Su pomposo escrito de hoy contiene aseveraciones que debemos comentar por absurdas, cínicas y groseras.
La primera es decir que ustedes vienen “de una rebelión popular”. Ustedes vienen del cuartelazo de febrero de 1992, en el cual usted engañó a los soldados que mandaba diciéndoles que iban a un desfile, cuando iban a tratar de matar al presidente electo por el pueblo. Eso no puede definirse jamás como una rebelíón popular. Eso fue un vulgar golpe ejecutado por ineptos y cobardes. Por algo Manuél Caballero se refería a usted como “el héroe del museo militar”.
La segunda es pedir, cinicamente, que el pueblo los “interpele, les exija, les desafíe”. Usted, en particular, representa la negación de ese llamado. Cualquier protesta en su contra es acallada y hostigada. La manifestación de la voluntad popular es echada a un lado por las focas que le sirven en la Asamblea Nacional. Usted es un ególatra que solo escucha el sonido de su propia voz, un enamorado de su incoherencia. Lo que usted llama “el poder obediencial” no existe. El pueblo obedece pero no tiene poder. Usted tiene poder pero no le obedece al pueblo.
La tercera es decir que “somos gobierno gracias a la confianza que el pueblo ha tenido en este proceso”. Solo su pandilla de acólitos y aduladores tiene confianza en el proceso. Y a lo mejor ni ellos. Venezuela es hoy una sociedad que hierve de indignación contra sus abusos de poder. Nunca antes habia tenido Venezuela un mandatario tan despreciable y tan despreciado como usted.
La cuarta es decir que “no había mejor forma de honrar la memoria de Bolívar que con la toma de 47 latifundios….” Mál se puede honrar la memoria de Bolívar con el asalto a mano armada de la propiedad privada, del saqueo de tierras que están en producción, vergonzoso proceso en el cual han actuado miembros de una prostituída fuerza armada y de un ministro grosero y patán con pistola al cinto, como en las películas del Oeste.
Sus líneas no valen el pedazo de papel en el cual están escritas.
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