jueves, 30 de septiembre de 2021

¿Qué es una vida feliz?



 François Poulenc me lo explica en 3 minutos.

https://www.youtube.com/watch?v=ITjoWz7Unuo&list=RDITjoWz7Unuo&start_radio=1

Oyendo este Nocturno No 1, escrito en 1929, he podido recrear mi vida entera, en tres minutos y nueve segundos. La he visto pasar con absoluta nitidez desde mi niñez, pasando por mi adolescencia, mi juventud, mi maravilloso viaje con Marianela y, ahora, en mis años de reflexión, gran resumen de mí vida y preparación para un gran viaje

 No me pregunten cual es la explicación de algo que no la tiene, solo puedo decirle que  he reconocido mi periplo en cada nota, que he podido identificar cada inflexión musical como correspondiente a definidas etapas de mi vida, cada momento de volar alto o de sentirme  solo y desasistido, cada uno  los grandes segmentos de felicidad que han predominado en mi vida.

Este nocturno me ha dado un momento de epifanía. No es el primero. He escrito sobre otro, el cual sentí en un vuelo de Houston a Washington, a 40.000 pies de alturas, escuchando la sinfonía 8 de Dvorak, sobre todo el allegro capricioso, el cual me generó un sentimiento inefable de bienestar y de encaje armónico total con todo y todos quienes me rodeaban.

Al escuchar este nocturno # 1 de Poulenc he podido repasar mi vida entera.  Yo así lo he sentido así porque lo he escuchado viendo por mi ventana un cielo de un purísimo azul de otoño, el viento acariciando los árboles, teniendo a mi lado una foto de mi querida Marianela ofreciéndome su dulce sonrisa, esa sonrisa que siempre ha iluminado mí vida.  

sábado, 25 de septiembre de 2021

TESTIMONIO DE UN VIEJO PETROLERO: CONFERENCIA DADA EN EL IESA, AGOSTO 13, 2021

 Hasta el dia de hoy:

2272 lecturas. Siguen sumando unos 20 lectores por hora.... 

PRIMERA JUNTA DIRECTIVA DE PDVSA Y ASESORES.  ESTOY A LA DERECHA DE RAFAEL ALFONZO RAVARD



ESTA ES LA GRABACIÓN DEL EVENTO EN EL IESA: 

Grabación: https://drive.google.com/file/d/11Zz3NX2vTqx65KIo1jS7ELFz4_t0ChH0/view?usp=sharing


ESTOS SON LOS COMENTARIOS: 

Chat: https://drive.google.com/file/d/1NBdxE14ZFJSVsh2NlFXoqoXV8Zj71O-y/view?usp=sharing

                                Esta es la versión escrita de lo que dije:

 

                  TESTIMONIO DE UN VIEJO PETROLERO

 

Pienso que podría ser interesante para ustedes el testimonio personal de un testigo de primera mano del proceso de nacionalización (estatificación) de la industria petrolera venezolana. No son muchos los miembros de mi generación que aún sobreviven y aún menos quienes están dispuestos a transmitir sus experiencias con candor.

 

 

1.    DE LOS TEQUES A TULSA Y REGRESO A VENEZUELA

 

Soy miembro de una generación venezolana mimada por la vida, la cual vivió plenamente la etapa luminosa de la democracia venezolana, una etapa que abarcó la presidencia de López Contreras, Medina Angarita, Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera I y la primera mitad de la presidencia de Carlos Andrés Pérez.

Nací en Catia en agosto de 1933, estoy a días de cumplir 88 años.  He visto pasar por la escena política venezolana 17 presidentes o dictadores.  Soy un producto estricto de clase media, media venezolana, de la cual me siento muy orgulloso. Compartí mi niñez y adolescencia en Los Teques con un grupo de muchachos que, aunque productos de una vida aldeana, poseían generalmente una visión universal. Leíamos a Mann y a Hesse y éramos aficionados a la música clásica. En sus vidas adultas estos muchachos serían rectores universitarios,  poetas, periodistas  y destacados ambientalistas.

