miércoles, 8 de diciembre de 2021

VIAJES POR SERENDIPIA



 

Hace casi 600 años, en 1557, Cristóforo Armeno  publicó un pequeño volumen llamado, “Peregrinajio di  tre Giovanni Figlivoli del re di Saerendippo”. El libro es una colección de historias cortas traducidas del idioma persa, la historia de los tres príncipes de Serendip, los hijos del rey de la comarca que luego se llamaría Ceilán y hoy se llama Sri Lanka, quienes fueron enviados por el padre a viajar para educarse.  En sus viajes los tres príncipes hacen hallazgos y descubrimientos que parecen producto del azar. Estos hallazgos, generalmente provechosos, son los que Horace Walpole, en 1722, dio en llamar “serendipity”, una nueva palabra que él definió como la habilidad de hacer descubrimientos felices de una manera inesperada.

Mi vida ha transcurrido en una sucesión de viajes a Serendipia, en los cuales he hecho maravillosos hallazgos que me han generado mucha felicidad. Me he ido formando una imagen de serendipia (serendipity) que difiere parcialmente de la concepción original de Robert Walpole. Según él los hallazgos eran esencialmente inesperados, un simple producto del azar. Yo he llegado a pensar que los descubrimientos y hallazgos de los tres príncipes, más que inesperados, estaban relacionados con su capacidad de observación, su insaciable curiosidad y su gran deseo de observar y aprender del entorno. Fleming se encontró con la penicilina porque estudiaba múltiples muestras de estafilococos, incluyendo la que generaba un hongo inhibidor de las bacterias. Encontró porque “buscaba”.    

 

Desde mi infancia he visto la vida como la gran comarca de  Serendip y  mis viajes por esa extensa geografía han estado llenos de encuentros, a veces inesperados, otras veces no tanto, pero casi siempre afortunados. Al ver hacia atrás tengo la convicción de que cada viaje resultó en un hallazgo que me hizo mejor y que hizo posible la gran felicidad con la cual he vivido. 

En mi blog iré narrando algunos de estos viajes por la comarca de Serendip, comenzando por mi primera fiesta de cumpleaños, en la cual recibí uno de los regalos más preciados que puede recibir una persona, un regalo que fue – de manera inesperada -  el producto de no haber recibido un regalo.   

 

 

                 MI PRIMERA FIESTA DE CUMPLEAÑOS

Tendría cinco años cuando mis padres me permitieron esperar a ver la noche fuera de mi habitación.  Hasta esa edad siempre fui enviado a mi pequeña habitación a las seis de la tarde, cuando aún había luz. A esa hora yo no tenía sueño, por lo cual pasaba horas en mi cama sin dormir, pensando en tantas de esas cosas que piensan los niños, incluyendo hadas y monstruos. Una de las paredes de mi cuarto separaba nuestra casa de la casa del lado y tenía una pequeña claraboya en lo alto de la pared que dejaba pasar los sonidos y ruidos del hogar vecino, por la cual yo podía escuchar conversaciones, música, pleitos y risas.  Con frecuencia me sorprendía la medianoche escuchando esas manifestaciones de vida que me llegaban de la familia vecina, compartiendo de manera vicaria sus alegrías y sus tristezas. En cierta forma los adopté como una segunda familia.

Ese día que me permitieron conocer la noche y pude admirar, por primera vez, la luna y las estrellas, pasé largo tiempo en mi velocípedo, andando por toda la casa, viendo hacia arriba y preguntando a quien quisiera oírme: “Es esto es lo que llaman Noche?”

Al día siguiente me celebraron mi quinto cumpleaños. Para ello invitaron a compartir una piñata a unos seis u ocho de mis amigos.  Después de haber conocido la noche, aún me encontraba en un estado de híper-excitación. A la hora indicada para la piñata me instalé en la puerta de nuestra casa, situada en la calle Sucre #15, dispuesto a recibir a mis amigos.  Uno a uno llegaban con sus regalos, hasta que llegó un niño con las manos vacías. Y, entonces, le dije rotundamente: “Si no traes un  regalo, no puedes entrar”.

