Caracas, 9 de
agosto de 2013
Querido Eduardo:
Dices:
Apreciado Amigo
Gustavo Coronel
Te escribo unas
líneas porque creo en el diálogo. Y aunque con frecuencia no coincido con tus
opiniones, admiro el coraje y la convicción con que las expresas.
Quisiera decirte
que no me siento ni “super-civilizado” ni mucho menos “en olor de santidad”,
pero sí creo con profunda convicción que la paz es mejor que la guerra y que el
dialogo es mejor que la confrontación. Y en esta posición tan elemental y tan sencilla me siento
muy cerca del Papa Francisco.
Eduardo: En
este punto debo pedirte excusas por haber usado el sarcasmo de manera
indiscriminada, lo cual no contribuye
positivamente a mi planteamiento.
Dices:
El diálogo por cierto, para ser auténtico, tiene que
estar fundado en la verdad y en la justicia. Jamás he propuesto nada que se
parezca a esconder la verdad acerca de los graves errores y de los crímenes que
se han cometido en este país en los últimos años. Y jamás he propuesto un
diálogo que signifique una política de perdón indiscriminado. Pero sí me
interesa más tratar de resolver esta terrible situación que cobrar por daños pasados
que ya no tienen remedio.
Siempre he creído
y sigo creyendo que la Paz y el diálogo son mejores que la guerra y la
confrontación, no sólo por razones de principios y de mi formación y por la
modesta experiencia acumulada en muchos años de actividad política, sino por
razones prácticas: Creo que a través del diálogo y del encuentro, como aconseja
Su Santidad, se logran más eficientemente los objetivos que queremos alcanzar.
Eduardo:
la solución a los problemas de Venezuela, en su inmensa mayoría generados por
el comportamiento inaceptable del régimen durante 15 largos años no pasa por
sentarnos a la mesa a dialogar con ellos. Usas conceptos impecables como
diálogo y paz y te apoyas en el Papa para decirnos que debemos utilizar estos
bellos conceptos en nuestra relación con gente que no ha dado ninguna muestra
de nobleza, de honestidad, de respeto hacia la disidencia, de transparencia en
el manejo de los asuntos nacionales. Con gente que ha llegado hasta la traición
y la negación de nuestra soberanía. La baja calidad humana de esa gente, en mi
opinión, invalida el diálogo como posibilidad, porque el diálogo solo es posible entre personas o grupos que pueden
tener diferencias pero que comparten principios éticos y valores morales
similares. No entre grupos que representan posturas existenciales opuestas. Dices que te interesa más ese diálogo que
“cobrar por daños pasados que ya no tienen remedio”. Lo que yo sostengo es que
esos daños tendrían remedio en la medida en la cual tratemos de cobrarlos.
Exigir retribución justa por esos daños causados es imperativo para una
sociedad, a menos que esté resignada a perder el alma.
Dices:
La breve
experiencia democrática que hubo en Venezuela entre 1.945 y 1.948 fracasó tan
rápido porque no hubo diálogo. En cambio, la experiencia democrática que se
inició en 1.958 duró cuarenta años, porque sí hubo diálogo. Esto intenté
explicárselo al Presidente Chávez en la oportunidad en la que converse con él,
y lamentablemente no pude convencerlo. La cultura del diálogo ha estado ausente
de la política de quienes asumieron el poder a partir de 1.999. ¡Que lastima!
Era una gran oportunidad para que Venezuela aprovechara la inmensa riqueza
petrolera para construir un país moderno como tú y yo lo soñamos.
Como bien
dices, el diálogo es posible cuando ambas partes están en un similar plano
ético y sobre todo, cuando es el gobierno el que inicia el acercamiento. Apuntas,
correctamente, que Chávez nunca creyó en el diálogo y lo que lo ha reemplazado,
creo que está claro, es mucho peor. Dices que este régimen que comenzó en 1999 nunca
ha tenido una cultura de diálogo y ello evidencia la imposibilidad de tenerlo.
