VIAJES
POR SERENDIPIA, III
Baltasar Gracián, el tutor
improbable
No siempre se ha
de reír con Demócrito, ni siempre se ha de llorar con Heráclito; dividiendo los
tiempos el divino sabio, repartió los empleos. Haya vez para lo serio y también
para lo humano, hora propia y hora ajena. Toda acción pide su sazón… El varón
de todos ratos es señor de todos los gustos y es buscado de todos los
discretos.
«Tú,
ciego, le dijo, préstale los pies al cojo: y tú, cojo, préstale los ojos al
ciego». Ajustáronse, y quedaron remediados. Cogió en hombros el que tenía pies
al que le daba ojos, y guiaba el que tenía ojos al que le daba pies.. Tanto
necesita la diligencia de la inteligencia, como al contrario. La una sin la
otra valen poco, juntas pueden mucho”.
“El Discreto”
Baltasar
Gracián, 1601-1658
Mi tercer hallazgo inesperado en la comarca de Serendipia tuvo que ver con un regalo de
cumpleaños que me hizo mi padre cuando cumplí 10 años, el cual despertó en mí
una gran curiosidad por comprender lo que me sonaba punto menos que incomprensible. Se trataba de tres textos
breves que - aún hoy, a mi edad – me resulta difícil de leer por su estilo
barroco, eran tres volúmenes escritos por un monje jesuita llamado Baltasar
Gracián: “El Oráculo Manual y Arte de Prudencia”, “El Héroe” y “El Discreto”.
Hoy me resulta claro que eran verdaderos textos de educación en valores pero, en aquel momento, no
los entendí como tal. Resultaron ser un
regalo inesperado, hasta visto como ilógico para un niño de diez años y podrían
fácilmente haber sido objeto de mi rechazo, por la dificultad de su lenguaje.
Sin embargo, al comenzar a leerlos, aún sin entender mucho de lo allí escrito,
tuve la sensación de que me transmitían algo importante. Los textos comenzaron
a hablarme por los caminos de la emoción. Desencadenaron en mí un verdadero
entusiasmo por saber más sobre temas que se presentaban como envueltos en
acertijos, que solo parecían descorrer parcialmente los velos de mi entendimiento.
Recuerdo que me hacían sentir importante, hasta superior. Leyéndolos una y otra
vez trataba de despejar su significado,
frecuentemente preguntándole a mi padre, o a quien me pasaba cerca, sobre el
significado de algún pasaje.
Estas
lecturas de Gracián – quizás de manera inesperada para muchos pero no para mi
papá - dieron
alas a mi vocación humanista, me iniciaron en un viaje intelectual excepcional para un niño apenas en el umbral de la
adolescencia.
Decía
Gracián: “Bien se hallará quien quiera ceder en la dicha, y en el genio; pero en
el ingenio, ninguno, ¡cuánto menos una soberanía!.... Gustan de ser ayudados
los príncipes, pero no excedidos….”.
Podía leer cada palabra sin entender el conjunto.
Sin embargo, mi cerebro estaba recibiendo mensajes importantes. La intuición
hacía el trabajo que las zonas racionales del cerebro aún no procesaban debidamente.
Mis archivos mentales estaban nutriéndose de lo que sería más explicable y
aplicable en mi vida adulta. Muchos años después oí decir a alguien en la universidad de Tulsa, en Oklahoma, algo
que resumía ese mensaje de Gracián: “Nobody likes a smart ass”, a nadie le gusta
un sábelo todo.
Gracián
decía: “[No compartas] los achaques de tu nación. Participa el agua las
calidades buenas o malas de las venas por donde pasa, y el hombre las del clima
donde nace. Deben más unos que otros a sus patrias…. No hay nación que se
escape de algún original defecto…. Victoriosa destreza corregir, o por lo menos
desmentir estos nacionales desdoros”. Estos párrafos representaron para mí una vacuna
contra el patrioterismo y el nacionalismo enfermizo que piensan que el país
propio es el ombligo del universo y anteponen intereses territoriales al bienestar de la
humanidad, un egoísmo que ha sido la fuente de muchas guerras y muertes.
EL
HÉROE
“El
Héroe” es una especie de guía para lo
que podría llamarse un buen líder, utilizando ejemplos como Alejandro Magno,
César o Catón. Incluye advertencias contra las desviaciones propias del poder.
Dice: “Asombró Alejandro lo ilustre de sus proezas con lo vulgar de sus
furores; y desmintióse a sí mismo, tantas veces triunfante, con rendirse a la
avilantez del afecto. Sirvióle poco conquistar un mundo, si perdió el
patrimonio de un príncipe, que es la reputación”.
Para Gracián la grandeza no podía existir sin
la compasión: “Gran cabeza, es de filósofos; gran lengua, de oradores; pecho, de
atletas; brazos, de soldados; pies, de cursores; hombros, de palanquines; gran
corazón, de reyes”. Y aconsejaba
la sencillez y la naturalidad, lo que llamaba el Despejo: “El despejo, alma de toda prenda,
vida de toda perfección, gallardía de las acciones, gracia de las palabras y
hechizo de todo buen gusto, lisonjea la inteligencia”.
EL
DISCRETO
En
“El Discreto” abunda en las virtudes que deben acompañar al buen ciudadano. Dice:
“Andan
los más de los hombres por extremos. Unos tan desconfiados de sí mismos, o por
naturaleza propia o por malicia ajena, que les parece que en nada han de
acertar… no atreviéndose a obrar por sí,
hacen procura a otros de sus acciones y aun quereres. Al contrario, otros
tienen una plena satisfacción de sí mismos; vienen tan pagados de todas sus
acciones…. Muy casados con sus dictámenes y enamorados de sus discursos, como
hijos más amados cuanto más feos. Entre estos dos extremos de imprudencia se
halla el seguro medio de cordura; y consiste en una audacia discreta, muy
asistida de la dicha”.
Y nos
aconseja estar bien informados, no repetir lo no sustanciado sin verificación.
Dice:
“la más ventajosa superioridad es la que se apoya en la adecuada noticia de las
cosas, hacerse primero señor de las materias y después entra y sale con despejo”.
Hoy,
casi 80 años después de haber recibido ese inesperado regalo de mi padre, comprendo
que llegó muy oportunamente. Sirvió para establecer un diálogo entre él y yo
sobre asuntos que eran importantes y que muchos padres por comodidad prefieren
aplazar indefinidamente.
1 comentario:
El mejor consejo que me pudieron dar, el segundo día de mi primer trabajo, en 1995:
"Tus amigos son exactamente los que sabes que te acompañaron en las buenas y en las malas. Fuera de ese listado, que a lo sumo son un par o como mucho mucho tres nombres, tienes conocidos y tienes que administrarlos con distancia, prudencia y la mayor discreción posible en tus asuntos profesionales, tu dinero y tu vida personal."
Ha sido parte de mi éxito.
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