El lanzador venezolano Aníbal
Sánchez debutó en las Grandes Ligas el 25 de Junio de 2006, con Miami. Ese año
fue uno de los novatos más destacados de la Liga Nacional, con 10 juegos
ganados y 3 perdidos. El 6 de Septiembre de ese año lanzó un juego sin hits
contra Arizona. En 2007 solo comenzó seis juegos, ganando dos y perdiendo uno.
Se lesionó y debió ser operado del hombro derecho, perdiendo el resto de la
temporada. En 2008 solo ganó dos juegos y perdió cinco, debido a sus lesiones,
lo mismo que 2009, cuando solo ganó cuatro juegos y perdió ocho.
En 2010, libre de lesiones, ganó
13 juegos con Miami, con 157 ponches. En 2011 lanzó dos juegos en los cuales
solo permitió un hit, ganando 9 juegos y perdiendo nueve. En 2012 fue adquirido
por los Tigres de Detroit, ganando nueve juegos. En 2013 ganó catorce juegos y ponchó a 202 bateadores. En 2014 ganó
ocho juegos y llegó a su ponche número mil. Pero sus lesiones aparecieron de
nuevo.
A pesar de ganar 10 juegos para
los Tigres en 2015 y de lanzar otro juego sin hits hasta el séptimo inning
contra Kansas City, sus lesiones se acentuaron y en 2016 fue relegado al papel
de lanzador relevo. En 2017 fue enviado a las ligas menores, a Toledo, equipo
triple A.
El año pasado lanzó para los
Bravos de Atlanta y comenzó su regreso a la buena forma, ganando siete juegos y perdiendo seis pero su
promedio de carreras permitidas fue de 2.83, uno de los mejores de la liga. Aníbal
Sánchez había comenzado a regresar. En Atlanta se encontró con el receptor Kurt
Suzuki, quien le sirvió de analista de sus lanzamientos y colaboró con él para
crear un grupo de no menos de cinco diferentes lanzamientos, diseñados para
mantener a los bateadores fuera de balance. Más que tratar de usar velocidad y
poder, Aníbal, ayudado por Suzuki, se concentró en armar una nueva manera de
lanzar, basada en cambios de velocidad, de curvas que llaman “four seamers” (de
cuatro costuras) y de rectas inesperadas, todo un coctel de lanzamientos.
Hablamos del arte de lanzar.
En la temporada de 2019 Aníbal Sánchez
recibió una nueva oportunidad de regresar al estrellato. Fue cambiado por los
Bravos de Atlanta a los Nationals de Washington, a fin de integrar la rotación
de ese equipo, integrada por Scherzer, Strassburg y Corbyn. Con esos tres
lanzadores estelares Aníbal apenas era considerado el cuarto abridor y el menos
relevante. Y su inicio de temporada fue desastroso. Aunque no lanzó mal perdió
sus seis primeros juegos y fue enviado a la lista de incapacitados. En ese
momento yo pensé que su carrera había terminado. Parecía que el veterano de 13
años en las grandes ligas estaba listo para el retiro.
Pero, al regresar a la acción,
Aníbal comenzó a ganar y terminó la temporada regular con un record de 11
ganados y 8 perdidos, lo cual significa que ganó 11 veces y perdió solamente 2 veces después de su regreso. Y en la post
temporada que está en curso, Aníbal ha lanzado dos maravillosos juegos, uno
contra los poderosos Dodgers de Los Ángeles y otro, casi un no hit no run
contra los Cardenales de San Luis., lo que lo hubiera colocado en la gran
historia del béisbol de las grandes ligas. Sin lograrlo, Aníbal se ha empinado
de nuevo, se ha colocado entre los grandes.
Esta carrera de Aníbal, de dramáticos
altibajos, está complementada con una vida personal en la cual ha habido
tragedias pero la cual demuestra su fortaleza de espíritu. Su primer hijo,
Alan, murió de dengue de pocos meses de
nacido y esa tragedia generó el divorcio de la pareja. Se ha casado de nuevo y
tiene un hijo y una hija, quien nació con labio leporino. Aníbal y su esposa
son grandes trabajadores comunitarios y han dado mucho tiempo y muchos recursos financieros a los programas para
ayudar a la niñez, incluyendo el problema que sufrió su hija.