Aguila no caza moscas, ha sido su horrendo lema. Para bailar un tango, Eduardo,
se necesitan dos que tengan el mismo propósito de bailarlo, no uno que quiera
bailar y el otro meter zancadillas. Si
solo una parte se empecina en el diálogo esa parte, en su afán de dialogar,
termina por entregar sus banderas.
Dices:
Quiero decirte
Gustavo, que yo tengo mi conciencia muy tranquila, aunque mi corazón muy angustiado, por todo lo que estamos sufriendo y por todo lo que vamos a
sufrir, si los venezolanos no somos capaces de entender que la paz es mejor que
la guerra y que el diálogo es mejor que la confrontación.
Tengo la
conciencia tranquila porque siento que, en cada momento que creí que estábamos
tomando un camino equivocado. cumplí con mi deber de alertar a los venezolanos.
Por ejemplo, yo hice todo lo posible por convencer a mis compatriotas de lo
inconveniente que resultaba repetir en la Presidencia de la República a Carlos Andrés
Pérez y a Rafael Caldera. Esas segundas presidencias impidieron los cambios que
las circunstancias requerían.
Yo me opuse, con
riesgo de mi vida, al intento de golpe de estado del 4 de febrero de 1.992. Fui
el primer venezolano que apareció ante la opinión pública condenando en
términos enfáticos, categóricos e inequívocos aquel atentado contra la
Constitución. Hasta allí duró mi vigencia política. La opinión pública premió a
quienes conspiraron contra la Constitución y a sus cómplices y en cambio castigó
severamente a quienes nos opusimos a la violencia y aconsejamos que en una
democracia los problemas debían resolverse con votos y no con balas. Con
diálogo y no con violencia. Ha sido mi prédica siempre.
Tengo mi
conciencia tranquila, Gustavo, porque yo me opuse a la elección de Hugo Chávez
en 1.998 y le rogué a mi partido que no cometiera el disparate de estar
proponiendo para la presidencia a figuras muy queridas, pero que el país no
percibía como presidenciales.
Tengo la
conciencia tranquila porque me opuse con todas mis fuerzas a la convocatoria de
una Asamblea Constituyente en 1.999, que lo único que buscaba era asegurar el
poder absoluto en las manos de un Presidente con antecedentes golpistas.
Recuerdo que entonces advertí que aquella convocatoria era inconstitucional,
innecesaria, inconveniente, imprudente e inoportuna. Creo que tuve toda la
razón. Distinguidos venezolanos que ahora merecen tu reconocimiento, como Jorge
Olavarría, ayudaron a que se cometiera ese error gravísimo del cual se derivaron
todos los demás.
Tengo mi
conciencia tranquila Gustavo porque nunca voté por ningún candidato del
oficialismo, ni siquiera en aquella elección en que se presentaron como
candidatos los dos jefes más importantes del golpe del 4 de febrero. Chávez y
Arias Cárdenas. En esa oportunidad, por primera y única vez en mi vida, preferí
abstenerme. Consideré inaceptable para mi conciencia tener que escoger entre
dos golpistas, uno supuestamente bueno y otro malo.
Tengo mi
conciencia tranquila porque en enero del año 2.003, en medio de una situación
extremadamente conflictiva que estaba despedazando al país, acepté una
invitación del Presidente de la República para dialogar y no fui a decirle
frases amables, sino a proponer fórmulas que podrían haber contribuido a resolver
el conflicto. En esa reunión estuvieron testigos tan calificados como Monseñor
Baltazar Porras, para entonces Presidente de la Conferencia Episcopal
venezolana, Monseñor Ovidio Pérez Morales, importante figura del clero, y
dirigentes políticos como Teodoro Petkoff e Hiram Gaviria.
Tengo mi
conciencia tranquila Gustavo, porque cuando el disparate del 11 de abril fui a
Miraflores y tuve oportunidad de decirle, a todo el que me quiso oír, empezando
por el propio Carmona, que el decreto que se iba a presentar era una locura
absoluta y que el país iba a rechazar, como en efecto lo hizo, esa aventura
revanchista.
