domingo, 19 de marzo de 2023

DE LA GRAN COLOMBIA A LOS NICOLASITOS

 

                                     

                                                           Nicolasito Maduro

                         

                                          Nicolasito Petro y su padre el presidente


Durante el siglo XIX existió brevemente lo que fue un sueño de los libertadores, una Gran Colombia integrada por los territorios de Venezuela, Nueva Granada, Quito, Guayaquil y lo que es hoy Panamá. A la muerte de Bolívar, su gran defensor, cada quien “se fue por su lado”, creándose naciones independientes: Venezuela, Colombia, Ecuador…

Durante el siglo XX Colombia sufrió una larga lucha interna promovida por las guerrillas pero logró establecer una sólida democracia, gracias a los aportes de  grandes presidentes tanto liberales como conservadores. Venezuela, por su parte, sufrió una larga dictadura pero emergió de ella estableciendo una vigorosa democracia y llegando a ser un modelo político para otros países de la región.

Durante el siglo XXI Venezuela y Colombia han visto sus democracias profundamente deterioradas con la llegada al poder de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela y de Gustavo Petro en Colombia,  gobernantes autocráticos, llenos de complejos y resentimientos, imbuidos de ideologías populistas que llevan a una nivelación hacia abajo. Aunque Chávez y Maduro han tenido mucho más tiempo en el poder que Petro, parece claro que Petro va por el mismo camino de los venezolanos, a juzgar por sus discursos, de estilo y contenido casi  idénticos a los del chavismo, con igual pretensión de colocarse por encima de las leyes establecidas. En Venezuela este abuso del chavismo ha sido tolerado debido a la complicidad y cobardía por parte de las élites políticas y empresariales del país. En Colombia la reacción de las élites ante Petro aún está por verse.

Aunque con algunas importantes diferencias, los Nicolasitos, los hijos de Nicolás Maduro y de Gustavo Petro, ilustran el deterioro de lo que una vez fuera la idea superior de la Gran Colombia. Aquél sueño de libertadores, aquel momento de gloria  republicana, es hoy una triste realidad mediocre cuyos autócratas tienen hijos corruptos que se preparan políticamente  para heredar lo que pudiera definirse como monarquías de la barbarie.  

Nicolasito Maduro

El hijo de Nicolás Maduro, Nicolasito, quien ya fue sancionado en 2019 por los Estados Unidos por corrupto, tiene unos 32 años, es diputado, vicepresidente del PSUV, el partido del chavismo, lleva a cabo actividades ilícitas en la zona de Guayan, donde ha contribuido al desastre ecológico extrayendo oro y otros minerales, en combinación aparente con guerrilleros colombianos. Ver: https://www.elmundo.es/loc/celebrities/2020/12/07/5fca1b3dfc6c8314778b45bf.html .

Según el Mundo, diario de España, Nicolasito es el enviado especial de su papá a Corea del Norte y acostumbra a dar órdenes a funcionarios públicos como si ya fuera presidente. Fue designado por el padre investigador del caso de corrupción Odebrecht y los lectores se imaginarán que clase de investigación se llevó a cabo. Según INFOBAES, ver: https://www.infobae.com/america/venezuela/2023/01/26/la-sofisticada-estrategia-de-los-testaferros-de-nicolasito-maduro-para-evadir-las-investigaciones-en-su-contra/, Nicolasito tiene testaferros, los hermanos Santiago y Ricardo Morón Hernández, quienes son dueños de empresas de construcción beneficiadas con numerosos contratos. Según reporta El Mundo ellos  ayudan a Nicolasito en sus andanzas en el arco minero, mediante las cuales compra oro a bajos precios y lo revende al Banco Central de Venezuela a sobreprecio.

Es evidente que a Nicolasito lo están “preparando” para ser el sucesor del padre. En sus fiestas hacen caer lluvias de dólares sobre las cabezas de los invitados.  Cuando tenía 23 años fue nombrado por su papá Jefe del Cuerpo de inspectores especiales de la presidencia de la república, nada menos que para luchar contra la corrupción.

            Nicolasito Petro

La aparición de este Nicolasito en la escena política colombiana ha sido posterior a la del Nicolasito venezolano pero aparentemente de similar tendencia, ver:

https://www.infobae.com/colombia/2023/03/03/quien-es-nicolas-petro-el-polemico-hijo-del-presidente/.

