Hace un año
Venezuela sufrió una de sus más grandes tragedias, al explotar una esfera de
gas en la refinería de Amuay. La onda expansiva de la explosión arrasó con
hasta 500 viviendas, mató a 42 personas y llenó de horror a la comunidad de
Amuay-Punto Fijo. Fué un horror compartido por toda la nación. De inmediato se
oyó la voz del régimen, representado por la señora Eva Golinger, quien intimó
que la tragedia había sido causada por sabotaje. El ministro-presidente de
PDVSA, Rafaél Ramírez, declaró que en dos o tres días la refinería estaría
operando normalmente. El ahora difunto, en un breve interludio entre viajes a
Cuba, hizo una visita al sitio de la tragedia, “poniendo su vida en peligro’,
como lo hicieron notar los periodistas del régimen y dictaminó: “El show debe
continuar”, frase infeliz que puso de relieve su patanería.
Un año
después la situación es la siguiente: (1), la tesis de la Sra. Golinger, echada
a rodar minutos después de la tragedia, ha sido adoptada oficialmente por el régimen.
El reemplazo del difunto así lo repitió ayer: “la tragedia fue causada por el
sabotaje de la derecha”; (2), PDVSA no ha compensado a los familiares de las
víctimas de la tragedia: (3), PDVSA no ha llevado a cabo investigación alguna
de lo sucedido; (4), PDVSA no ha introducido ningún reclamo a su empresa o
empresas aseguradoras sobre las pérdidas materiales ocurridas, las cuales se
estiman en casi dos mil millones de dólares; (5), un estudio hecho por Risk Engineering
para una empresa reaseguradora dejó en evidencia la pobreza de los sistemas de
protección de la refinería y mencionó que en el lapso de un año previo a la
tragedia habían ocurrido más de cien incendios en las plantas; (6), un año
después de la tragedia la refinería todavía no ha regresado a la normalidad y
trabaja al 72 por ciento de su capacidad, lo cual representa una significativa
pérdida adicional para la nación; (7), PDVSA ha tenido que importar de USA significativos
volúmenes de gasolina, componentes para gasolina y hasta diésel, a precios
internacionales para regalarlos en el mercado interno, una pérdida adicional
para la nación que se acerca a los mil quinientos millones de dólares; ( 8),
hasta ahora no ha habido ningún informe oficial sobre la tragedia, mientras en
la Asamblea Nacional el régimen ha bloqueado todo intento de discutir sobre las
causas de la explosión; (9), el único informe técnico conocido, elaborado por
técnicos de la antigua PDVSA, indican que la tragedia se debió a la ruptura de
sellos de seguridad de una de las esferas de almacenamiento de gas, el
resultado del pobre mantenimiento crónico en la refinería. A fin de ocultar
esta situación PDVSA ha decidido echarle tierra a la investigación y aferrarse
de manera patética y bestial a la tesis del sabotaje.
Lo que
considero increíble e inaceptable es que la gente que hizo posible esta tragedia por su ineptitud y corrupción, desde
la presidencia de la república hasta la directiva de PDVSA, el
ministro-presidente de PDVSA y la gerencia de refinación de PDVSA, todo ese malandraje
esté todavía en el poder, sin que
ninguna de las instituciones del Estado: Asamblea Nacional, Tribunal de Justicia,
Poder Ciudadano, fuerza armada, toda esa quincalla manejada por gente indigna,
les haya pedido cuenta de sus crímenes. La tragedia de Amuay representa uno de
los puntos más bajos en el proceso de descomposición moral del régimen,
ciertamente el más doloroso por la cantidad de muertes, lesionados y
damnificados por el evento. Y su impunidad representa un punto bajo en nuestro
nivel de decencia colectiva.
Más allá de
la manipulación mediocre y perversa de esta gran tragedia nacional por parte
del régimen, se impone que Venezuela haga justicia. Justicia para los familiares de
las víctimas, justicia para la nación. Los responsables por esta tragedia no
deben quedar sin castigo.
Los geólogos
sabemos que cuando ha pasado mucho tiempo sin que la tierra se mueva, la energía
acumulada en el subsuelo se hace inmensa. Cuando finalmente se libera, el
terremoto es de pronóstico. La reacción del país contra estos criminales será
terrible. Creo que el difunto se murió a tiempo para escapar de ella pero sus
herederos no podrán hacerlo.
1 comentario:
El mandadero de Raúl y de Cilia dijo que lo de Amuay había sido un sabotaje. Cínico.
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