Esta actitud mía produjo una crisis instantánea. Mi madre conversó apresuradamente con la madre del invitado que había llegado con las manos vacías.  Y luego llegó a mí y me dijo: “claro que tu amigo puede entrar a nuestra casa. Él trae el mejor regalo que se le puede traer a nadie, el de su amistad. Un amigo es el mejor regalo que jamás tendrás. Es casi seguramente el regalo que te dará más felicidad en tu vida. Anda y pídele perdón y abrázalo y déjalo entrar a compartir tu cumpleaños ”.

Aunque yo no estuve muy convencido en el momento, pedí perdón y abracé al amigo.  Él y yo seríamos inseparables por 60 años, hasta su muerte prematura, y su amistad fue para mí uno de los más maravillosos  regalos que he recibido en mi vida.

 En medio de emociones encontradas, donde se mezclaban  mis creencias mezquinas con una nueva apreciación de lo que deben ser las relaciones humanas, las palabras de mi madre me permitieron  ver que el verdadero regalo que podemos recibir de otros es el de la amistad,  esa bella manera que tienen los humanos ( y otras especies)  de compartir  alegrías y tristezas y de dar y  recibir afecto. Durante toda mi vida  he podido constatar, una y otra vez,  la exactitud de sus palabras. Lo que mi  madre me dijo en aquel momento logró abrirme  la puerta a los tesoros de la verdadera  amistad.

 En múltiples oportunidades y en momentos cruciales en mi vida mis amigos me han dado el apoyo espiritual y material que he requerido para salir adelante. Y yo, a mi vez, he vivido admirado y agradecido de esos maravillosos hombres y mujeres quienes han integrado mi gran club de amigos, quienes me acompañaron en la juventud y en mi vida profesional y ahora me hacen sentir reconfortado en mi vejez. Hoy como ayer, me veo rodeado de afectos que mantienen intacta mi fe en la esencial bondad del ser humano. Ese club de amigos representa la materialización de aquel hallazgo en mi primera fiesta de cumpleaños, ocasión en la cual recibí el inesperado regalo de saber lo que significa la amistad.  


2 comentarios:

Maria Teresa van der Ree dijo...

Excelente mensaje. Comparto contigo el valor de la amistad. Para mí ha sido una segunda familia que me ha aportado grandes alegrías y compartido muchas tristezas.

Aunque hemos sido amigos mas que nada virtualmente tuve la alegría de conocerte junto a Marianella. Valoro tu amor a Venezuela y tu constancia.

Un abrazo,

MT

Mary Torres Calderón dijo...

Buenos días Ing un enorme placer en saludarle le comentaba y digo.le comentaba porque se me ha borrado de un plumazo.Le comentaba que le iba hacer una semejanza con la cita bíblica de Jesus de Nazareth de un joven el cual quiere seguirle pero sus haberes son muchos.Rs el caso que ,Jesús le ofrece lo que justamente el joven no tiene una verdadera y eterna amistad esa verdadera y eterna amistad que está fulgurante pero de compañía conocímiento y liberación.Cuantas veces más de lo que se pueda imaginar lo.unico.que necesita un ser humano es un amigo sincero un amigo que puede fácilmente sentir su padecimiento y solamente pueda cederle su tiempo y oido para que desahogue y una palabra de aliento para orientarle si ha perdido el timón y se ha extraviado de dirección ese es el verdadero amigo.el verdadero.amigo.se da todo a le dice con sus actos aquí estoy sus manos están vacías pero su corazón inundado de amistad sincera para decirte somos no eres somos tu.y yo.solucionando lo.que solo.no.puedes o no sabes o el dolor no te deja.Bien ing respetos salud para usted y la gente que ama.Y desde el cielo una alma hermosa le brinda compañía esa esplendorosa mujer que Jesúcristo le regaló pero.que usted tenía algo más que hacer por los que están en este plano existencial aún.Eso creo pero sus almas ahora están más unidas como.nunca antes.El.hogar eterno es junto al Creador. Saludos y todo.mi afecto para usted.Pd.Disculpeme los errores pero estoy escribiendo de un celular con una letra casi micoscopica.Feliz día