Llamo castrati a los miembros del
Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, desde aquella vez que entonaron un
coro ignominioso que decía: “Uh, ah, Chávez no se va”. Solamente ser miembro de ese grupo les otorga esa calificación, no física – por supuesto
- sino moral.
Hoy leo un artículo de un ex -magistrado
de ese tribunal en El Universal, diario que se ha vuelto complaciente con el
régimen, mientras purga a la disidencia opositora. El artículo se llama “Gran Triunfo
Diplomático”, de Alejandro Angulo Fontiveros, quien fué miembro del TSJ por
siete años, desde 1999 hasta 2006. Por lo que leo bastante le queda al autor de
la melosidad con el narco-régimen que caracteriza a los magistrados
del cuerpo infame. Ver el artículo en: http://www.eluniversal.com/opinion/141030/gran-triunfo-diplomatico
Dice el meloso Angulo:
El gran triunfo de Venezuela no
consistió exactamente en haber ingresado al Consejo de Seguridad –sin restarle
la gran significación que ello tiene– sino en haberlo hecho a pesar de la
impúdica e inaudita campaña mediática mundial para desprestigiar a Venezuela.
Ha sido tan intensa cuan mentirosa e incluso calumniadora (ha incluido muchas
falsas imputaciones de crímenes ante tribunales internacionales) y ello
únicamente se explica si se considera la inmensa riqueza petrolífera
venezolana: el dinero es el móvil más poderoso y frecuente para delinquir y
hasta para matar gente...
Angulo Fontiveros no menciona cuales son
los crímenes que se le han imputado a Venezuela ante tribunales internacionales
(ya que hacerlo ante el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela es una total
pérdida de tiempo). Estos crímenes incluyen peculado de uso generalizado (niñeras,
adulantes internacionales, prostitutas y bandidos, Raimundo y todo el mundo
viajando en aviones de PDVSA) , expropiaciones sin compensación oportuna, conchupancia
con regímenes forajidos como los de Cuba, Irán, Siria, Libia y Bielorrusia, apoyo
al terrorismo internacional de las FARC, ETA y Hezbollah, violaciones de los
derechos humanos por lo cual el régimen ha sido condenado y criticado a nivel
internacional y entrega de soberanía política a Cuba y de soberanía financiera
a China.
Angulo Fontiveros pifia cuando menciona el dinero petrolero como
la causa de los ataques contra el régimen. El dinero petrolero lo tiene el
régimen. Es el régimen quien usa el
dinero para comprar conciencias de políticos extranjeros, militares,
periodistas y magistrados.
Continúa el meloso diciendo:
“Fue un ingreso muy significado y
significativo porque, pese a todo eso, fue casi unánime. Esa favorable votación
torrencial es infrecuente, así como demostrativa de que la opinión pública
mundial no es del todo mentecata”.
Angulo desconoce que de las cinco
naciones admitidas dos: Angola y Malasia obtuvieron mayor votación que
Venezuela. Angola es tan forajida como Venezuela, de manera que el ingreso no
es sinónimo de pureza sino de componendas y de mucho soborno a países listos
para venderse, como son los del ALBA y otros parásitos del petróleo venezolano.
Continúa Angulo en su escrito, no apto
para diabéticos:
“Creo que Venezuela tendrá una digna
actuación en el Consejo de Seguridad porque dirá verdades pocas veces dichas y
expresará ideas globalmente interesantes. En eso deberá recordar la sabia
enseñanza de Talleyrand ("Con mano de hierro pero
con guante de seda") y con preferencia designar diplomáticos
profesionales: por excepción un talentosísimo profano puede tener éxito y hasta
superar en tan delicada misión a expertos muy transitados…”.
Angulo predice un gran éxito a Venezuela en su papel. Con un analfabeta en la presidencia el ex -magistrado está seguro que la diplomacia venezolana tendrá un desempeño brillante. Con un corrupto de canciller no habrá dudas sobre ello. La flamante embajadora Maria Gabriela ofrecerá apariciones sensacionales en los sitios nocturnos de la Gran Manzana. El ejemplo de democracia y tolerancia que es el régimen venezolano iluminará el recinto de la ONU y disipará el azufre allí esparcido por los imperialistas. Angulo Fontiveros, guindado en su liana, así lo asegura.
