domingo, 5 de octubre de 2014

Historia de dos choferes



Una reflexión dominical

La llamada revolución bolivariana  y su socialismo del siglo XXI , con su documento guía llamado “Plan de la Patria” y su grupo dominante de burócratas y militares de alto rango ha llevado a Venezuela a la ruina. Ya los principales rasgos de esta  historia  son bien conocidos:  el régimen se ensució en el nombre de Bolívar, al atarlo a un proceso político lleno de corrupción e ineptitud. Ha hablado de un socialismo del siglo XXI que hasta el mismo autor del nombre, Heinz Dieterich, ha denunciado   como desastre.  Ha generado un documento cursi, pomposo y mal escrito llamado Plan de la Patria que llevará al país a  unirse a los países más atrasados del planeta (en realidad, ya anda a medio camino) . El poder  político está en manos de una mafia de  burócratas ladrones y militares narcotraficantes.
El despilfarro de los ingresos más altos de nuestra historia es incalculable y ha ido, en gran parte, a financiar lealtades en  organizaciones regionales como OEA y UNASUR, cuevas de parásitos invertebrados, manejadas, una, por un mercenario chileno y  otra por un  ex  - narco presidente  colombiano, así como para cuantiosas dádivas a los gobiernos de Cuba, Argentina , Bolivia y Nicaragua, los cómplices ideológicos del régimen. 
En esta orgía de la degradación venezolana  sobresalen dos choferes como íconos:   Nicolás Maduro y Pastor Maldonado.  El primero, un ex reposero del metro de Caracas, frecuentemente amonestado por sus supervisores por no acudir al trabajo y por mentiroso. El segundo, un corredor de carreras de autos, protegido de Rafael Ramírez, el Don Corleone de la mafia petrolera.
Como reconocimiento a su desastrosa labor como reposero en el Metro de Caracas,  Maduro  recibió las llaves de un inmenso autobús con 30 millones de pasajeros a bordo.  Maduro ha procedido a bajar del autobús a todos quienes no estén de acuerdo con sus frecuentes violaciones a las leyes de tránsito. Maneja, con despreocupación, rumbo al abismo, con un pajarito en el hombro mientras se atapusa de caviar y de los más costosos vinos, los cuales hace preparar como sangría para deleite de los rústicos que lo acompañan.  Muchos pasajeros del autobús  se tiran por las ventanas, otros gritan despavoridos, pero nadie se atreve a sacar del asiento al loco que está en el volante, ya que está rodeado de guardaespaldas armados, gatillos alegres estimulados por la droga.
 Maldonado es el chofer  que lleva la bandera del régimen de Tokio a Singapore, de Dubai  a Montecarlo, en una sucesión interminable de derrotas humillantes, sujeto a castigos de los árbitros por sus contínuas violaciones a los reglamentos, manejando un auto que ha llevado más golpes que pocillo é loco. Maldonado está obsesionado con el puesto 16, con una que otra breve vacación en el puesto 12.  La costosísima obsesión de Maldonado por el puesto 16  cuenta con la aprobación y visto bueno de sus patrocinadores  Rafael Ramírez Carreño  y Pedro Carreño y le cuesta $50 millones al año a la nación venezolana, es decir, a todos nosotros.  A pesar de esta diarrea de pérdidas, el patrocinio continúa porque Maldonado es uno de los dos choferes símbolos de la revolución de perdedores.
En contraste con la novela de Dickens: “Historia de dos ciudades”, en Venezuela no podemos decir: “Eran los peores días, eran los mejores días”. No puede hablarse de los mejores días en nuestro país. Pero así como Dickens nos trae en su novela un mensaje de esperanza sobre la capacidad de los países  de llevar a cabo su resurrección social, así nosotros debemos creer en la resurrección social de Venezuela.

Cuando?  No lo podemos predecir. El pueblo venezolano tiene en sus manos la clave de su resurrección pero hay dudas sobre su capacidad para usarla.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta claro que ser chofer de autobus no te capacita para mas nada, y ser corredor de karting no te hace piloto de F-1, por mas plata que le metas.