Es  diputado por el  Departamento del Atlántico. Está acusado por su ex - esposa de haber recibido dinero de narcotraficantes para financiar sus campañas electorales. Académicamente está bastante mejor preparado que el Nicolasito venezolano. A diferencia del Nicolasito venezolano no es un incondicional seguidor de su padre sino que le ha criticado con alguna frecuencia sus políticas. Fue sancionado y multado por el Consejo nacional Electoral de Colombia por irregularidades cometidas durante las elecciones de 2019.

En base a las acusaciones de su exesposa el presidente Petro dice que lo deben investigar. 

LOS DOS NICOLASITOS

Aun con diferencias importantes en las relaciones de  los dos Nicolasitos con sus padres hay ciertas similitudes que ilustran la degradación de los sistemas de gobernanza en los países que una vez fueron la Gran Colombia y que hoy son  liderados por políticos rústicos, los tiranuelos de los cuales hablaba Bolívar. En ambos casos la carrera política de los hijos está inevitablemente enlazada a los nombres de sus padres. La conducta de Maduro en Venezuela es abiertamente criminal, ya que  promueve los desmanes de su hijo.  Es alentador que Gustavo Petro en Colombia no le haya dado al hijo solidaridad automática. Sin embargo, los dos casos ilustran la tendencia que existe en el entorno político de ambos países a la existencia de familias que buscan perpetuarse en el poder.

 

NOTA: LA DEMOCRACIA EN LOS ESTADOS UNIDOS MUESTRA UNA TENDENCIA TRIBAL SIMILAR

En los Estados Unidos existe una tendencia más atenuada pero similar hacia la perpetuación de las tribus en el poder político.  A pesar de existir tanta gente de talento en el país las presidencias y las posiciones de máximo poder político tienden a concentrarse cada vez más en familias o clanes. La familia Roosevelt, la familia Bush, la familia Kennedy, son ejemplos de esa tendencia a la concentración de poder en familias o pequeños grupos. También lo son la candidatura de la Sra. Clinton, esposa del ex - presidente Clinton y la posible candidatura de la Sra. Obama, esposa del ex - presidente Barack Obama.  Las razones de esta tendencia son diferentes al caso de nuestros países gran colombianos pero también pueden llevar a mecanismos de elección no necesariamente basados en la meritocracia.   

miércoles, 15 de marzo de 2023

EL BEISBOL: AZUCAR QUE NO PRODUCE DIABETES

 


                                        Vidal López, el muchachote de Barlovento

Viendo los juegos de la Serie Mundial del Béisbol estoy disfrutando inmensamente, en particular al ver que naciones como Israel, Australia y Holanda juegan tan bien en equipo, a pesar de que no logren ganar a los grandes, como USA, Santo Domingo, Japón o Venezuela. Mi simpatía por el más débil logra satisfacción al ver como los pequeños se tutean con los poderosos, ya que la pelota es redonda.   

El béisbol siempre ha sido parte importante de mi vida.

Acababa yo de cumplir los nueve años de edad, en 1942, cuando mi papá me anunció que había contratado a Venancio, el mejor chofer de Los Teques, para que nos llevara a Caracas a ver un juego de béisbol. Jugarían el Magallanes contra un nuevo equipo, el Cervecería Caracas, esencialmente integrado por siete de los héroes de la serie mundial  que se realizó en La Habana en 1941, en la cual el equipo venezolano derrotó a Cuba amparado en los lanzamientos de Daniel, “Chino”, Canónico. Cervecería había logrado contratar a José Pérez Colmenares, Luis Romero Petit, Julio Bracho, Enrique Fonseca (El Conejo), Héctor Benítez (Redondo), Juan Francisco Hernández (Gatico) y José Antonio Casanova. Además contaban con Ramón Fernández (Dumbo) y con Félix Machado (Tirahuequito) y Luis (Mono) Zuloaga. Por el Magallanes lanzaría mi ídolo, Vidal López (el Muchachote de Barlovento). Por Cervecería Caracas lanzaría Alejandro Carrasquel (El Patón).

El día del juego nos levantamos muy temprano y abordamos el vehículo de Venancio, acompañados de un buen amigo de mi padre, a quien todos llamaban “Morrocoy”. En Los Teques de esa época casi todo el mundo tenía un apodo. Yo era llamado “Vitamina”, por ser muy delgado pero vivaz y bastante asomado. El viaje de Los Teques a Caracas se hacía por la estrecha carretera serpenteante que, saliendo del Pueblo, pasaba por Zenda, donde podía verse una casa de estilo europeo que alojaba a un misterioso personaje de quien se decían cosas macabras. Luego vendría una alcabala, en la cual yo le saqué la lengua al policía, lo cual fue motivo de una breve detención, resuelta amigablemente gracias a la persuasiva intervención de Venancio.  

