Díaz Rangel y sus prostituídas ideas sobre libertad de expresión

Eleazar Diaz Rangel siempre ha estado del lado perdedor en lo referente al debate sobre libertad de expresión en Venezuela, pero insiste en regresar por más. Hace muchos años ya, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, tuvo un debate con Jorge Olavarría por VENEVISION sobre este tema. Como podría apreciarse en la transcripción completa del programa, publicado en su momento por la revista RESUMEN, Olavarría le dió duro al desangelado Eleazar. Lo recuerdo perfectamente porque yo fuí el asistente de Olavarría en ese programa, encargado de suministrarle ideas para el debate.

Ahora, en http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/206555/diaz-rangel-%c2%bfde-donde-sacan-que-el-gobierno-ahoga-a-los-medios/  , Díaz Rangel nos viene con el cuento de que Chávez no reprime la libertad de expresión y trata de probarlo echando mano de estadísticas cuya exactitud desconozco. Habla de grandes cantidades de televisoras, periódicos y estaciones de radio en manos del sector privado para argumentar que existe libertad de expresión en el país.

Aún si le damos crédito a sus cifras es evidente que Diaz Rangel confunde el número de medios existentes con el entorno de represión que predomina en el sector. En un país donde el gobierno autoritario y excluyente controla casi todas las industrias y maneja a su antojo el flujo de divisas extranjeras sin las cuales los medios perececerían, no es difícil comprender el por qué prevalece la auto-censura en los medios y por qué la crítica al gobierno se hace más cautelosa. Todo lo que el gobierno necesita hacer para poner a un periódico o a una televisora de rodillas es “demorarle” indebidamente las divisas que requieren para comprar insumos en el exterior. Todo lo que la dictadura necesita para sacar a una emisora del aire es negarle la propaganda de las instituciones y agencias y empresas del estado que forman el 75 por ciento del mercado.

No hay peor forma de censura y de represión que aquella que se ejerce de manera indirecta, induciendo a los medios a auto-censurarse, a callar, a no ejercer integralmente su derecho a la libre expresión, por temor a las represalias que vienen silenciosas, como llegan un ataque al corazón o un derrame cerebral.

Lo más perverso es esa estrategia del régimen de obligar a que sean los medios a que callen a sus periodistas. Eso es como darle a un niño una cuchara para que sean ellos quienes se metan la mierda en la boca. Es un sadismo refinado que algunos mercenarios, como Diaz Rangel, confunden con libertad.

Diaz Rangel es un triste caso de un periodista otrora fiel a sus principios, hoy prostituído. Las dictaduras prostituyen por medio del bozal de arepas.