   Mi familia era mis padres y una hermana. No éramos ricos pero no éramos pobres. Mi padre le daba a mi madre todos los días un fuerte, cinco bolívares, lo que se llamaba el diario, con el cual compraba todo lo necesario para el día. Los Teques era un pueblo encantador y encantado,  donde algunas mujeres tenían barbas, los ratones se comían el telón del cine del pueblo y enterraban a los muertos al son de las guarachas en un vehículo llamado La Muertorola.  Era un pueblo de montaña de unos 10.000 habitantes, sanatorio para tuberculosos, de gentes sanas y bondadosas,  donde las familias dormían con las puertas abiertas. Fui inmensamente feliz en mi niñez y normalmente inseguro y tímido en mi adolescencia. Los años en Los Teques me permitieron hacer grandes depósitos en el Banco de la Felicidad, los cuales me han servido para pasar casi toda mi vida cantando para mis adentros y, ocasionalmente, hasta en público. Estudié bachillerato con los salesianos en el Liceo San José de Los Teques, quinto año de Física y Matemáticas en el Andrés Bello y, al momento de entrar a la universidad central, la encontré cerrada por orden de Pérez Jiménez. Entonces decidí irme a Tulsa, Oklahoma, a estudiar Geología, lo cual exigía un sacrificio financiero significativo a la familia. En ese momento era el único hombre de la familia Coronel que no estaba preso, ya que mi padre y mis tres tíos paternos estaban en prisión por ser adecos. Sin embargo, mis padres apoyaron mi decisión. Antes de irme a Tulsa estuve tres meses en Queens College, Nueva York, aprendiendo inglés, de enero a marzo de 1951. Pasé de Los Teques a Nueva York en materia de horas, de aquella apacible aldea neblinosa con arrieros y beatas en las estrechas calles, a la ciudad más excitante del mundo, donde estaba nevando, yo sin abrigo, sin hablar el idioma. El método que utilizaba el colegio para enseñar el idioma tenía dos grandes ingredientes: leer todos los días el New York Times y ver una misma película tres y cuatro veces. 

De Tulsa me enamoré  a primera vista, un amor que nunca ha amainado. Allí no solo aprendí geología sino que cambié totalmente de personalidad, pasando de ser tímido e introvertido a ser extrovertido. Inclusive llegué a ser el maestro de ceremonias del show anual de la universidad y salía con Rue McClanahan, quien mucho después llegó a ser una de las tres Golden Girls de la televisión. En mi segundo año allá, recibí una beca de la empresa Shell, de $150 al mes, más la matrícula y los libros, lo cual alivió mucho la carga de mi padre, quien me enviaba la mitad de su sueldo, unos $90 al mes. Desde ese momento yo comencé a enviarle a mi familia $30 al mes.

En esos años 1951-1955 el prestigio de los venezolanos en Tulsa era muy alto. Cuando fui a una tienda de ropas a comprar un traje por cuotas el dueño me dijo que los venezolanos que habían comprado en su tienda eran todos muy correctos. Los primeros venezolanos en la universidad de Tulsa llegaron en 1931, entre ellos Siro Vásquez, quien luego sería un vicepresidente de Exxon a nivel mundial.   De mis compañeros estudiantes, profesores y de la gente de la ciudad recibí grandes refuerzos para mi auto- estima. Me hicieron sentir especial y ello cementó para siempre mi relación con Tulsa, donde regresé muchas veces y donde estudiaron después mi hijo, una de mis hijas y mi yerno. Soy miembro del Hall de la fama de Ingeniería de la universidad, uno de los cuatro venezolanos nombrados ex - alumnos distinguidos y fui miembro de su Junta Directiva (Trustee) por tres años, en la década de 1980.  En Venezuela promoví la creación de una asociación de exalumnos de la universidad que contó con unos 200 miembros. 

Regresé a Venezuela en 1955, graduado de Geólogo y de inmediato me reporté a trabajar en Shell de Venezuela, en la oficina de Maracaibo.  Me dieron tres días para comprar ropa de campo y los utensilios personales necesarios antes de enviarme al campo. Mi primer sueldo fue de Bs. 1800 al mes.

La Maracaibo de 1955 era una ciudad espectacular, de amplias avenidas, muy arbolada, de una impresionante limpieza, al menos en la zona donde yo trabajaba, en un bello edificio de corte colonial inglés llamado Las Laras, el cual creo que aún existe.

Maracaibo  me causó una profunda impresión porque era muy diferente al centro del país. No era tan grande como Caracas pero se veía mejor planificada, con un centro de la ciudad antiguo cercano a la Plaza Baralt pero muy moderna en la zonas circundantes al casco central.

A mi llegada la empresa Shell de Venezuela tenía cuatro o cinco geólogos venezolanos. Nuestro nivel académico era generalmente inferior al de los geólogos holandeses, suizos e ingleses, quienes tenían doctorados. Por ello, no me dieron un grupo geológico de inmediato sino que fui asignado a un grupo geológico que contaba con un geólogo extranjero. No comencé como piloto sino como copiloto. Trabajé junto con Harold Reading, quien luego se convertiría en una leyenda como profesor en Oxford, creo que aún vive en sus 90 largos, luego con Otto Renz, uno de los geólogos suizos más famosos que han trabajado en Venezuela, con Kiewiet de Jonge, un geólogo/geógrafo holandés, quien se convirtió en uno de mis mejores amigos y a quien visité un año antes de su muerte en San Francisco, California y con Konrad Habicht, uno de los geólogos más notables que he conocido y quien fue uno de mis mentores en la empresa.  Con miembros de este grupo cementé amistades que me durarían toda la vida. Al año me dieron un grupo geológico, volé solo.

