viernes, 3 de diciembre de 2010

La represa de Játira es noticia, después que cedió!



*** pedidos de paciencia por parte del gobierno son señal de ineptitud.

Hace un año el diario NOTITARDE, edición de la Costa, traía declaraciones de los miembros de la Comisión de Ambiente del Municipio Monseñor Iturriza, según las cuales consideraban insólito que el Ministerio de Salud y Ambiente hubiera “abandonado” el mantenimiento de la represa de Játira, permitiendo la contaminación de las aguas que la nutren. Decían los ciudadanos de la región que “era lamentable que las aguas putrefactas fluyesen libremente sin que se tomaran las acciones pertinentes”. Hace un mes Oswaldo Riera, el presidente de la Comisión arriba citada, alertó sobre la acción erosiva del Río Tocuyo en la parte posterior de la represa. Los sedimentos que arrastra el rio, dijo Riera, “permitirán el paso libre de las aguas cada vez que crezca el caudal” por la acción de las lluvias.



El edil agregaba en sus declaraciones que,en el tramo Campeche Viejo-Tacarigua,las aguas del río ya se habían llevado parte de la carretera. Pronosticó que ello llevaría a la próxima desaparición de la represa y a severos daños para las poblaciones cercanas. Decía también que la acumulación de la Bora, la planta acuática, había invadido la parrilla de protección y entorpecería cualquiera acción que se quisiera tomar para abrir compuertas, si ello era necesario. Mencionó el estado de abandono en que se encontraban las vías que bordean la represa, lo cual dificultaría cualquiera actividad de emergencia que pudiera ser necesaria.

Esto lo decía Riera hace un mes. Pero fue apenas ayer que el ministro El Aissami, ni siquiera el ministro del Ambiente, anunció compungido que la represa había cedido. Lo aceptó como un hecho fatal que haría necesario la evacuación de las comunidades adyacentes.

El grave problema de este régimen es que no gobierna, no preveé, no planifica. Acepta como inevitable lo que ocurre, cuando lo que ocurre es previsible. El Sr. Riera así lo anunciaba hace un año y, con mayor precisión, hace un mes. Los burócratas “revolucionarios” podían haberse parado de sus mullidos asientos y haberse sacudido ese sentido de fatalidad que los caracteriza, para tomar medidas oportunas para minimizar el desastre. No lo hubieran podido evitar porque esta tragedia de hoy se ha venido incubando por algunos años, debido a la desidia y la ineptitud.

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