Hablando sobre su candidatura a
alcalde de un sector de Caracas nos dice el ahora furibundo chavista, Ernesto
Villegas: No vamos a rescatar las competencias
sino la autoridad moral.
Extrañas palabras viniendo de un
tránsfuga del periodismo, quien ha sufrido una impresionante transformación, de
periodista discreto desde las páginas de El Universal, pasando por su comportamiento a lo ministro de información
de Sadam Hussein en los últimos meses, hasta llegar al mini-comecandela de hoy.
Su postura como ministro de información durante los últimos días de vida del
sátrapa fue astutamente conciliatoria, tratando de sonar razonable rodeado de
ese zoológico que es la oligarquía chavista. Pero, después de la muerte de
Chávez, ahora bajo un jefe de muy escasas facultades intelectuales, a
Villegitas se le ha destapado una ambición de poder que no le cabe en su frágil
humanidad y ha comenzado a hablar con ese tono insultante que él intuye
necesario para convertirse en líder de la chusma.
Claro que Villegitas tiene
derecho a aspirar a nadar en el pantano. En el grupo de cacasenos y bertoldinos
que lo rodea, tiene probabilidades de “surgir”. Pero lo que si no puede hacer
es atribuírse una autoridad moral que perdió hace ya algun tiempo, cuando
decidió convertirse en una ficha más de la pandilla que ha destruído el país.
Hoy leí un artículo de su hermano, Mario, quien dice que no votará por él para
alcalde sino por su rival, Antonio Ledezma. Mario dice que lo quiere, como
hermano, pero rechaza lo que él representa hoy : la pandilla de ladrones,
facinerosos e ineptos que se ha encargado de llevarnos a la ruina.
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