La carretera había sido construida durante la dictadura de Gómez. Estaba llena de curvas, esculpida en los gneises, esquistos y  mármoles de edad cretácica (yo lo sabría más tarde, al estudiar geología), vueltas y vueltas hasta llegar a los valles cercanos a Antímano. Allí paramos a comernos unas arepas. Al llegar a Bella Vista, la entrada a Caracas, Venancio nos  anunció que de Los Teques hasta Bella Vista había 27 kilómetros. El Morrocoy comentó: “Y eso que nos paramos como media hora en Antímano”.  A mis nueve años, respetuoso del Morrocoy, debí hacer un gran esfuerzo para no hacer un comentario.

Llegamos al estadio de San Agustín un par de horas antes de que comenzase el juego y pudimos entrar sin demora al estadio. Me admiré de su tamaño, con capacidad para unas 10000 personas, todas sus tribunas de madera. Logramos asientos cerca de la tercera base y vimos a Vidal López bateando pelotas hacia el  jardín central, así como al Patón Carrasquel y al Mono Zuloaga, calentando el brazo con la ayuda del Conejo Fonseca, usando una pelota que parecía de hierro.

Ese juego lo ganó el Magallanes, con el picheo de Vidal López, a quien solo le dieron cinco hits. Después del juego nos fuimos a comer un hervido de gallina en el restaurant de los hermanos Álvarez y luego emprendimos el regreso a casa. Yo iba muy contento por la victoria de mi equipo, el Magallanes pero el resto del pasaje lucía melancólico ya que eran partidarios del Cervecería Caracas.

Ya hace  80 años de ese evento beisbolero que fue de gran impacto para mí. Aunque ya coleccionaba fotos y estadísticas sobre mis jugadores favoritos y había visto jugar en exhibiciones llevadas a cabo en Los Teques  a luminarias del béisbol negro, como Joshua Gibson, Cocaína García y León Day, ese viaje al estadio San Agustín fue mi primera incursión en el mundo del béisbol “organizado”.  

Desde aquel momento en adelante el béisbol ha sido un fiel acompañante de  mi vida, deporte que jugué hasta los 52 años (ya como softball) y  del cual he sido asiduo espectador. De una manera que no vacilo en calificar de inmadura me acostumbré a conectarme con un jugador  preferido, a quien sigo con especial cuidado  y cuyas hazañas y fracasos vivo como propias.  Ese ha sido el caso de Vidal López, luego Héctor Benítez (Redondo), Luis Aparicio (padre), Alfonso Carrasquel, Luis Aparicio (hijo), Luis (Camaleón) García, César Tovar, Andrés Galarraga y Miguel Cabrera. Al retirarse Cabrera este año tendré que trasladar mi idolatría hacia José Altuve, quien creo será miembro del Hall de la Fama, como Luis Aparicio (hijo) ya lo es  y como lo será también Cabrera (Omar Vizquel también calificaría pero ya parece muy difícil que lo elijan).

Mi actitud es inmadura ya que, así como paso un buen día cuando mi jugador lo hace bien, paso un día irritado cuando su actuación es gris.

El béisbol es más que un deporte, es una guía de vida.  Hace muchos años leí en un libro que el béisbol era lo más parecido a la inmortalidad, ya que siempre habría un nuevo juego.  Por su parte, el escritor y pensador Mike Robbins nos dice que el béisbol educa. Entre otras cosas, nos enseña a apreciar el momento. También nos enseña a hacer las cosas de manera progresiva, pues hay que llegar a primera, avanzar a segunda y a tercera, antes de anotar una carrera. El béisbol nos ayuda a enfocarnos en lo que podemos controlar, no perder el tiempo argumentando si un lanzamiento fue bola o strike o lamentándonos porque está lloviendo. Nos enseña que el fracaso, los errores mentales o físicos, son parte integral del evento y que siempre es posible la redención, pasar de ser villano a ser héroe.  El béisbol también nos enseña, como decía Yogi Berra, que el juego no termina hasta que termina, es decir, hasta que la gorda cante. ¡Me da escalofríos pensar en quien es la gorda!

