miércoles, 29 de diciembre de 2010

Lula pide "comprensión" estadounidense para América Latina


*** Un mini-ensayo sobre nuestras relaciones con el país del norte.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva…dice que "la relación entre América Latina y Estados Unidos… no ha cambiado nada” .

Agrega: “Obama tuvo un encuentro con los líderes de los países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) durante la V Cumbre de las Américas que se celebró en Trinidad y Tobago, pero… ni aún con esa cita Estados Unidos entendió la importancia de América Latina".

Dice que en varias conversaciones le comentó a Obama que "debía haber un cambio de visión" en la política estadounidense en relación a los países latinoamericanos, pero también dijo creer que ese mensaje no fue comprendido.

"En Estados Unidos deben comprender la importancia de América Latina", insistió Lula…. dijo que no puede "entender" que Washington aún se comporte como un "imperio" en su relación con la región.

"Espero que Obama visite… todos nuestros países, para que conozca nuestra realidad".

Examinemos esta “incomprensión”.
Es importante reflexionar sobre esta incomprensión que denuncia Lula porque tengo la opinión de que hay tanto o más incomprensión sobre los Estados Unidos en América Latina que sobre América Latina en los Estados Unidos. Cuando yo viajé por primera vez a los Estados Unidos a estudiar, hace exactamente 60 años, iba imbuído de esa creencia muy nuestra, que todavía está viva y coleando, que los Estados Unidos era un país muy materialista y que nosotros, en el sur, éramos sociedades más espirituales y más dadas al cultivo del humanismo. En ese sentido yo me sentía superior. Había leído a “Ariel” de José Enrique Rodó en donde la espiritualidad de nuestros países (Ariel) se pinta superior al utilitarismo del país del norte (Calibán). Para los venezolanos de mi adolescencia “el norte era una quimera”, así descrita por una izquierda venezolana que acaparaba la mayoría de los poetas y escritores en la Venezuela de los años 50. Veo, no sin sorpresa, que hoy en día muchos de los jóvenes y los no tan jóvenes de América Latina conservan esta creencia y esto nos lleva, como a Lula, a pensar que los Estados Unidos “no nos comprende” y que deben rectificar en su actitud hacia nosotros.

Algunos de los planteamientos relacionados con esta percepción que ha encontrado eco en el presidente del gigante geopolítico latinoamericano incluyen:

· La tesis de que somos países aún jóvenes y el norte debe ser tolerante con nosotros

· La creencia de que USA tiene el deber de ayudarnos en el aspecto material, porque los estadounidenses tienen mucho dinero, mientras nosotros nos ocupamos de las más importantes cosas del espíritu, de cultivar el “dolce far niente”, así como de bailar el tango o la salsa

· La exigencia, hecha un día cualquiera, de que USA debe ocuparse más de nosotros y la igualmente enfática exigencia, al dia siguiente, de que USA no se meta en nuestros asuntos.

· La creencia de que nosotros le podemos hablar dura o hasta rudamente a los “gringos”, a lo Fidel o a lo Chávez, porque somos soberanos pero que los estadounidenses no nos deben hablar así a nosotros, porque ello representa un atropello a nuestra dignidad.

· La tesis de muchos de nuestros líderes según la cual nuestra pobreza y atraso es culpa del imperialismo del norte que nos ha asfixiado.

