que muestran hasta un 90% de rechazo al régimen, las páginas de www.aporrea.org, ahora llenas de críticas al régimen y su corrupción e ineficiencia, columnistas en todos los sitios de internet y en los diarios aún independientes. El país se pone de pie.

En el exterior, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien acaba de enviarle una carta a Tibisay Lucena, la vendida presidente del CNE, que constituye un emplazamiento sin precedentes de severidad  por parte de ese organismo en contra de la pandilla; los presidentes de Brasil y Colombia, quienes se niegan a convalidar la observación electoral sesgada hacia el régimen; los ex-presidentes de los países de la región, quienes han acusado directamente al régimen de ser una dictadura, congresos  de países de la región que demandan la libertad de los presos políticos, la ONU, el Parlamento Europeo, personalidades como Desmond Tutu y Noah Chomsky, los editoriales de los grandes diarios del mundo como el New York Times y el Washington Post, el Congreso estadounidense y su secretario de estado, John Kerry. Ex-presidentes como Lula y José Mujica, entusiastas aliados del régimen, hoy guardan silencio y hasta emiten críticas. El planeta reacciona en contra de la miserable pandilla de Maduro y Cabello.

Las críticas no son solo  generales  sino que se han ido concretando en acusaciones. A Cabello se le acusa de narcotraficante, añadiéndolo al grupo de narco generales ya identificados por el departamento del tesoro de los Estados Unidos. A Rafael Ramírez se le acusa públicamente de lavado de dinero, junto a otros ex-funcionarios y amigos; a Maduro se le continua acusando de haber adulterado la firma de un Chávez agonizante o en coma a fin de lograr las más altas posiciones para él y su grupo; a PDVSA se le siguen descubriendo actos de corrupción e ineficiencia. Las agencias financieras internacionales hablan a diario de las estrecheces del régimen en materia económica y de la creciente posibilidad de un “default”, en un escenario aterrador de creciente inflación y endeudamiento. El fiscal Nieves y la experta  lingüista que atestiguaron en contra de Leopoldo López ya han dicho que sus cargos eran infundados y que Cabello y Maduro eran los culpables del juicio amañado en contra de Leopoldo López. La cadena de cargos en contra del narco régimen se alarga día a día.

Es en este ambiente de creciente rechazo en contra del régimen de Maduro y cabello, Cabello y Maduro, que se llevarán a cabo las elecciones legislativas del 6 de diciembre. Todas las encuestas, incluyendo aquellas al servicio del régimen como es el caso de Hinterlaces, dan a la oposición clara ventaja. Otras encuestadoras fantasmas como las que manejaban Jesse Chacón o Ricardo Valbuena han desaparecido.

Estas elecciones se realizarán bajo un escrutinio del mundo exterior que no había existido nunca antes durante la vida del régimen. El dinero petrolero había logrado que el sistema electoral venezolano fuera definido como “el mejor del mundo”, apoyado por el silencio cómplice de los países de la región y por las alabanzas de organizaciones como el Centro Carter. Hoy nadie duda de que el régimen controla un proceso electoral  ventajista, abusador, ilegal y lleno de tretas indignas en su afán de prevalecer. La región y los venezolanos parecen estar decididos a que, a pesar de la pocilga que es el CEN, la voluntad del país se hará respetar. Maduro y Cabello han ido al extremo de decir que ganarán “como sea”, que si pierden no entregarán “la revolución” y que continuarán mandando apoyados por una unión “cívico-militar que hiede a golpe. Esta posición de los líderes de la pandilla es mucho peor a la de Fujimori en Perú, por la cual fue expulsado del poder. La torpeza de los pandilleros los ha llevado a un aislamiento casi total, apenas apoyado tibiamente por una Cuba que tiene sus propios problemas, una China que está preocupada por el dinero que le ha prestado a la pandilla, el cual está en pico de zamuro y Rusia, que le vende quincalla bélica a la pandilla. Ni siquiera PetroCaribe lo apoya, ya que sus países miembros prefieren apoyar a Guyana en su disputa con Venezuela. Ni siquiera MERCOSUR o ALBA, cuyos países han comenzado a ver a la pandilla como un pesado fardo al cual no desean seguir cargando.   

El objetivo final del mundo democrático debe ser la expulsión de la pandilla del poder. No estamos hablando de Maduro solo o de Cabello solo o ni siquiera de Maduro y Cabello solos. Estamos hablando de la pandilla, esos 500 ladrones y narcotraficantes que han destruido al país y cuya lista existe, cada nombre acompañado de sus abusos y crímenes, gracias a los investigadores quienes han tomado este asunto como algo personal.

Por ello es preciso resistir todo intento de negociar una salida que les permita a la pandilla irse a vivir tranquilamente con su dinero mal habido a los países desarrollados, a seguir dando propinas de 10.000 euros, viajando en sus jets, viviendo en sus palacetes o en sus apartamentos de Trump Tower. Es necesario insistir en esto porque hay filósofos y líderes políticos, algunos de buena fe, otros por tener agendas propias, predicando una solución de esta naturaleza y acusando a quienes hablamos de severidad y justicia de ser radicales que deben ser aislados.