El mayor impacto que ha tenido el béisbol en mi vida es ese que siempre habrá otro juego, que detrás de los nubarrones siempre se insinúa el arco-iris, que no hay manera de ganar el juego con una estrella sino que se necesita un equipo y que, detrás de un lanzador que logra un juego perfecto, siempre  hay un receptor que lo ha guiado pero que casi nunca logra el mismo nivel de reconocimiento. Ello me ha enseñado que nuestros posibles logros son en gran medida el producto de lo que nuestros padres, maestros y amigos han logrado transmitirnos, al apoyo del equipo. El béisbol es un efectivo antídoto contra la vanidad, la arrogancia y  auto suficiencia.  

Sobre todo el béisbol es como azúcar que no produce diabetes y que enriquece la vida espiritual y nutre el carácter de millones de niños y, por qué no, de aquellos adultos que tienen la suerte de seguir siendo niños. 

lunes, 13 de marzo de 2023

ESTATISMO PETROLERO: MONSTRUO DIFÍCIL DE MATAR


                                            https://underworlds.games/criaturas/hidra/ 

 

La terrible experiencia de Petróleos de Venezuela y su progresiva degradación a manos del estado no ha curado a los políticos venezolanos de la terrible enfermedad del estatismo. De nada ha valido que estos políticos hayan visto (y bastante de ellos, promovido) el desastre petrolero más grande de la historia. Muchos de ellos aún llevan el veneno de la estatización firmemente sembrado en sus mentes y promueven el control de la industria petrolera venezolano por parte del estado, alegando que:

·       Es un asunto de soberanía petrolera

·       Es lo patriótico

·  Tenemos muchos talentos para garantizar el buen manejo de la industria

·     El petróleo es nuestro, así tengamos que invertir el dinero que sea necesario

·      Los beneficios financieros del petróleo en manos del estado han sido satisfactorios

·       Debemos “rescatar” a PDVSA, no privatizarla

·  Es “necesario conservarla en manos del estado, para evitar la transferencia de recursos del estado a la élites económicas

·       Privatizar sería quitarle el petróleo al pueblo

Soberanía petrolera

El concepto de soberanía petrolera ha sido históricamente esgrimido por la extrema izquierda venezolana y hasta por la derecha (COPEI) para argumentar la necesidad de mantener el monopolio y control operacional de la industria petrolera en manos del estado. El gran error de esta postura ha sido suponer que la soberanía petrolera es sinónimo de control total operativo y financiero de la industria petrolera por parte del estado. Esto es errado. Durante los últimos 23 años de chavismo el estado ha tenido total  control de la industria petrolera y, en nombre de la soberanía, ha generado el peor de los desastres en esa industria. En los cursis planes de la patria ese concepto es una de las bases fundamentales de la llamada revolución bolivariana. El resultado de su aplicación ha sido un desastre operacional, financiero, tecnológico y humano, al convertirse a PDVSA en una gran quincalla de importación de comida podrida, constructora de casas que se caen, financista de misiones populistas e inefectivas, en la caja chica de Chávez, primero, y de Maduro después, hasta que el colapso fue total.

Ello la ha llevado a entregarse en manos de Chevron y de Irán para que medio le compongan el desastre, lo cual representa una grave derrota ideológica. Mucho antes, la llevó a entregar buena parte de su producción petrolera a Cuba, en un acto de traición que es antítesis de soberanía.   Pretendiendo ejercer la soberanía petrolera el estado chavista entregó la soberanía total.

    Patriotismo

El patriotismo es otro de los conceptos esgrimidos para exigir la estatización de la industria petrolera, el cual dice que ponerla en manos de operadores extranjeros sería – según los “patriotas” -  una traición a la patria. Paradójicamente, uno de los mayores traidores a la patria del período chavista, Ali Rodríguez Araque,  títere de los Castro, escribió un libro en 1997 para “defender el patriotismo” petrolero, verlo aquí: http://www.pdvsa.com/images/pdf/publicaciones/libros/privatizacionpetrolera.pdf . Rodríguez habló de los “despojos” hechos a la nación por la apertura petrolera de la década de los 90 y por otros proyectos petroleros contratados con empresas extranjeras, los cuales aumentaron significativamente la producción petrolera para el beneficio del país. Años más tarde este “patriota” presidió sobre la destrucción de PDVSA, al ponerla al servicio del chavismo, promoviendo la entrega a Cuba de 100.000 barriles diarios de petróleo esencialmente gratis.