Angulo predice un gran éxito a Venezuela en su papel. Con un analfabeta en la presidencia el ex -magistrado está seguro que la diplomacia venezolana tendrá un desempeño brillante. Con un corrupto de canciller no habrá dudas sobre ello. La flamante embajadora Maria Gabriela ofrecerá apariciones sensacionales en los sitios nocturnos de la Gran Manzana. El ejemplo de democracia y tolerancia que es el régimen venezolano iluminará el recinto de la ONU y disipará el azufre allí esparcido por los imperialistas. Angulo Fontiveros, guindado en su liana, así lo asegura.
Felicitamos a este prestigioso abogado
venezolano y ex magistrado del TSJ, por
su imparcial escrito y a El Universal por seleccionarlo para publicación.
8 comentarios:
Para el ingeniero Coronel Castrar es un término que puede aplicarse a lo físico (al capar) o a lo moral e intelectual en términos de enervación o pobreza. La hombría –en términos de las mejores cualidades del hombre– se afectaría si un individuo es analfabeto (con “o”, quiero decir no “analfabeta”) e impulsa también (esa hombría) el amor por la verdad y el consecuencial desprecio por la mentira: “Palabra de hombre” es una máxima de experiencia que atiende al énfasis de validación (de lo que se afirma) sobre la base del honor de quien lo expresa que, en realidad de verdad, también puede ser y es así muchas veces, una mujer; pero así como la contracción al trabajo, la cualidad de ser veraz se ha considerado como una característica sexual secundaria del hombre. El ingeniero Gustavo Coronel –el pasado 1° de noviembre– afirmó en su blog y en el sitio WEB “Crónicas Venezuela”, lo siguiente: “Llamo castrati a los miembros del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, desde aquella vez que entonaron un coro ignominioso que decía: “Uh, ah, Chávez no se va”. Solamente ser miembro de ese grupo les otorga esa calificación, no física – por supuesto – sino moral. Hoy leo un artículo de un ex -magistrado de ese tribunal en El Universal, diario que se ha vuelto complaciente con el régimen, mientras purga a la disidencia opositora. El artículo se llama “Gran Triunfo Diplomático”, de Alejandro Angulo Fontiveros, quien fué miembro del TSJ por siete años, desde 1999 hasta 2006”. Eso no es verdad: yo no fui “miembro” del TSJ “hasta 2006”: fui magistrado del TSJ hasta el 31 de diciembre de 2005 cuando, por haberme jubilado de modo espontáneo y por solicitud e iniciativa propias, salí de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia para no haber vuelto más. Por lo tanto no era magistrado del TSJ en 2009 (ni “miembro”) cuando hubo el episodio descrito por el ingeniero Coronel, ni tampoco asistí al Acto de Apertura del Año Judicial 2009 donde tuvo lugar dicho incidente, por lo cual tampoco pude entonar aquella consigna por la simplicísima razón de que no estuve allí en ese año o momento como afirmó, de manera tácita, el ingeniero Coronel. Además tengo entendido que no fueron magistrados sino jueces quienes dieron esos chillidos y así se informó con prolijidad en los medios; pero en todo caso, insisto, no tuve ninguna participación en eso, ni podía tenerla por no estar presente. Empero, el peor chillido –o aullido– es el de insultar gente.
El ingeniero Coronel tiene un intenso prurito por insultar gente. Prurito del cual no padezco, ni comparto ni practico en absoluto. La palabra griega Eleutheria designa como ideal el perfeccionar la manera más profunda y completa de ser hombre y de sentir la dignidad de serlo al través de lo más puro y noble que puede haber en el hombre, que es precisamente el sentir su propia dignidad y al unísono sentirla en los demás hombres y respetarla. Por eso el respeto es la virtud socializadora por excelencia e insultar a otras personas es del todo antisocial y configura el delito de injuria y a menudo el más grave aún de difamación. Y por no compartir ese hábito o manía, no desciendo a insultar al ingeniero Coronel: para caricaturizar su razonamiento (cuya expresión o enunciado defectuoso es nuncio de fallas en su fondo) yo podría llamarlo analfabeto (“el analfabeto Coronel”) por su reiterado uso esperpéntico del idioma, como cuando llama “analfabeta” al presidente Maduro (lo cual además es falso) en el siguiente espantajo de párrafo: “Con un analfabeta (sic) en la presidencia el ex -magistrado está seguro que (sic) la diplomacia venezolana tendrá un desempeño brillante” ; pero no lo haré porque sé que el ingeniero Coronel es nada más (ni nada menos) sólo queísta (por el abuso de la conjunción “que” en vez del correcto “de que” ) mas no analfabeto y eso sería insultarlo sin motivo bastante. Y me circunscribo a enfatizar en que a hablar y a escribir bien se aprende leyendo con frecuencia a buenos autores: lo primero que dice el ingeniero Coronel (en su “perfil”) es que le interesa “leer” y “escribir”; pero por lo visto no lee lo suficiente o, peor aún, lee mucho pero no entiende lo que lee.
