No hay nada indigno en ser
chofer, especialmente si se es un buen chofer responsable, un chofer que vaya a
trabajar todos los días. Pero es indigno ser un mál chofer, un reposero. Siento
verguenza por él .
No hay nada pecaminoso en nacer
en un país dado. Lo pecaminoso es ocultar y tergiversar la información sobre su
nacimiento para obtener un beneficio personal. Por eso tengo verguenza por él.
Todos los ciudadanos tenemos el derecho a aspirar a los niveles más
altos de la jerarquía política. Pero todos tenemos el deber de prepararnos para
ocupar esas posiciones. No es posible ser un analfabeta y pretender las máximas
jerarquías. Eso es corrupción, inmoralidad, falta de dignidad. Por eso tengo
verguenza de él.
Presentar una candidatura
presidencial en un país democrático, cumpliendo con los requisitos para hacerlo
es lo normal. Presentar una candidatura en violación de la constitución y las
leyes del país, comprar conciencias para hacerlo, engañar al pueblo, apoyarse
para sus propósitos en los deseos enfermizos de un sátrapa difunto, a espaldas
del proceso democrático que debe regir en un país civilizado, es anormal y es corrupción. Por eso tengo
verguenza de él.
Ser leal a los amigos es una
cualidad. Obedecer ciegamente las órdenes de un amigo para mentir, falsificar, negarle la verdad al país,
es complicidad. Por eso tengo verguenza de él.
Pararse frente a un auditorio a
expresar una opinión es democrático e inobjetable. Aprovechar una posición de
autoridad para presentarse ante una Asamblea Nacional (por más mediocre y
arrastrada que sea) para mal leer un discurso cursi, incoherente, cínico, lleno
de mentiras y de citas absurdas que no vienen al caso y, para rematar, muy
fastidioso, es abusar de esa autoridad, es un acto de corrupción en la función
pública. Por eso tengo verguenza de él.
Pedir el cese de la corrupción,
luchar en su contra, es de aplaudir. Lo que es censurable e inaceptable es que
quien pida ese cese sea un corrupto, un inmoral, un mentiroso, que esté rodeado
de corruptos y lo sepa, porque los celebra
y los promueve y, para rematar, acuse a sus adversarios políticos de ser los
corruptos. Por eso tengo verguenza de él.
Buscar la integración regional,
ayudar al vecino, es propio de estadistas. Vender la soberanía nacional a un
país extranjero que decide por nosotros asuntos de estado o vender la soberanía
económica y petrolera porque necesita dinero para seguir corriendo la arruga y
mantenerse en el poder, revela una personalidad anormal, patológica, pequeña,
una mente colonizada. Por eso tengo verguenza de él.
Buscar la presidencia de un país
es normal. Pero buscarla para, una vez lograda a como de lugar, no gobernar,
limitarse a insultar a sus adversarios, denunciar hechos fantasiosos y pasear por el planeta en un avión alquilado a
otro país, pidiendo limosna y acompañado de familiares, amigos, cocineros y
guardaespaldas, eso es inaceptable para el país. Por eso tengo verguenza de él.
Pero también siento verguenza de
tantos venezolanos quienes, sabiendo perfectamente lo que nos está sucediendo, mantienen
un silencio cómplice, a fin de seguir viviendo de manera muelle, rodeados de
pudrición por todas partes, testigos impasibles del saqueo al erario público.
No me refiero a los miembros directos de la pandilla porque esos son malandros
activos. Me refiero a quienes ven los toros desde la barrera: magistrados del TSJ, militares,
burócratas del Poder Moral y del
CNE, embajadores que guardan silencio desde
Washington, España, Singapore o Bogotá, gente que una vez tuvo pretensiones de
honestidad y ha decidido servirle al
analfabetismo autocrático. Esa gente no tiene perdón posible.
La verguenza es tan grande que,
si no fuera por la esperanza que aun tengo de asistir a una rebelión popular
contra esta marabunta, la cual nos devuelva el honor nacional perdido, ya
hubiera roto mi pasaporte de venezolano.
Así de asqueado me siento.
1 comentario:
Yo tambien me averguenzo de ese 'ique' presidente. Pero porque nos lo calamos, cuando vamos a decir basta a tantas injusticias?
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