martes, 20 de enero de 2015

Maduro petrolero: entre la ignorancia y la hipocresía



Uno de los argumentos que Nicolás Maduro llevó a la OPEP es que ningún país debe utilizar el petróleo como arma geopolítica. Hablaba de la postura de Arabia Saudita de no querer bajar la producción. La explicación lógica es que Arabia Saudita aspira a controlar más mercado, porque tiene producción de sobra y no necesita un precio tan alto del petróleo como Venezuela, Irán, Rusia o Nigeria. Pero Maduro lo considera un acto de agresión contra la “revolución”, porque piensa que su régimen es el ombligo del mundo.
Ese mensaje en contra de la utilización del petróleo como arma geopolítica, sin embargo, es una muestra de ignorancia y/o hipocresía. Porque el régimen del difunto sátrapa, ahora rematado por Maduro, ha estado haciendo precisamente eso desde que llegó al poder. Lo primero que hizo fue comenzar a enviar petróleo
prácticamente regalado a la Cuba castrista, para apuntalar al par de dictadores. Por algunos años utilizó petróleo y dinero derivado del petróleo para financiar a las guerrillas Colombianas. Le ha enviado petróleo y dinero a gobiernos como el de los Kirchner, en Argentina; el de Evo Morales en Bolivia; el de Daniel Ortega en Nicaragua, y el de Rafael Correa en Ecuador. Financió con petróleo la campaña del Frente Farabundo Martí en El Salvador y al gobierno del parásito José Manuel Zelaya en Honduras, a quien el régimen venezolano ha puesto en su nómina de empleados. Financió a Fernando Lugo en Paraguay. Financia hoy, a pesar de estar quebrado, la campaña de PODEMOS en España. Le dio dinero a la primera campaña presidencial de Humala en Perú. Financió con dinero petrolero a Bielorrusia y construyó estadios y casas en varios países de África. En 2005 el difunto sátrapa creó Petro-Caribe, para subsidiar a los países del Caribe con petróleo barato, a ser pagado con bananas o frijoles, con el fin de comprar sus votos en la OEA. Le regala productos del petróleo a los “pobres” de Usa, a fin de crearse una imagen de filántropo en ese país, a costa de los verdaderos pobres, los venezolanos. Le dio al Alcalde rojo, rojito, de Londres, Ken Livingstone, diésel con un 20% de descuento, para los buses londinenses, que exhibían la efigie de Chávez para que los habitantes vieran quien era su benefactor.  
Cuba le pagó al régimen esa prodigalidad enviando médicos, espías, entrenadores deportivos, guardaespaldas, asesores militares y agrícolas y adueñándose del control de la identificación, los puertos y aeropuertos, convirtiendo a Chávez y a Maduro en indignas marionetas controladas desde La Habana. La relación entre Venezuela y Cuba ha sido similar a la que mantiene una puta con su gigolo, a quien se le entrega parte de los ingresos.  Y todavía el difunto sátrapa tenía la bajeza de decir que lo que nos daba Cuba era más de lo que nosotros le dábamos. Hablaba posiblemente de su relación freudiana con Fidel.
A  Uruguay  el régimen le daba dinero para sus empresas quebradas, enviando diésel a cambio de vacas y de Argentina le enviaba productos petroleros y  recibía arroz a precios groseramente sobrefacturados para beneficio de miembros de la familia real.
Como contraprestación de todos estos actos de generosidad hechos a costa de nuestro pueblo, el régimen solo pedía lealtad política a la “revolución”.
Lo opuesto también existió y existe. Si un país se salía de la línea, se le cortaba el petróleo. Así sucedió con Paraguay, cuando el Congreso de ese país expulsó al obispo gozón, Fernando Lugo, de la presidencia. Así sucedió con Honduras, cuando el Congreso de aquél país expulsó al parásito Zelaya. Así sucedió con República Dominicana, cuando ese país dio asilo a Carlos Andrés Pérez. A Costa Rica se le amenazó con cortarle el suministro si no expulsaba de su territorio a venezolanos de la oposición. Cuando el difunto sátrapa se excitaba en sus discursos, utilizaba frecuentemente la amenaza de cortar el petróleo “a los gringos”, algo así como un mosquito tratando de amenazar a un elefante con inyectarle su ponzoña. “Ni una gota de petróleo más para el imperialismo, si se meten con Irán”, clamaba.
Ahora, Maduro anda de mendigo por todos los rincones del planeta, pidiendo dinero urgente, de rodillas, envuelto en una hamaca tricolor. Cuando tenían ventajas eran arrogantes y crueles. Ahora son rastreros y melosos, típica actitud de los cobardes.

No es lo mismo un petrolero maduro, lleno de sabiduría, que un Maduro petrolero, ignorante e hipócrita. El orden de los factores altera profundamente el valor del producto. 

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