Sin embargo, no creo que sea así, y acaso sea por su paladina intolerancia y congruo furor que descuida el estilo y escribe con perfecta inelegancia… El mismo derecho que tiene el ingeniero Coronel a condenar el apoteósico ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y a disgustarse por ello, tengo yo de aprobarlo y de alegrarme por este nuevo éxito de mi patria; pero pese a la detracción que pretendió hacer el ingeniero Coronel de mi persona, sobre la base de hechos evidentemente falsos, no lo he insultado y apenas me limité antes a desmentir los infundios que propagó y, en el mismo sentido, le preguntaré ahora: el vulgo llama “guindarse” al adular: ¿A quiénes y para qué tendría yo que adular? Repito que en 2005 solicité mi jubilación y pese a que la plenaria del TSJ me pidió quedarme, la hice realidad a partir del 31 de diciembre de 2005. Nunca aspiré a otro cargo y así lo hice saber cuando desde esa época ha habido en los medios muchos comentarios públicos y notorios (algunos recientes como en La Razón de hará unos cuatro meses) a favor de mi eventual designación como Fiscal General de la República, tanto por oficialistas como por opositores (más por éstos –contándose algunos de los más conspicuos– que por aquellos) e incluso desmentí en redondo que yo tuviera aspiraciones de ocupar tan alto y honroso cargo. Hube de negar por escrito y varias veces esa posibilidad, asegurando que nunca me postularía a ese cargo, hasta que hace muchos años (cuando le manifesté lo propio a la talentosa periodista Marianela Salazar en carta que ella publicó en El Nacional) me propuse a no aclarar más eso a menos que fuera muy necesario e indefectible casi: ¿cuál adulancia? ¿Y para qué? Nunca he sido “meloso” con el poder, como dice el ingeniero Coronel: cuando por muchos años fui presidente de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, también era –y sigo siendo– columnista del tan prestigioso diario El Universal y fueron muchos mis artículos en contra de algunas teorías –y prácticas– del comunismo, así como en desacuerdo con la tendencia del Gobierno venezolano (cuyos altos funcionarios o voceros nunca censuraron mi opinión) a un neocomunismo light y a la prédica oficial a favor de ese siempre fracasado sistema. ¿Conoce el ingeniero Coronel a altos funcionarios que censuren al gobierno o él mismo lo hizo o haría? ¿Adulancia? ¿Cuál adulancia? Y ¿para qué?
Alejandro Angulo Fontiveros
Para el ingeniero Coronel
Castrar es un término que puede aplicarse a lo físico (al capar) o a lo moral e intelectual en términos de enervación o pobreza. La hombría –en términos de las mejores cualidades del hombre– se afectaría si un individuo es analfabeto (con “o”, quiero decir no “analfabeta”) e impulsa también (esa hombría) el amor por la verdad y el consecuencial desprecio por la mentira: “Palabra de hombre” es una máxima de experiencia que atiende al énfasis de validación (de lo que se afirma) sobre la base del honor de quien lo expresa que, en realidad de verdad, también puede ser y es así muchas veces, una mujer; pero así como la contracción al trabajo, la cualidad de ser veraz se ha considerado como una característica sexual secundaria del hombre. El ingeniero Gustavo Coronel –el pasado 1° de noviembre– afirmó en su blog y en el sitio WEB “Crónicas Venezuela”, lo siguiente: “Llamo castrati a los miembros del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, desde aquella vez que entonaron un coro ignominioso que decía: “Uh, ah, Chávez no se va”. Solamente ser miembro de ese grupo les otorga esa calificación, no física – por supuesto – sino moral. Hoy leo un artículo de un ex -magistrado de ese tribunal en El Universal, diario que se ha vuelto complaciente con el régimen, mientras purga a la disidencia opositora. El artículo se llama “Gran Triunfo Diplomático”, de Alejandro Angulo Fontiveros, quien fué miembro del TSJ por siete años, desde 1999 hasta 2006”. Eso no es verdad: yo no fui “miembro” del TSJ “hasta 2006”: fui magistrado del TSJ hasta el 31 de diciembre de 2005 cuando, por haberme jubilado de modo espontáneo y por solicitud e iniciativa propias, salí de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia para no haber vuelto más. Por lo tanto no era magistrado del TSJ en 2009 (ni “miembro”) cuando hubo el episodio descrito por el ingeniero Coronel, ni tampoco asistí al Acto de Apertura del Año Judicial 2009 donde tuvo lugar dicho incidente, por lo cual tampoco pude entonar aquella consigna por la simplicísima razón de que no estuve allí en ese año o momento como afirmó, de manera tácita, el ingeniero Coronel. Además tengo entendido que no fueron magistrados sino jueces quienes dieron esos chillidos y así se informó con prolijidad en los medios; pero en todo caso, insisto, no tuve ninguna participación en eso, ni podía tenerla por no estar presente. Empero, el peor chillido –o aullido– es el de insultar gente.