 

 No hay que privatizar porque tenemos talento criollo

Luis Emilio Rondón, El líder de Un Nuevo Tiempo, UNT, el partido de Manuel Rosales, quien – por cierto - hizo desastres en la empresa Monómeros, argumenta en contra de la privatización de PDVSA, llamándola una maniobra de la “extrema derecha” y dice que “aquí hay suficiente talento para recuperar a PDVSA” (Twitter). Usted debería saber, Sr. Rondón, que el talento no es quien dicta las políticas sobre la empresa. Precisamente, el talento desapareció de PDVSA y de Venezuela el día que Chávez, pito en mano, la despidió para adueñarse de su manejo. La ambición de control total sobre la gallina de los huevos de oro terminó con una PDVSA en manos de ladrones, narcos, lavadores de dinero e incompetentes civiles y militares, desde Ciavaldini hasta El Aissami, pasando por el largo túnel Ramírez Carreño. Por otro lado, Sr. Rondón, el talento es apenas uno de los  pilares de una industria petrolera exitosa. Los otros tres: tecnología, capital y equipos bien mantenidos también están por el suelo y escasean más que el talento.   

El Petróleo debe ser nuestro, Cueste lo que Cueste

Este es un argumento de Rafael Quiróz Serrano, quien dice que el petróleo debe seguir siendo de los venezolanos a pesar de los ingentes montos financieros que se necesitan para su reconstrucción. Este experto hace una equivalencia entre la propiedad y el control total de la operación, lo cual es erróneo. Venezuela bien puede tener el control total de su industria petrolera sin tener que invertir dinero propio y sin tener que operarla directamente. Todo lo que se requiere es una agencia competente de supervisión estatal de los contratos que se firmen con las empresas privadas para el manejo de la industria. La verdadera propiedad que interesa a la Nación es la de los ingresos del petróleo, no la propiedad de las herramientas de producción.

 

 

La renta petrolera manejada por el estado ha sido satisfactoria, no es necesario privatizar

José Guerra, el economista y exdiputado (expresidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional de 2015), considera que la captación histórica de renta con las petroleras en manos del Estado ha dado beneficios a la nación. Alegó que en los principales países productores (excepto en Estados Unidos), los Estados son los propietarios de las empresas petroleras. Y agrega,  «Por algo será». (Twitter)

Esta aseveración de José Guerra es bastante debatible, sobre todo porque los períodos de mayor captación de rentas por parte del estado ocurrieron durante la etapa concesionaria, cuando se combinaban varias disposiciones del estado que obligaban a las concesionarias a pagar impuestos a precios de referencia y a producir a niveles impuestos por el ministerio del sector. Durante  el chavismo el proceso de captación de rentas petroleras fue caótico, a pesar de altos precios petroleros durante varios años, caos debido a la corrupción en la empresa y a un Banco Central despojado de autonomía, el cual terminó dando dinero a PDVSA, no al revés.  

En los estados petroleros más prósperos el petróleo está en manos privadas o parcialmente privadas y las empresas petroleras estatales son manejadas con criterio empresaria, como empresas privadas. Por ejemplo, ARAMCO, la empresa estatal de Arabia Saudita tiene cinco directores del sector privado, quienes – según puedo ver en internet -  ni siquiera son de nacionalidad saudí.   

“Rescatar” a PDVSA, no privatizarla y llevarla a 6 millones de barriles diarios

Así lo pide el líder de Primero Justicia, Carlos Ocariz (Noticiero Digital): “«El debate no debe ser si Pdvsa es privatizada o no, sino enfocar la discusión en cómo rescatar la compañía de la mano del sector privado y en cuánto tiempo podemos producir 6.0 millones de barriles diarios, que era la meta que Venezuela tenía a finales de los noventa.”

PDVSA no es rescatable por varias razones: es una marca ya desprestigiada mundialmente; la moral de la organización está destruida; sus cuadros gerenciales y técnicos están por debajo del mínimo y habrá muchos problemas para depurarla de sus numerosos elementos indeseables actuales. En un país en el cual la salud, la educación, la infraestructura están por el suelo, estas deben ser las primeras prioridades, no el financiamiento de una empresa petrolera estatal.  