Tengo mi
conciencia tranquila porque en los pocos medios de comunicación social a los
que tengo acceso, siempre he cuestionado, sin estridencias pero con profunda
convicción, los errores políticos, económicos, sociales, culturales y éticos
que son imputables al actual gobierno. También he criticado, con la discreción
que imponen las circunstancias, los errores en que a mi juicio ha incurrido e incurre
la oposición.
Tengo la
conciencia tranquila porque en la coyuntura electoral del año 2.012 asomé mi
nombre para dirigir a la alternativa democrática, convencido de que al país le
convenía una candidatura de amplitud, de diálogo y de entendimiento y tuve el
buen juicio de hacerme a un lado cuando advertí que el sentimiento
prevaleciente iba en otra dirección.
Tengo mi
conciencia tranquila porque durante todos estos años, he logrado mantener vivo
un Centro de Políticas Públicas llamado IFEDEC en donde intentamos, con
limitadísimos recursos, contribuir a la formación de nuevos líderes, que sean
mejores que nosotros y que puedan prepararse para servirle a Venezuela en un
futuro próximo de convivencia democrática. En IFEDEC procuramos enseñar
política, economía y ética que tanta falta hacen en la Venezuela actual.
Tengo mi
conciencia tranquila porque cuando estuve en las alturas del poder o en la
arena de la lucha, procure servir siempre con integridad y sin violencia.
Y porque siempre
he creído que la Paz es mejor que la guerra y que el diálogo es mejor que la
confrontación.
No hay
dudas de que ello ha sido así, Eduardo. Todo lo que dices es conocido por mí.
No es sobre lo que has hecho en el
pasado en lo que difiero contigo. Es en tu postura propicia al diálogo y al
entendimiento con la gente del régimen que nos ha acogotado por 15 años que
tengo diferencias contigo. Supongamos, por un instante, que vamos al diálogo y
nos sentamos alrededor de una larga mesa
con Nicolás Maduro y sus consejeros, Pedro Carreño, Cilia Flores, Rafaél
Ramírez, Diosdado Cabello, Jorge Giordani, la ministro de la Defensa y otros a
quien el presidente tenga a bien tener a su lado. Después de las salutaciones de rigor y de los
comentarios intrascendentes y cordiales, como progresaría la Agenda?
El Punto
1 tendría que ser algo así: Como trabajar juntos para el progreso de nuestro
país? Y en ese sentido tendríamos que
decir: Nosotros respetamos la postura socialista del gobierno pero pedimos que
se nos respete nuestra postura favorable al capitalismo y que se abran las
puertas de la economía al capital nacional y extranjero para salir adelante. No
te parece que tendríamos que pedir algo que ellos no pueden darnos,so pena de
devirtuar todo lo que loa anima ideológicamente?
Es que
acaso nosotros realmente respetamos la postura demagógica y populista que ellos
llaman socialista? Cuales serían las posibilidades de que el
régimen nos diga: caramba, creemos que es mucho lo que podemos hacer para
flexibilizar nuestra postura anti-imperialista y soberana?
Es que acaso podremos co-existir pacificamente
con el grupo que, precisamente, se ha encargado sistemáticamente, a conciencia,
de tratar de destruirnos? No son acaso nuestros interlocutores los responsables
del gran crimen económico y político cometido contra la nación? Que es lo que
podemos pedirle a un Pedro Carreño o a un Rafaél Ramírez con esperanzas de
obtener su comprensión? Para sentarnos en esa mesa tendríamos que tragarnos en
silencio los reclamos que habría que hacerle a ese grupo por los desmanes
cometidos en contra del país. Como decía yo en reciente artículo, no se trata
de dialogar con amigos sobre los sabores de los helados, que si a mi me gusta
el de chocolates y a ellos el de fresa. Se trata de dos posturas incompatibles ante
los asuntos nacionales y ante la vida misma. Un ejemplo del pasado, guardando
las distancias, porque ni tu eres el uno o yo el otro, nos puede ayudar a
comprender el presente venezolano. Winston Churchill dijo en el Parlamento, en
ocasión de la muerte de Neville Chamberlain: “Tuvo amor por la paz, luchó por
la paz, actuó con perfecta sinceridad”. Pero en 1939 fue su gran adversario
para combatir el intento de Chamberlain de dialogar y ceder espacios a Hitler,
a expensas de la seguridad británica y del mundo libre.
