jueves, 23 de diciembre de 2010

Magnicidio en Venezuela? "Cherchez la eminence grise"

Todavía el difunto Raúl Reyes lo tiene agarrado de la mano y no lo suelta


La historia del crimen y de los criminales indica que el culpable resulta ser, con mucha frecuencia, el menos sospechoso. Ello es cierto, no solo en las novelas de Agatha Christie y Ellery Queen, sino en la vida real. El crimen de Danilo Anderson ha terminado por involucrar a quienes parecían estar llevando a cabo las investigaciones! A quienes aparecen fotografiados, de lo más compungidos, al lado del féretro.

Es que no sabía Pedro Carreño donde estaba Montesinos cuando él aseguró que estaba muerto? Quien iba a pensar que el asesino intelectual de Delgado Chalbaud había sido el mismo que anunció su muerte con voz quebrada por la emoción? Si usted quiere saber quien podría matar al líder despótico, vea las fotos donde aparece rodeado de sus secuaces y guardaespaladas. La Sra. Nehru, líder de la India, y Huey Long, el Gobernador de Luisiana en los años 30, lo entendieron demasiado tarde. Julio César lo supo al final de su vida, cuando debió exclamar: “Tu también, Brutus!”.

Y es que el criminal siempre resulta ser quien tiene el motivo. En el caso venezolano, Hugo Chávez ya lleva unas 30 denuncias de magnicidio, hechas en momentos políticos particularmente oportunos y estratégicos. Sin embargo, nunca nadie ha sido visto o apresado por ello. Si un magnicidio ocurriese, lo cual es altamente improbable en una Venezuela tan pacífica, tan arawaka, habría que buscar a quien tenga el mayor motivo.

Sería una mujer despechada? Hercules Poirot (en la foto) siempre decía: “Cherchez la femme”. En este caso, sin embargo, no vemos mujer alguna cercana a Chávez, no se le conoce barragana.  Sus últimas fotos besando a alguien han sido con Naomí Campbell, muy ocupada en Europa recibiendo diamantes de Taylor, el dictador de Liberia enjuiciado por crímenes; o con un travestí brasileño, o con Cristina Kirchner, quienes comparten la buena coartada de estar lejos.

Sería un rival político? Esto tiene mayores visos de certidumbre. En este campo, sin embargo, quienes tienen el mayor motivo no son los políticos de oposición sino quienes están más cerca de él y desean reemplazarlo después de doce años esperando turno. Cuando ven que el tipo va pá largo comienzan a pensar que hay que quitarlo del medio. Para ellos la via electoral no es viable porque, si pierden las lecciones sale Chávez y salen ellos también. Si ganan las elecciones…. se queda Chávez. Están como jumentos condenados a darle vueltas y más vueltas a la noria.

Y entre esos que tienen el mayor motivo, los primeros en la cola son los de la tercera edad quienes ya no pueden esperar a ser presidente, algo que han deseado fervientemente toda la vida, aunque la izquierda nunca pudiera llegar al poder ni lícita ni ilicitamente, hasta que apareció este deslave espiritual llamado Chávez.

Es en este punto de su razonamiento que Hercules Poirot diría: “Cherchez la eminence grise!”, busquemos a la eminencia gris, a quien siempre ha deseado estar en la silla de Miraflores y no ha podido, ni por las buenas ni por las malas. Poirot se interesaría mucho al leer párrafos como este, escritos por José Vicente Rangel:

“¿MIDEN LAS CONSECUENCIAS DE UN MAGNICIDIO aquellos que lo alientan y preparan? Posiblemente sí, posiblemente no. ¿Por qué la duda? Sencillo. Porque se trata de algo tan grave que cualquiera, en su sano juicio, tiene que debatirse en la duda de si en verdad el grado de irresponsabilidad de aquellos que estimulan semejante hecho, llega al extremo de no pasearse por sus terribles consecuencias; o porque teniendo conciencia de lo que puede desatar en el país tal barbaridad, no les importa porque piensan que su desarrollo puede ser controlado".

Y este otro:
“Asesinar a Chávez es un salto al vacío, y quienes piensan que el paso se puede dar sin consecuencias, son unos dementes. Es gente que ha perdido por completo la sensatez y que nada le importa el país”.

Poirot diría que quien esto escribe podría estar tratando de impresionar a la opinión pública con su postura de denunciante del magnicidio. Grita “al ladrón, al ladrón” y apunta su dedo acusador, para que la gente se vaya corriendo para la acera de enfrente. Es lo que Frank Herbert (el autor de la trilogía de Dune) llamaría una finta dentro de una finta. Algunos asesinos suelen ser sutiles.

Hercules Poirot pondría a trabajar sus pequeñas células gises y llegaría a conclusiones muy interesantes.

3 comentarios:

Veronica dijo...

Excelente entrada... Me alegra descubrirle ahora que comienzan mis peripecias blogueras.
Feliz navidad
Mis Respetos

Gustavo Coronel dijo...

Gracias Alma Emigrante! Adelante,
Gustavo

Anónimo dijo...

El de la foto de arriba arrastra varios cadáveres. ¿Cuál de los dos? Escójalo usted, querido lector, que tal vez acierte :-\

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo para ti y para todos los tuyos Gustavo, de este lector anónimo, siempre agradecido por tus exposiciones tan claras.