Falsas Percepciones.
Estas y otras creencias configuran una actitud de permanente reto y demandas de las sociedades del sur hacia el país del norte, siempre acompañadas de esa creencia de que somos superiores en las cosas del espíritu.
Las percepciones arriba enumeradas son, en su mayoría, falsas. Decir que somos países jóvenes olvida que cuando Chicago fue fundada, a mediados del siglo XIX, Coro y Caracas tenían más de 250 años de existencia. Hoy en día Chicago tiene un Producto Interno Bruto casi dos veces mayor al PIB de Venezuela.
Eso de pedirles ayuda material porque es lo único que necesitamos de ellos es rotundamente falso. Si hay algo que los Estados Unidos pudiera enseñarnos es como crear ciudadanos, como llegar a tener un sentido de integridad nacional que nos haga miembros de una sociedad realmente solidaria.
Tratar a los “gringos” con rudeza, lo que los diplomáticos llaman un lenguaje “franco”, refleja, más bien, un gran desconocimiento de como se manejan las cosas en USA. Cuando un líder latinoamericano dice que el gobierno de USA los está atacando, porque lee un editorial crítico sobre la región o su país en el New York Times o en el Washington Post, revela no solo un gran complejo de inferioridad sino una total ignorancia sobre la escasa influencia del gobierno sobre la prensa libre de los Estados Unidos. Creen que estos diarios son como VEA, el diario de Chávez, que solo publica lo que Chávez le ordene.
La tesis de que USA es el culpable de todos nuestros males no pasa de ser un mito inventado por los líderes latinoamericanos ineptos y corruptos, quienes habilmente le echan la culpa al norte de todas sus carencias e irresponsabilidades. Este es un tema que Carlos Rangel y, luego, los Vargas Llosa, han analizado con lujo de detalles.
Más allá de todas estas falsedades existe una realidad que indica como el norte ve con atención hacia el sur mientras que el sur no se molesta en tratar de estudiar sobre el norte. En los Estados Unidos existen unas 7000 universidades y colleges, con una población estudiantil de unos siete millones de estudiantes, de los cuales unos 700.000 son extranjeros (por cierto, 125.000 de estos estudiantes provienen de China). Aunque no he podido encontrar la referencia exacta, al menos 300 de estas universidades y colleges ofrecen un título y hasta post-grados en estudios latinoamericanos y miles ofrecen cursos sobre historia, geografía, política, economía o cultura latinoamericanas. Hay por lo menos 50 a 70 grandes centros de documentación sobre América Latina en las principales universidades del país, entre ellas los de la Universidad de Texas en Austin, Texas y la Universidad de Stanford, en California. Casi todos los centros de reflexión, Think Tanks, de los Estados Unidos tienen programas sobre América Latina. Solo en Washington, la ciudad capital, hay más de 20 Think Tanks y unas 30 universidades que se ocupan de estudiar y reflexionar sobre la América Latina. En todas esas instituciones hay presencia de, e interacción con, el gobierno del país, con su Poder Ejecutivo y su Congreso. En Venezuela, al contrario, la interacción entre universidades y gobierno es solo a base de “gas del bueno”.
Cuando estuve escribiendo un libro, “Venezuela, La Agonía del Sub-desarrollo”, 1990, hice mi investigación en la Biblioteca del Congreso, en Washington. Cuando pregunté sobre periódicos venezolanos del siglo XIX, cuales tenían y si podía verlos, me respondieron: “Los tenemos todos. Cual quiere ver y que año”?
Cada día encontraba en mi mesa asignada de trabajo los ejemplares que requería el día anterior. No sé si nuestra biblioteca nacional podría decir lo mismo.
Además de estos inmensos recursos educativos e intelectuales, existen diferencias actitudinales significativas. Muchos norteños nos ven con genuino interés y cordialidad, mientras que muchos de nuestros compatriotas ven hacia el norte con resentimiento por su poder y riqueza y porque han creído en la tesis de que nuestra pobreza es culpa de ellos. Obama se inclina ante el emperador del Japón, no por sumisión, sino porque la conciencia de su poderio lo libera de complejos y de arrogancias compensatorias. Chávez insulta a los Estados Unidos todas las semanas porque ello le “da cachet” de macho vernáculo ante sus seguidores. De este lenguaje “digno” que no pasa de ser mál educado no se libraron ni Pérez ni Caldera ni Lusinchi, pero si se libró Betancourt, quien trató a Kennedy de igual a igual, sin falsas arrogancias y hasta con cierto aire paternal.
La rudeza de nuestros líderes frecuentemente escondía una reticente admiración. No por casualidad los presidentes venezolanos exiliados, casi todos, fueron a vivir en…. Nueva York, desde Páez hasta López Contreras, Medina y Betancourt (Gallegos vivió en México y en Oklahoma).

Cuando leo lo que dice Lula sobre USA me pregunto: Quien debería tratar de comprender mejor a quién? Es que acaso el camino es de una sola vía?

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