domingo, 24 de febrero de 2013

Agonía y muerte en el GULAG venezolano



RAYMA.

Si los transeuntes dejaran morir desangrado a un ser humano, tirado en la calle, se hablaría de insensibilidad, de desprecio por la vida, de negligencia criminal. Como llamar a quienes obervan morir, día trás día, a la Venezuela democrática? El continente entero ve la muerte progresiva de Venezuela con macabra curiosidad, como quien ve a un agonizante animal o a un ser extra-terrestre. En los organismos internacionales, en los gobiernos de la región, existe esa actitud de contemplación de un país otrora importante, agonizando bajo las pezuñas de la bestia socialista. Hay hasta secreta satisfacción en algunos de aquellos países que en el pasado resintieron la arrogancia de los viajeros venezolanos, cargados de dinero  petrolero, la gente del “ta barato, dáme dos” que los definía como nuevos ricos incultos. Y hay alborozo en aquellos países donde mandan los Castro, Ortega, Correa, Morales o Kirchner  que le chupan a Venezuela la mayor cantidad de dinero posible, mientras puedan.
La indiferencia y hasta alborozo por la agonía de la sociedad venezolana no está limitada a los observadores externos. Asombrosamente, es compartida por los mismos venezolanos. Con pocas excepciones ven morir al país en silencio, con indiferencia. Son muchos que ni siquiera se dan cuenta de lo que les sucede y creen que viven en el mejor de los mundos. Unos porque todavía reciben las limosnas, otros porque aun no han sido víctimas del hampa en esa lotería que es la vida en las ciudades venezolanas o, más sencillamente, porque ayer encontraron leche en el mercado. Día a día se va muriendo el país mientras sus habitantes se  van conformando con lo bueno que todavía les queda, un bueno que se hace más pequeño a cada amanecer.
Esta pasividad ante la propia agonía no es inexplicable. El ser humano posee una gran capacidad de adaptación al sufrimiento, a la carencia, a la humillación. Así como Abraham Maslow postulaba que el ser humano, una vez satisfechas sus necesidades básicas, desarrolla expectativas cada vez más altas de educación y auto-realización, también parece ser capaz de irse acostumbrando a transitar en la dirección contraria, a aceptar la indignidad, si esta llega de manera progresiva, casi al ritmo cotidiano. Un día es el apagón, otro día es la falta de agua, otro la carencia de alimentos, hasta un asalto del malandraje que “pudo ser peor”. Hay sociedades que han estado o están en niveles muy inferiores de indignidad y aun permanecen en silencio. En el GULAG, el sistema de prisiones y campos de concentración de Stalin, murieron más de dos millones de presos entre 1930 y 1950 que comían basura y ratas para sobrevivir. En Corea del Norte, en 2012, murieron de hambre más de 10.000 personas y se han comenzado a documentar casos de familias que se comen a los hijos pequeños.
En Venezuela todavía no se ha llegado a eso. Pero, quien ha dicho algo sobre el anuncio de un inminente cierre de SIDOR? Hubiera sido esto motivo de silenciosa aceptación hace 20 años?  Es que acaso no ha acatado en silencio la sociedad venezolana, apenas utilizando el ridículo como unguento espiritual para su humillación,  el reciente fraude del cual ha sido objeto con el asunto del muerto, agonizante, mudo o como se quiera llamar al personaje que protagoniza la gran telenovela? Me temo que todavía falta mucho maltrato, mucha indignidad, mucha humillación a ser sufrida en silencio. El continente entero contempla fascinado este denigrante espectáculo de una sociedad que se resigna cada día a vivir en un país progresivamente degradado.   

4 comentarios:

Inercia dijo...

Es cierto. Por alla en los anios 70s, existia una gran admiracion (o envidia, quizas) por los Venezolanos que viajaban al exterior y derrochaban el dinero como si sus billeteras se volvieran a llenar por arte de magia. Y que decir de los coches de 8 cilindros, las "naves" que ya los Gringos no podian mantener por el elevado costo de la gasolina. Los pampantes Venezolanos se daban un lujo especial con un irrisorio costo subsidiado de combustible. Hasta muchos vecinos en las fronteras se lograban beneficiar del bajo costo de los alimentos y se creaban "mercados negros" que traficaban combustibles y alimentos. Eran tiempos que atraian a miles de imigrantes a aprovechar la bonanza de una moneda con mas poder adquisitivo y el desfile de bienes de consumo de Japon y de otros paises entonces productores de pendejadas electrodomesticas. Se decia que minimo en cada cambuche de un Venezolano, por mas humilde que fuese, habia dentro de sus enseres, tremendo televisor a color, un sistema Stereo envidiable con todos los fierros, y una nevera llena de Polar.
Hoy solo se oyen lamentos de los buenos tiempos en Venezuela. Las opiniones son mixtas en el exterior: unos denigran del Chavismo con mucha indignacion; otros, los Chavistas, se comportan con el derroche de los anios 70s, exhibiendo una aparente nueva riqueza.
Pero quizas todo esta inercia de la Venezuela de hoy, este ligada a decadas, quizas siglos, de relativo pacifismo. Excepto por algunos cientos (los que sumados pueden ser miles) de ciudadanos que han muerto luchando contra el establecimiento oficial, no se conocen otras escaramuzas de mayor envergadura. En otras palabras, Venezuela ha sido un pueblo pseudo-pacifico. Y desde luego, no es necesario que hayan millones de patriotas muertos como para verificar muestras claras de nacionalismo y rebeldia social.
Ahora bien, si es posible que lleguemos a millones con todos esos muertos a mano del crimen comun, los que mueren en las carceles, y muy pronto, los que moriran de hambre. Pero aun sus muertes no seran producto de orgullo nacional. Mas bien, en el futuro, un monumento a la inercia social, a la indiferencia, podria ser erigido en honor a la Venezuela de hoy.

Anónimo dijo...

Lo de Corea del Norte ya pasó en China, cuando "el gran salto adelante" del mayor asesino de la historia, Mao. Esta documentado en el libro-testimonio El Imperio Rojo (*), que cuenta la saga de dos mujeres rusas casadas con chinos, uno de ellos Li Lisan, temprando dirigente delpartido comunista quien, comoera usual, cayó en desgracia.

Las familias intercambiaban niñas, para no tenerse que comer a las propias. Niñas, por el mal hábito chino de preferir a los niños. Si no tenían niñas o no tenían estómago para hacer el intercambio, iban a los cementerios a comer cadáveres. Eso es el comunismo.

(*) Hya otras fuetes, además

SOUBLETTE dijo...

Yo no puedo entender la indiferencia y pasividad de los venezolanos. En Corea del Norte, un padre se comió a su hija. El comunismo es una maldición satánica.

Anónimo dijo...

El gran problema de todo esto es que el pueblo Venezolano se esta acostumbrando a que lo malo es la norma y tal como lo dijo Bolivar, se esta acostumbrando ser mandado por la misma persona. Es pasmosa la paciencia o la indeferencia de todo un pueblo que se ha dejado someter por un regimen corrupto, ineficaz para resolver los problemas basicos, titere de extranjeros castrocubanos, e ilegitimo.