Por otra parte, hablar de llevar a PDVSA a producir 6 millones de barriles diarios es ignorar la realidad petrolera actual, las fuertes tendencias mundiales hacia la transición a energías limpias (ya que muchos de los 6 millones de barriles tendrían que ser petróleo pesado de la faja) y la magnitud del esfuerzo financiero que requeriría semejante objetivo.  

 

Debemos proteger los recursos del estado

En este sentido el economista y experto en materia petrolera, Francisco Rodríguez, expresó que en un país con las debilidades institucionales y la tradición de captura del poder público de Venezuela, «la privatización de PDVSA no haría más que asegurar la transferencia de enormes recursos del Estado a las élites económicas que se posicionarían para adquirirla».

No comprendemos este argumento de Rodríguez. Contratar empresas privadas para que produzcan petróleo venezolano, haciendo las inversiones requeridas, operando y produciendo eficientemente el petróleo, actividad a ser remunerada de común acuerdo entre las partes, no tiene por qué involucrar transferencias de recursos del estado a élites económicas. Al contrario, puede significar liberar recursos del estado (hundidos o por hundirse en la industria petrolera) para otras áreas donde el estado los requiere urgentemente (salud, educación, etc.), dejando la actividad económica de riesgo en manos de un sector privado sujeto a supervisión del estado.

      

             Privatizar sería quitarle petróleo al pueblo

El líder político, Henrique Capriles, actualmente en campaña electoral después de algunos años de enchinchorramiento, ofrece esta perla: “Hay muchas cosas que vamos a decir en este recorrido, que las vamos a defender. El petróleo, por ejemplo. El petróleo es del pueblo ¿Qué, van a venir a quitarle el petróleo a la gente?”.

Lo sucedido en los últimos 23 años muestra a quienes tengan ojos para ver que la industria petrolera en manos del estado ha sido un desastre. Aún antes, durante los años de 1985- 1999, la industria petrolera en manos de PDVSA ya mostraba indicios de politización. El petróleo fue efectivamente del pueblo bajo Medina, Betancourt, Leoni, Caldera I, cuando aún no estaba “nacionalizado”. Bajo Chávez lo que hubo fue un reparto populista, de compra de lealtades políticas y un reparto de dádivas a los amigos ideológicos del chavismo en todo el mundo. Durante estos 23 años de horror chavista el pueblo nunca ha sido dueño del petróleo.  Pero Capriles se muestra como un demagogo barato al decir esto, por cierto muy elogiado por Rafael Ramírez, uno de los principales responsables de la debacle petrolera durante el chavismo.

 ¿Quién ha resultado ser el verdadero dueño del petróleo estatizado bajo el chavismo? La pandilla que tiene sus cuentas en bancos de Italia, Andorra, España, Suiza, Rusia; los contratistas de PDVSA como los bolichicos y Petrosaudí, las empresas como Odebrecht, las cuales tenían a varios líderes de oposición en sus nóminas, las familias Flores y Chávez y sus allegados.  

                     

Frente a estas pretensiones demagógicas se alza hoy la voz de María Corina Machado, a quien acompaña una buena parte de la Venezuela sensata e inmunizada contra el veneno estatista.

miércoles, 8 de marzo de 2023

“THE BILL OF OBLIGATIONS”, by RICHARD HAASS.

 

                




                                                                    A REVIEW

 

Dr. Richard Haass, the president of the Council on Foreign Relations has written a magnificent book titled: “The Bill of Obligations” in which he expands on two central ideas: (1), the most urgent threat to American security and stability is not to be found abroad but within the nation, and (2), the threat is the deterioration of the concept of citizenship, the emphasis on rights – as consecrated in the constitutional amendments – without a corresponding set of civic obligations. He quotes educator Max Hartz: “Rights without duties lead to lawleness, even as duties without rights can lead to slavery”.

Haass illustrates the dangers: 40 presidential transitions in the U.S. went without a hitch until the elections of 2019 when President Trump insisted, despite evidence, that results had been fraudulent and tried to overturn them. His attitude has led a substantial of Republican followers to deny electoral results, weakening bipartisan cooperation while encouraging political violence. Democracy, says Haass, seems to carry the seeds of its demise, as illustrated by Weimar Germany and by Venezuela under Hugo Chavez and Nicolas Maduro and warns about a progressive loss of common identity which could lead to the collapse of the country.

The U.S. is particularly vulnerable, he says, because constitutional changes that could improve on the quality of citizenship are difficult to implement since they would require very large majorities in congress or in state legislature. This explains why the American political system is becoming more unresponsive to address the most pressing issues such as quality of education, climate change, debt and the opioid crisis. National political parties are becoming weaker and the original concept of a melting pot seems to be giving   way to the emergence of ideological silos resentful of each other.