Fui geólogo de campo, durante 5 años, en los cuales hice íntimo contacto con la gente del campo venezolano y aprendí a valorar sus cualidades de cordialidad y generosidad y a sentir inmensa compasión por su estado de indefensión y su carencia de protección por parte del estado y de la sociedad urbana.

 Ahorré el 90% de mi sueldo porque en el monte no podía gastar nada. Regresé a Maracaibo y, con el dinero ahorrado,  me casé con la reina del carnaval, una bella muchacha, con quien estuve casado 62 años de total felicidad, hasta que hace un año la perdí al corona virus y desde entonces he dejado de vivir en tecnicolor para vivir en blanco y negro. Nuestro primer año de matrimonio lo pasamos en La Haya, donde trabajé como geólogo regional, lo que es un internista en el campo de la medicina, integrando resultados de diversas fuentes para armar un mapa de posibilidades petrolíferas en una región. Esta fue una verdadera luna de miel de un año, durante el cual paseamos por toda Europa.  

      

       EXPERIENCIAS EN SHELL Y CVP

Mi primera etapa con Shell duró diez años, desde 1955 hasta 1965. En esa etapa no tuve acceso a niveles de decisión estratégica y solo puedo hablar como empleado de bajo a mediano nivel. Pero si puedo decirles lo siguiente. En todo momento sentí que la empresa me trató justamente y cuando tuvo que hablarme duro lo hizo, para mi beneficio.  Elaboró un buen plan de desarrollo de carrera para mí y así lo constaté cuando, como director de la empresa nacionalizada, pude leer, con emoción,  mi archivo de personal durante mi carrera en Shell. Allí pude constatar que la empresa me había considerado un activo apreciable, de alto potencial, al cual había que entrenar, mover de un sitio a otro, ir mejorándolo, a fin de que pudiese realizarse dentro de la empresa. Durante el séptimo año en la empresa mi supervisor me evaluó y me dijo que mi rendimiento no era el deseable y que debía ir  a Lagunillas a trabajar como ingeniero de operaciones en el Lago, a fin de redondear mi experiencia técnica. Tenía razón y yo así lo acepté, a pesar de que involucraba una democión. No dije, como otros si lo hicieron, que ello era el producto de discriminación contra los venezolanos. Mi decisión  de aceptar positivamente  la crítica y corregir mi comportamiento selló el éxito posterior de mi carrera.

El curso que toman nuestras vidas  está condicionado por nuestra propia actitud y por eventos, algunos fortuitos y que pudiesen llamarse serendipios. Estando en Lagunillas, regresaba al hotel Lagunillas del lago, cubierto de barro, a las 3 de la mañana, cuando salía de allí el Gerente General Pocock, quien sería luego el jefe de la Shell mundial, con su esposa, vestidos de etiqueta. Me dijo: me alegra ver que alguien trabaja mientras nosotros nos divertimos. Y me pidió mi nombre. Ese encuentro fortuito cambió mi vida. El cambio llegó porque días después él me preguntó si yo quería ir a Indonesia, país en el cual Shell estaba en un grave apuro pues Sukarno había botado del país a todos los ingleses y  holandeses y el campo petrolero de Tandjung y la refinería de Balikpapan estaban paralizados. Ir tendría que ser a riesgo de mi vida porque la situación en el país era muy difícil pero me ofrecían una promoción y triplicar mi salario. Acepté y debí ir solo por el primer año, después del cual mi esposa y mis dos hijos se unieron a mí. Durante ese tiempo corrí aventuras peligrosas. Entre ellas un intento del sindicato comunista de tomar la empresa, lo cual nos llevó a los 15 extranjeros a organizarnos para sentarnos en la silla del gerente de manera continua, a fin de no entregar el símbolo del poder. En eso estuvimos tres meses, 24 por 7, además de tener que hacer nuestro trabajo ordinario, hasta que el sindicato se rindió y abandonó su intento. Tuvimos a punto de perder el oleoducto debido a un cochino atravesado en el interior de la cañería que paralizó el bombeo del petróleo, que es muy parafínico. Sukarno envió un telegrama diciendo que fusilaría a la gerencia de la empresa si se perdía el oleoducto. Ello fue de gran incentivo para que lo pudiésemos recuperar.