El ingeniero Coronel tiene un intenso prurito por insultar gente. Prurito del cual no padezco, ni comparto ni practico en absoluto. La palabra griega Eleutheria designa como ideal el perfeccionar la manera más profunda y completa de ser hombre y de sentir la dignidad de serlo al través de lo más puro y noble que puede haber en el hombre, que es precisamente el sentir su propia dignidad y al unísono sentirla en los demás hombres y respetarla. Por eso el respeto es la virtud socializadora por excelencia e insultar a otras personas es del todo antisocial y configura el delito de injuria y a menudo el más grave aún de difamación. Y por no compartir ese hábito o manía, no desciendo a insultar al ingeniero Coronel: para caricaturizar su razonamiento (cuya expresión o enunciado defectuoso es nuncio de fallas en su fondo) yo podría llamarlo analfabeto (“el analfabeto Coronel”) por su reiterado uso esperpéntico del idioma, como cuando llama “analfabeta” al presidente Maduro (lo cual además es falso) en el siguiente espantajo de párrafo: “Con un analfabeta (sic) en la presidencia el ex -magistrado está seguro que (sic) la diplomacia venezolana tendrá un desempeño brillante” ; pero no lo haré porque sé que el ingeniero Coronel es nada más (ni nada menos) sólo queísta (por el abuso de la conjunción “que” en vez del correcto “de que” ) mas no analfabeto y eso sería insultarlo sin motivo bastante. Y me circunscribo a enfatizar en que a hablar y a escribir bien se aprende leyendo con frecuencia a buenos autores: lo primero que dice el ingeniero Coronel (en su “perfil”) es que le interesa “leer” y “escribir”; pero por lo visto no lee lo suficiente o, peor aún, lee mucho pero no entiende lo que lee.
Sin embargo, no creo que sea así, y acaso sea por su paladina intolerancia y congruo furor que descuida el estilo y escribe con perfecta inelegancia… El mismo derecho que tiene el ingeniero Coronel a condenar el apoteósico ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y a disgustarse por ello, tengo yo de aprobarlo y de alegrarme por este nuevo éxito de mi patria; pero pese a la detracción que pretendió hacer el ingeniero Coronel de mi persona, sobre la base de hechos evidentemente falsos, no lo he insultado y apenas me limité antes a desmentir los infundios que propagó y, en el mismo sentido, le preguntaré ahora: el vulgo llama “guindarse” al adular: ¿A quiénes y para qué tendría yo que adular? Repito que en 2005 solicité mi jubilación y pese a que la plenaria del TSJ me pidió quedarme, la hice realidad a partir del 31 de diciembre de 2005. Nunca aspiré a otro cargo y así lo hice saber cuando desde esa época ha habido en los medios muchos comentarios públicos y notorios (algunos recientes como en La Razón de hará unos cuatro meses) a favor de mi eventual designación como Fiscal General de la República, tanto por oficialistas como por opositores (más por éstos –contándose algunos de los más conspicuos– que por aquellos) e incluso desmentí en redondo que yo tuviera aspiraciones de ocupar tan alto y honroso cargo. Hube de negar por escrito y varias veces esa posibilidad, asegurando que nunca me postularía a ese cargo, hasta que hace muchos años (cuando le manifesté lo propio a la talentosa periodista Marianela Salazar en carta que ella publicó en El Nacional) me propuse a no aclarar más eso a menos que fuera muy necesario e indefectible casi: ¿cuál adulancia? ¿Y para qué? Nunca he sido “meloso” con el poder, como dice el ingeniero Coronel: cuando por muchos años fui presidente de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, también era –y sigo siendo– columnista del tan prestigioso diario El Universal y fueron muchos mis artículos en contra de algunas teorías –y prácticas– del comunismo, así como en desacuerdo con la tendencia del Gobierno venezolano (cuyos altos funcionarios o voceros nunca censuraron mi opinión) a un neocomunismo light y a la prédica oficial a favor de ese siempre fracasado sistema. ¿Conoce el ingeniero Coronel a altos funcionarios que censuren al gobierno o él mismo lo hizo o haría? ¿Adulancia? ¿Cuál adulancia? Y ¿para qué? Alejandro Angulo Fontiveros
Segun la Real Academia Española de la Lengua, página 134, vigésima segunda edición, puede decirse, indistintamnte, analfabeto, analfabeta.