En el terreno de juego Aníbal ha
sido un compañero de gran valor para el resto del equipo, siempre dispuesto a
ayudar y siempre de buen ánimo. Su conducta en el terreno es impecable, de gran
serenidad, aun cuando la situación sea desfavorable. Cuando su compatriota José
Martínez (Cafecito) entró de emergente en el juego contra los Cardenales y le
rompió el no hit no run, Aníbal lo saludó, haciendo un gran gesto, eso que solo
los grandes de espíritu saben hacer.
Yo me siento orgulloso de esa
conducta de mis compatriotas en el terreno de juego. Carrasquelito, Aparicio, Omar
Vizquel, Andrés Galarraga, entre muchos otros, fueron grandes caballeros en el terreno de juego.
A pesar de sus problemas personales, Miguel Cabrera es un caballero en el
terreno. Nunca olvidaré el impecable comportamiento del lanzador Armando Galarraga,
al perder lo que fue un histórico juego perfecto, por culpa del error del
árbitro de primera base. Al día siguiente Galarraga apareció en el terreno de
juego, se le acercó al árbitro y le estrechó la mano, quien lloró de emoción.
Los numeritos no siempre dicen
toda la verdad acerca de un jugador de béisbol, de la misma manera que la vida
pública de cualquiera de nosotros solo cuenta la mitad de la historia. En mi libro Aníbal Sánchez merece todo mi respeto
y admiración. Ha navegado un mar tormentoso, con inminentes peligros de
naufragio y hoy está allí, en la cubierta del navío, con motores a toda
máquina. Creo que su confianza ha
regresado en buena hora y le auguro un feliz y exitoso término de su carrera y el
tiempo suficiente para contarles sus proezas a sus nietos, bajo un árbol de
navidad.
Porque la vida es eso: grandes y
duros momentos, lucha, coraje y alegría. Humildad y perseverancia. Hasta el
último momento.
Adelante, Aníbal.
5 comentarios:
Lo de Armando fue la razon por la que deje de ver beisbol. Un robo monumental que la mlb debio revisar. Sobre Anibal dire que el nombre que le pones a tu hijo, marca su destino. Anibal=gran general.
Los errores de los umpires forman parte del juego, así como los berrinches de Weaver, Martin o Piniella. Prefiero eso a la revisión de jugadas. Ahora el Comisionado que quiere acabar con el juego quiere poner robots como umpires, acabar con los extrainnings, poner robo de 1ra base y otras locuras que desvirtúan el beisbol. Alli si dejaria yo de ver eso, que ya no sería beisbol sino otra cosa. MLB no podia interferir en la decisión del umpire, por más que se haya dicho que fue casi intencional su yerro, para lucirse, como se comentó. Galarraga lo perdonó y eso se recuerda hoy. El juego imperfecto de 28 outs y la gallardía de Armando.
Pero ya va, el VAR ha mejorado el fútbol, haría bien al béisbol para evitar lo del juego perfecto. Cuando el umpire decretó el out el corredor estaba a tres pasos de la base. Fue un robo con todas sus letras. Eso sí desvirtuó el espectáculo.
El beisbol es otra cosa. Un error de un umpire en UN juego desvirtúa el "espectáculo"? (MLB NO tenia autoridad para revertir la decisión que malamente tomó el mal umpire). Desvirtúa el deporte con el que crecimos todos estos cambios que impone la TV y el desconocimiento del comisionado Manfred. Cada quien con lo que le guste. En fin...
Suscribo los comentarios hechos por el primer anónimo. Aquí el artículo inicial fue sobre beisbol. Si alguien deja de verlo por la infeliz sentencia de un umpire lo que demuestra es que tampoco le gustaba tanto. Cada quien con sus gustos, como dice el primer anónimo. Total, 100% cierto que muchos crecimos con el beisbol, antes de la imposición de la FIFA.
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