Una de las fuentes más terribles de angustia que experimenté por años en Venezuela tenía que ver con el tráfico. En Caracas, Valencia, en carretera, donde estuviera, el tráfico en Venezuela era un componente importante de lo que llegó a ser, para mí, una vida de pesadilla. Claro, no era el único. Tuve otras fuentes de permanente angustia, entre ellas la luz eléctrica. Donde viví por diez años, cerca de Valencia, Eleoccidente no mantenia las instalaciones y, cuando llovía, seguro que quedábamos a oscuras por horas y hasta por días y ello me obligaba a ir a reclamar, a persuadir, a amenazar, para que nos restablecieran la corriente eléctrica.
Pero lo de la electricidad es otra historia de terror. Sigamos con el tráfico. Uno llega en Venezuela a una señal en rojo y para en cola detrás de seis, ocho o quince autos. Allí comienza ese terrible sentimiento de angustia: podré pasar con la verde próxima? La sensación de angustia se acrecenta al ver que los autos de las calles a la cuales les corresponde pasar se paran en el centro de la calle, bloqueando la intersección, porque no pueden seguir adelante. Más adelante, se encuentra bloqueado el tráfico. Además, cuando finalmente se prende la luz verde, ella apenas permite el paso de unos pocos vehículos. Luego viene otra vez la roja. Los intervalos entre luces son muy cortos y ello produce en los choferes no solo angustia sino el deseo de pasar en rojo, atravesarse, convertirse en alguien más vivo que los demás. Promueve el caos y la competencia entre automovilistas quienes se convierten, de personas civilizadas, en energúmenos y trogloditas.
No soy médico ni psiquiatra pero estoy convencido de que vivir así conduce a una mucho menor expectativa de vida o a mayores posibilidades de transtornos de conducta.
Cuando me vine para USA a vivir, como residente, compré mi vehículo, un Honda CRV 2003, el cual ya tiene unos ciento veinte mil kilómetros de recorrido en perfectas condiciones. Pero lo mejor es que mi angustia en el manejo ha practicamente desaparecido. Claro, aquí en USA las avenidas son más anchas y la gente es más disciplinada, pero hay diez veces más gente que en Venezuela. Hay unos 140 millones de vehículos en comparación con unos 5 millones de vehículos en Venezuela. Entonces, por qué uno se siente embotellado en Venezuela y no se siente embotellado en USA?
Hay varias razones geográficas, de infraestructura urbana y sobretodo culturales, de disciplina colectiva. Pero una diferencia que noté desde el primer momento es que, en USA, un cambio de luces de tráfico, de luz verde a luz roja y viceversa, dura mucho más que en Venezuela. Y, además, dura lo que debe durar en distintos momentos del día, dependiendo de los flujos esperados de tráfico. Y ello significa que ahora yo sé que voy a pasar en la próxima luz verde!!
Debo agradecerle a quien sea que establece estos lapsos de luz verde en USA por haber practicamente eliminado mi angustia en el volante. Por los últimos ocho años mi nivel de angustia general y mi tensión arterial han disminuído significativamente. Ahora no tengo que competir con nadie para adelantarme en el tráfico. No tengo ya que ver a los otros conductores como enemigos. Los veo como aliados en cortesía, en actitudes civilizadas. Y los rostros que veo son de todos los colores y de todas las procedencias.
No sé si voy a vivir más pero ciertamente estoy viviendo mejor, gracias, entre otras cosas, a que las luces verdes esperan por mí.
1 comentario:
Muy cierto lo que Ud expresa en este artículo. Tengo años pensando lo mismo, pero por una u otra razón he permanecido atrapado en este " Saco de Gatos" sin poder marcharme a aquí.
Celebro que alguien por primera vez ( que yo sepa) haya planteado este asunto de la manera más diáfana y real como UD lo ha hecho.
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