En Indonesia fui extranjero y mi experiencia en Venezuela en mi relación con los extranjeros que iban allá me ayudó mucho a comportarme en Indonesia como un extranjero modelo. Aprendí el idioma y traté a los nacionales del país con cordialidad y amplitud.

Ejemplo: visita al comandante militar de la isla para pedir mis “corotos”. 

Cuando regresé a Venezuela mi carrera en Shell se disparó rápidamente y mi actuación en Indonesia me dio gran impulso pero en 1965 me encontré con Fernando Delón, un ingeniero a quien yo siempre admiré, como Director de Exploración y Producción de CVP en Maracaibo y me pidió que lo fuera a ayudar. Me llevó a hablar con Rubén Sáder Pérez, un brillante gerente del sector público  y me convencieron de dejar SHELL para irme a la CVP. Pockock, quien era el presidente de Shell en Venezuela, me habló y me dijo que se sentía traicionado por mí, ya que él había intervenido personalmente en el desarrollo de mi carrera en Shell, lo cual era cierto. Y me dijo, una vez que te vayas de Shell no podrás regresar jamás. Estaba furioso conmigo. Yo le dije que CVP era pequeña y me necesitaba más que la Shell, empresa grande. Que yo sentía que tenía un deber con el país.

Diez años después, yo era miembro de la junta directiva de la empresa PDVSA y Pockok era el presidente de la Shell mundial y vino a visitarnos, le dimos un agasajo y al verme de nuevo vino a mí, me estrechó la mano y me dijo: “Gustavo, tu tenías razón”. 

En CVP estuve dos años como Gerente de Exploración. La CVP fue un sueño romántico pero imposible. Sáder Pérez decía: No somos un enano,  tenemos todo lo que tiene un adulto más grande. Exploramos, producimos, refinamos, vendemos productos en el mercado. Sin embargo, la CVP nunca pudo ser lo que se pretendía, el remplazo realista de las multinacionales. Nunca pasó de ser una empresa en miniatura. Así lo comprendí. Un día el Dr. Sáder Pérez me llamó y me dijo que debíamos perforar un pozo en el lago cuanto antes, ya que el gobierno requería comenzar actividades exploratorias en dos semanas. Yo le dije que seleccionar una localización requeriría tres meses. El me repitió que tendríamos dos semanas y – entonces- le respondí, de muy mal talante: “pues, zumbemos un sombrero al agua y donde caiga, allí perforamos”.

Y salí de esa reunión y renuncié. Vi  el daño que la presión política podía hacerle a la gerencia petrolera. Años más tarde, en PDVSA, tendría ocasión de enfrentarme a  presiones de mucha mayor dimensión.

 

2.    COMO CONDICIONA LO ANTERIOR TU VISIÓN DE LAS MULTINACIONALES Y EL ESTADO

Basado en mi experiencia de la industria petrolera de unos 18 años, para el momento en el cual comenzó el intenso debate sobre la nacionalización, en 1973, yo me había formado un modelo mental de la industria petrolera que consideraba apropiada, cuyos componentes principales eran:

·      La gerencia de la empresa debía ser profesional, apolítica

·      Las decisiones estratégicas del negocio no deberían tomarse en base a  coyunturas políticas o económicas sino en base a consideraciones de largo plazo en las cuales predominase el interés de la nación

·      Venezuela no debía estatizar su industria. En 1973 ya existía una combinación de reglamentos y leyes que le daba al estado una alta participación, sin los riesgos inherentes al negocio, sin que tuviese que invertir su propio dinero en el desarrollo de la industria

·      La Ley de Reversión había obligado a las concesionarias a reducir su actividad exploratoria y sus inversiones de largo plazo para concentrarse en las actividades de extracción. Ello le daba a la industria petrolera venezolana una fisonomía de empresa en liquidación

·      Esto conduciría, inevitablemente, a la decisión política de adelantar la reversión, es decir, a estatificarla 8 años antes de la expiración normal de las concesiones. El estado tendría que pagar por lo que iría a obtener sin costo algunos años después.

·      Hubiese sido preferible extender las concesiones o, si era políticamente necesario para el estado participar directamente en la operación, convenir en una fórmula de empresas mixtas con las empresas multinacionales.