So, what to do? Haass suggests a partial list of things that can be done, such as ending gerrymandering, regulate social media to control content that incites violence, establishing term limits for judges and congressmen and, particularly, actively promoting civics education.

Dr. Haass recommends that the Bill of Rights should be complemented by a Bill of Obligations, so that American democracy can experience the reforms that are required.

The Bill of Obligations

Dr. Haass establishes ten main obligations to complement the Bill of Rights:

I.                To Be Informed

II.              To Get Involved

III.            To stay Open to Compromise

IV.            To Remain Civil

V.              To reject Violence

VI.            To Value Norms

VII.         To Promote the Common Good

VIII.       To respect Government Service

IX.            To Support the Teaching of Civics

X.              To Put Country First

Being well informed

The obligation of being well informed is probably one of the weakest aspects of life in the U.S. Too many citizens are prisoners of their prejudices and will only listen to what reinforces their preconceptions. Only the well informed can vote responsibly. Haass quotes Daniel Patrick Moynihan:  “everyone is entitled to his opinion, but not to his own facts”, stressing the needs for fact-based positions rather than opinion-based positions. In his extraordinary book “The Revenge of Power” Moises Naim makes a similar point when describing what he calls the Post-truth, one of the main tools utilized by non democratic leaders to consolidate their power.

To get involved

Citizens are obliged to participate. If not someone will decide for him/her. Lack of involvement is usually the deciding factor in elections, as when George W. Bush defeated Al Gore by 537 votes in Florida out of about six million votes cast. The author adds that voting is not the only manner of participation. Individual civic initiatives are important, as exemplified by Rosa Parks refusing to sit in the back of the bus.

Democracy, Haass says, cannot be a spectators sport.

Staying open to compromise

The third component of the Bill of Obligations, to stay open to compromise, is a controversial one since the boundaries between compromise and surrender can sometimes be tenuous. When is compromise acceptable and when equivalent to surrender? Haas mentions at least two criteria: one, when gains exceed losses, the other one, in the line of Gandhi, when no principles are violated. It would seem to me that compromise can be a valid tool when the two sides are essentially morally equivalent, as in the case of two political parties in a democratic country or two religious groups trying to settle a matter of procedure. However, when the two sides inhabit different moral provinces compromise becomes undesirable.

Remaining Civil

Remaining civil is the fourth component of the proposed Bill of Obligations. Haass says civility is closely aligned with manner, courtesy and respect. In calling for civility Haass mentions the case of the friendship between Ruth Bader and Antonin Scalia, having very different views but committed to civil behavior

Rejecting Violence

There are valid alternatives to violence in order to bring about political and social change. Haass mentions civil disobedience, civil protest and voting. It is true that civil protests and disobedience can generate violent reprisals from the political regime in power, as has been often the case in North Korea, Russia, Venezuela or Iran.  In the U.S. violence erupted in January 2020, when a mob attacked congress trying to prevent the peaceful transfer of power. Republican leader Mitch McConnell called it a violent insurrection, now widely considered to have been a terrorist act.

To value Norms

In his exhortation of norms Dr. Haass touches perhaps upon the essential component of American exceptionalism, what De Tocqueville called, in 1831, “The habits of the heart”, to explain the success of the U.S. society. Norms are unwritten traditions, codes of conduct. Dr. Haass says that the letter of the law is often insufficient to sustain democracy, which finds additional solid support in its unwritten norms. As a 2003 immigrant from Venezuela I find this one of the most beautiful aspects of life in America, the fact that most collective attitudes in the country are based in tradition, passed across generations, on handshakes without the need for legal complexities. One of the most respected norms, Dr. Haass says, has been that of respecting electoral outcomes, calling the acceptance of electoral results critical to democracy. Acceptance gives legitimacy to the winner allowing him/her to do the job effectively. Under this light Trump’s denial of the results of the 2019 presidential election can be seen as an attack on American democracy.

Promoting the Common Good

Dr. Haass says that the promotion of the common good is one of the fundamental obligations of man, as dictated by the world’s major religions and philosophers such as Judaism, Hinduism, John Donne, Martin Luther King and John Stuart Mills, among others. One of the enemies of this obligation, he says, is American individualism, a trait that can often morph into selfishness.