No abogo
por una guerra civil en la cual no podría participar por razones de edad y de
lejanía, pero si abogo por conservar intacto nuestro rechazo a un grupo que la
historia no podrá absolver, dada la horrenda magnitud de sus crímenes.
Dices:
Recibe un
cordial saludo de tu admirador y amigo.
Eduardo
Fernández
Recibe tu
también, querido amigo, mis mejores saludos,
Gustavo
6 comentarios:
Siempre lo he dicho, el candidato natural de AD era Reinaldo Leandro Mora. Pero el tipo era tan pero tan brillante que dijo: La pinga, a mi no me vean, quien comience el periodo de gobierno en 1989 no termina.
CAP, pobrecito siempre compensando ese complejo de creerse Willy Brandt, penso que estaba en 1974.
El viejo hijodeputa de Caldera, el oportunista mas grande que ha parido Venezuela (porque Maduro nacio en Cucuta), termino de joder la vaina cuando desplazo a este senor que te escribe en esa carta (Fernandez) y a Oswaldito Alvarez Paz, que se porto como un hombre el dia que Arias Cardenas llego a la gobernacion defendida con 4 policias con 120 soldados armados hasta los dientes.
Mire Gustavo, lo mejor que hizo el que pudo, fue irse, Venezuela, en este punto, ya no tiene ningun tipo de esperanza.
Un diálogo casi al nivel de Settembrini y Naphta...
Saludos
Una sola observación a su muy clara postura frente a lo dicho por el creo que bien intencionado Dr. Fernández, para ratificar todo lo dicho por Ud:
Los comunistas, y su variante chavista en este caso, SOLO aceptan dialogar cuando NO están en el poder: asi pasó con la pacificación luego de la derrota que les infligieron las FFAA venezolanas; así pasó en Colombia con el M-19 y las posteriores larguísimas conversaciones con los otros dos grupso guerrilleros. Asó pasa siempre.
El chavismo, como Ud. bien señala, desde que el sátrapa estaba vivo, durante 15 largos años ha dicho en todos los tonos que no va a dialogar. Los malandros de barrio no dialogan, imponen su ley; cuando se les acaba la manguangua, entonces, son unas mamitas; estos son unos malandros que se apoderaron del Estado. Capisci, Dr. Fernández? (Me imagino va a leer la respuesta del Dr. Coronel así como los comentarios). No se cual será la solución a esta disolución nacional que vivimos, pero no será a través del diálogo co estos forajidos (má bien me quiero imaginar una implosión del regimen y un gobierno transitorio con las metes más lúcidas y honestas que quedan, no de la MUD, por cierto, incluyéndolos a Uds. dos - si quieren of course- y a otros personajes como Petit Da Costa, por mencionar solo uno). El Dr. Fernández peca de ingenuo.
Espero ser Settembrini. Naphta terminó suicidándose después que settembrini disparara al aire! Y, además, soy de educación Salesiana, no jesuíta como Naphta. Settembrini erigió la justicia en algo fundamental. Naphta pensaba que la justicia era una palabra vacía de la retórica burguesa, que Dios y la naturaleza eran injustos.
Sin embargo, aquella pugna fué trágica, esta no.
Desde Chile intentando entender lo que pasa en Venezuela llegué a este blog. Me gustó el intercambio de opiniones, permítanme aportar modestamente con la consigna:
"Con Fernández y Coronel unidos, los chavistas corruptos serán vencidos!
¡ÁANIMO VENEZOLANOS!.
ES UN COBARDE Y DEBE SER AJUSTICIADO POR TRAIDOR A LA PATRIA, LE ESPERA EL PAREDON!!!! DEMÓCRATAS A LAS ARMAS ANTE LA ARREMETIDA COMUNISTA, EL ÚNICO ROJO BUENO ES EL MUERTO!!!!
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