Sobre el "de qué" que él ex-magistrado prefiere usar hay muchas opiniones adversas. El dequeísmo es el uso indebido de la preposición de delante de la conjunción que cuando la preposición no viene exigida por ninguna palabra del enunciado.
Por lo que se refiere a su meloso artículo lo consideré un ejemplo de adulancia hacia el régimen. La larga vida del régimen se explica, en buena parte, por el apoyo recibido por quienes han debido hacer honor a su profesión y han preferido el halago a una pandilla analfabeta.
El término castrati se lo ganó el TSJ cantando aquella canción que todos oímos: Uh ah, Chávez no se va!!Eso no lo inventé yo.
Podemos debatir sobre las cualidades o defectos de este gobirno cuando usted lo deseé, Dr. Angulo.
Contrarréplica al ingeniero Coronel
El Ing. Coronel me respondió con este escrito:
"Segun la Real Academia Española de la Lengua, página 134, vigésima segunda edición, puede decirse, indistintamnte, analfabeto, analfabeta.Sobre el "de qué" que él ex-magistrado prefiere usar hay muchas opiniones adversas. El dequeísmo es el uso indebido de la preposición de delante de la conjunción que cuando la preposición no viene exigida por ninguna palabra del enunciado.Por lo que se refiere a su meloso artículo lo consideré un ejemplo de adulancia hacia el régimen. La larga vida del régimen se explica, en buena parte, por el apoyo recibido por quienes han debido hacer honor a su profesión y han preferido el halago a una pandilla analfabeta.El término castrati se lo ganó el TSJ cantando aquella canción que todos oímos: Uh ah, Chávez no se va!!Eso no lo inventé yo.Podemos debatir sobre las cualidades o defectos de este gobirno cuando usted lo deseé, Dr. Angulo."
El Ing. Coronel, ahora, desmiente las censuras idiomáticas que yo le hice. Tal desmentido no tiene base alguna y muy por el contrario de su plena validez presento a continuación una potísima e indiscutible prueba. El Diccionario Panhispánico de Dudas, de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, enseña lo siguiente:
1) “Este adjetivo, usado a menudo como sustantivo, tiene dos terminaciones, una para cada género: el indio Trinidad era analfabeto (…) Se cree que soy una analfabeta (…) No debe usarse la forma analfabeta para el masculino, como si fuese común en cuanto al género”. (Pág. 47).
2) “QUEÍSMO. Es la supresión indebida de una preposición (generalmente de) delante de la conjunción que (…) d) Con adjetivos
que llevan complementos preposicionales: Estamos seguros DE QUE acertaremos (no Estamos seguros QUE acertaremos)”. (Págs. 548 y y 549).
L.Q.Q.D. (Lo que quería demostrar). Estoy seguro de que el Ing. Coronel conoce esta abreviada expresión proveniente de las matemáticas. Él escribe con facilidad y lo haría bastante bien (en su desmentido incurrió en otra serie de errores ortográficos) si se propone hacerlo con serenidad y al efecto logra liberarse de esa pasión colérica que lo embarga.
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