Respect for Government

Respect for government service is another obligation, albeit controversial. Government is often seen as an intruder, as being too powerful. Haass quotes Reagan’s saying: “the nine most terrifying words in the English language are: I am from the government and I am here to help”. Haass says that since government decides on issues influencing a full third of the national economy we should want the best and the brightest to be involved in government service and suggests promoting a voluntary one or two year service tour for young Americans.

Teaching Civics Education

The next obligation, supporting the teaching of civics is a topic very close to my heart. He worries that Americans seem to be losing their sense of identity. The obligation to pass down the essentials of what it means to be an American citizen is weakening. He says that the U.S. is a country grounded not on a single religion or race or ethnicity but on a set of ideas and these ideas should become the central component of civic education.

This, he adds, is not what is happening in America. Only eight states and the District of Columbia require a full year of high school civics while ten states require little or none. Less than 20% of all colleges and universities require any civics education as a condition for graduation. Dr.  Haass recommends making civics education mandatory in order to graduate from high school or college. The main components of an education in civics should include the structure of government, the rights and obligations of citizenship and a reasonable knowledge of the process of governance, emphasizing the need for civility and fact based opinions.

A personal input



 One of my main interests for the last decades has been the need for civics education in my native country, Venezuela. I find it serendipic that this book by Dr. Haass appears at the same time as a book of mine on a similar subject. My book is in Spanish, “Fábrica de Ciudadanos” (A Factory of Citizens”) and advances two ideas almost identical to the ones presented by Dr. Haass in his book:  (1), civic rights need to be supplemented with civic obligations and (2), civics education should be mandatory.  This explains my delight in reading Dr. Haass book which carries the same essential messages.   

There are two or three areas in which I place different emphasis.

 The first one is that I consider civics education mostly from the perspective of ethical, civic virtues, rather than about improved knowledge about government and political processes. The asymmetry between rights and duties is of a similar nature in Venezuela and the U.S. but much worse in Venezuela. While in the U.S. the strength of civic duties has deteriorated in the last decades, in Venezuela it has been historically very weak. The Venezuelan constitutions have numbered about 27 and all have been full of guarantees for rights but almost absent of obligations. Venezuelan society lacks much of those norms that De Tocqueville identified in U.S. society as “habits of the heart”, the social customs and attitudes even stronger than legal obligations.

The second difference is that Dr. Haass calls for civics education to be given at the high school and college levels while I advocate a program of civic education in values for Venezuela starting at the kindergarten level, 4-5 year olds, continuing through elementary and secondary schools, until the person enters college or the labor market. After so many years of suffering populist and/or dictatorial regimes Venezuela requires a new model of citizenship based on moral, civic values such as tolerance, solidarity, duty to the community, honesty, principle-based behavior and self-sufficiency,  values which have been dormant  during the years of government paternalism. I would suggest that such an approach is also necessary for the United States but, in general, it seems that civics education is best absorbed at very young ages rather than at the end of the adolescence, when the person enters college. I propose this program as mandatory for Venezuela, something which in the case of the U.S. might not possible.     

Tenth obligation: Putting country first

 Dr. Haass calls for putting the country and American democracy before party and person, a specially urgent requirement at a time in which partisan political agendas and greed for power are trying to prevail over the national interest. The author warns about short term considerations prevailing over the long term view and about decisions based on desired personal or tribal outcomes rather than “institutional thinking”. 

There is an aspect that could have been added in this section of the book, the relation between the national interest and the global interest.  

What happens when choices have to be made between the national interest and the interest of our blue planet, our ultimate “country”?  This is an issue of the greatest importance and very much in the limelight, as illustrated by Jair Bolsonaro’s deforestation of the Amazon Basin based on notions of political sovereignty or by former President Trump’s decision to pull the U.S. out of climate change control agreements. 

Conclusion, quoting from Dr. Haass text:

American democracy will endure only if obligations join rights at the core of a widely shared understanding of citizenship…. Citizens should demand that those they elect do what is best in the interests of American democracy…. But obligations as defined in the book are moral, not legal undertakings…. As such, difficult to insert into the constitution, a difficult and slow moving process…. the hope is that the book stimulates conversations about citizenship and alters the context in which American politics are conducted… the future of the country and indeed the world depends on it.

A WELCOME BONUS: Where to go for more

At the end of the book Dr. Haass offers a superb list of reading, TV content and suggestions for personal experiences which complement the proposals made in the book.