sábado, 25 de mayo de 2013

La visita de Antonio


en el desayuno
 
Esta semana ha sido muy especial para mí. No solo por  la graduación universitaria de uno de mis nietos, Alec, sino por la visita de mi amigo de 65 años, Antonio Pasquali. Lo fui a recibir a Union Station, el bello terminal de ferrocarriles de Washington DC. Y al verlo llegar y re-encontrarme con él después de muchos años sin vernos, no pude evitar lágrimas de alegría. Lloramos juntos, como corresponde a viejos amigos que se encuentran de nuevo.  

La vida, me dijo Antonio, ha sido bondadosa con nosotros. Estoy de acuerdo. No solo nos ha permitido permanecer en contacto durante todos estos años sino que nos ha permitido vernos de nuevo, ambos en razonable estado físico y, especialmente Antonio, en envidiables condiciones intelectuales.

Antonio llegó a Venezuel de su nativa Italia a principios de 1949, y la familia se radicó primero en Barlovento. Llegó a Los Teques  a continuar sus estudios de bachillerato iniciados en Robato, Brescia, en el Liceo “San José”. Allí nos conocimos, una mañana lluviosa que le daba al liceo un intenso olor a pino y tierra mojada, aroma que nunca he olvidado. Desde el primer momento iniciamos  una amistad cementada en gustos comunes; música clásica, en especial Brahms, Rachmaninov y Gershwin;  afición por la lectura y vocación para escribir. Disfrutábamos de larguísimas conversaciones muy solemnes sobre los esenios, sobre Mann y Hesse, sobre Mozart o Shostakovich. Después del liceo “San José” nos encontramos de nuevo en el liceo “Andrés Bello”, donde el pre-universitario comnezó a llevarnos por diferentes rutas, Antonio en filosofía y yo en Física y Matemáticas. En el “Andrés Bello” publicamos un periódico juntos: “Espiral”, nombre que pretendía simbolizar la manera como nuestra publicación se iría desarrollando, en dimensiones cada vez mayores. Duró cuatro números, en los cuales aparecieron poemas de Guillermo Sucre, traducciones de poemas de Christopher Marlowe  hechas por  Francisco Alvarez Lerzundy (.. vente conmigo y sé mi amor) , artículos sesudos de Antonio, poemas de Gerbasi en italiano (“ne ombra ne limite in questa solitudine… ) crónicas de conciertos de la OSV, la orquesta sinfónica Venezuela, donde yo me atrevía a comparar un concierto para cuatro pianos y orquesta de Bach con un joropo y a hablar muy mál de Bela Bartok. En fin, una gozadera.

La educación recibida por los salesianos reforzó nuestra amistad, al darnos valores y principios que hemos compartido toda la vida.  Antonio se fue a estudiar filosofía en la UCV y, luego, en Francia. Yo me iría a Tulsa, Oklahoma, a estudiar geología. Sin embargo, después de 65 años, esta semana  comparamos notas y constatado que, aunque nuestras vidas han seguido rutas diferentes los resultados han sido muy parecidos a nivel familiar. En el campo profesional Antonio se convirtió en un gran filósofo, en maestro y experto en las ciencias de la comunicación y ha escrito no recuerdo cuantos libros, el más reciente de ellos el año pasado. Está cargado, con justicia, de honores académicos y se ha convertido en una referencia ética nacional. Me ha servido de modelo ético, junto a mis padres, mis maestros y algunos de mis amigos. Yo me fuí por la vía petrolera.

Antonio es, cronologicamente, mi más antiguo amigo pero no el único. He tenido la suerte de tener una media docena de amigos verdaderamente entrañables, quienes me han ayudado a ser mejor persona a través de su ejemplo. Ver a Antonio y compartir con él una buena comida y largas conversaciones,  apreciar su esfuerzo en venir a vistarme  a sus 84 años, reiterarle mi admiración por sus logros y saber que aun compartimos los mismos valores y anhelos por una patria mejor, ha sido una maravillosa experiencia.

Hemos reído y llorado juntos y hemos hablado de vernos de nuevo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos a don Antonio, siempre me gusta verlo por Internet cada vez que lo invita Leopoldo. En estos tiempos de tantas envidias e hipocresías, ¡Qué bonito es ver la amistad verdadera reunida, se les nota muy bien físicamente y anímicamente, los felicito y salud!

Anónimo dijo...

Aunque soy más joven, la vida universitaria me permitió conocer a Pasquali. No entro en detalles porque no me quiero identificar.

Un gran profesor con una vastísima cultura y principios muy sólidos. Lo demuestra su posición actual: siendo un crítico implacable de la TV privada, por lo cual estaba vetado, no dudó desde el principio, como hace todo hombre honesto e inteligente, en criticar con todos los hierros(1)al régimen y a su basura propagandística. Enhorabuena, doctor Coronel.

(1) intelectuales, los físicos están en las armas de las hordas chavistas.

Anónimo dijo...

Sr. Gustavo Coronel,con cuanta felicidad he leido su articulo, una visita de un amigo, amigo de la juventud, para dos señores ya abuelos....
muy bonito. espero poder hacer algo parecido cuando el tiempo lo permita,
vivo fuera de Venezuela tambien, hace ya 21 años, y asi como leí su articulo hoy, tambien leí algo interesante, :""Aprendí pronto que al emigrar se pierden las muletas que han servido de sostén hasta entonces, hay que comenzar desde cero, porque el pasado se borra de un plumazo y a nadie le importa de dónde uno viene o qué ha hecho antes."
- Isabel Allende,
imaginese usted!! y luego leo su articulo...interesante.. porque yo tampoco he dejada ciertas amistades a un lado en el pasar de todos estos años...espero poder seguir su maravilloso ejemplo de lealtad incondicional para esos sentimientos...y aprovecho felicitarle, por todos sus increibles e interesantes articulos en general,por su forma tan criolla de decirnos a sus lectores todas sus opiniones de lo que acontece en nuestra destrozada tierra, siga con mucho animo, que sus lectores se lo agradecemos enormemente.

Anónimo dijo...

Dr. Coronel,

Realmente maravilloso leer sobre l larga amistad que usted y el Dr. Pasquali han mantenido durante todos estos años. Se ha producido en esa amistad una especie de coincidencia que además es admirable. Se inició con la inmigración del Dr. Pasquali a Venezuela y ahora el reencuentro narrado en su extraordinario artículo se realiza en momentos en que usted es un inmigrante en EEUU.

Es como si la vida les hubiera brindado la oportunidad
de compartir en este reencuentro, la visión y experiencia que cada uno ha reunido en su respectiva aventura inmigratoria.

Dios los bendiga a los dos y gracias por su estimulante artículo.

Su lector de siempre, José Rafael Buendía