 

3.    Cómo veías la nacionalización entonces: una amenaza a conjurar, inevitable, fin de siecle?

 

En 1973, en paralelo con los acontecimientos mundiales, especialmente los de Libia, donde Gadafi había puesto a multinacionales como Occidental de rodillas, el fervor nacionalista en Venezuela llevó al mundo político a presionar para nacionalizar (estatificar). Yo la veía como indeseable pero inevitable, ya que en Venezuela hablar en contra del sentimiento nacionalista era considerado una traición a la patria. En 1973 la tajada del gobierno en los ingresos de la industria era del 85% +. Esto sería imposible de obtener en un esquema nacionalizado, ya que tendríamos que asumir los riesgos del negocio e invertir nuestros propios dineros.

La nacionalización fue una decisión política, impulsada por la errónea idea de que la soberanía nacional estaba lesionada por el sistema de concesiones. El país político, muy izquierdista, se sentía en necesidad de llevar a cabo lo que veía como una ‘segunda independencia”.

 

4.    Tú rol en Agropet y las discusiones con el gobierno - ¿qué pensaban otros petroleros?

 

Un día de 1974, en el cafetín de la Shell,  me reuní a tomar café con Marcos Marín y Odoardo León Ponte a cambiar impresiones sobre lo que se avecinaba y decidimos formar una agrupación de gerentes y técnicos petroleros para intervenir en el debate sobre nacionalización. Hicimos un análisis de la situación y de lo que el país requería en materia económica, política, psicológica y de la necesidad de que la gente del petróleo entrara a debatir con el mundo político sobre lo que ellos conocían. El éxito de esta iniciativa fue instantáneo. Alquilamos, de nuestro bolsillo,  un salón para 30 personas en el hotel Tamanaco para la primera reunión y llegaron 600 personas, por lo cual el dueño del hotel, Rafael Tudela – al ver la muchedumbre - nos abrió el Gran Salón por el mismo precio. Esa noche formamos la organización, se eligió la Junta Directiva y entramos de lleno en el debate,  contrastando nuestras ideas con las de los líderes políticos de todos los matices. 

Nuestra participación fue decisiva en cambiar la fisonomía vengativa de una estatificación  a sangre y fuego en un proceso más civilizado y beneficioso para el país. En Miraflores, donde acudimos 400 miembros de la Gente del Petróleo, a hablarles al presidente Pérez y a su gabinete sobre lo que debía hacerse, dije que no se debía permitir en PDVSA a los políticos de carrera, que la gerencia debía ser apolítica y que no deberían existir interferencias o presiones indebidas sobre su actuación.

La actuación pública de los gerentes y técnicos venezolanos  durante los intensos debates de 1974 y 1975 fue decisiva en modelar las decisiones que se tomaron finalmente. Estos gerentes y técnicos tenían un gran temor de que la industria se fuera a politizar y sus esfuerzos se dirigieron a ilustrar al mundo político sobre las complejidades del negocio petrolero. Dijimos públicamente lo siguiente, ayudados por medios muy valiosos como la revista RESUMEN:

·      Hay que establecer nuevas reservas a través de la exploración

·      Hay que manejar los yacimientos de acuerdo a sus leyes físicas, no de acuerdo a la coyuntura política

·      Hay que cambiar el patrón de refinación para producir lo que nuestros clientes exigen

·      Es mentira que el petróleo se vende solo o que el precio máximo sea siempre el precio óptimo

·      Hay que manejar la industria petrolera como lo que es, un negocio internacional. La izquierda parecía pensar que debía internalizarse la actividad en lugar de internacionalizarse y que la CVP debía tomar las riendas del negocio, no una nueva empresa matriz, como la que finalmente se decidió. 

 

Ese debate con el mundo político que deseaba una nacionalización a sangre y fuego se ganó. Aunque CAP tomó la decisión política de estatificar la industria se pudo manejar la transición de manera ordenada. Nosotros pensamos que la decisión de nacionalizar fue errada, basada en un sentimiento nacionalista equivocado y que estaba condenada al fracaso, a pesar de todos los esfuerzos que hiciéramos y que, en efecto, hicimos. PDVSA funcionó muy bien por un cierto número de años pero, inevitablemente, se fue politizando y deteriorando, inclusive mucho antes de la llegada de Chávez al poder.  

 

 

5.         ROL EN LA PRIMERA JUNTA DIRECTIVA DE PDVSA Y RECUERDOS DE ESA PRIMERA JUNTA.

El día sábado en el cual juramentaban a la primera junta directiva de PDSVSA estaba en mi casa, cargando la camioneta para irme a la playa con la familia, cuando recibí una llamada de la secretaria del ministro Valentín Hernández, para decirme que debía estar presente en Miraflores para ese evento. Mi hijo Gustavo, quien tendría unos 10 años, le dijo a la familia cuando me vio salir que yo iba a ser nombrado miembro de la junta directiva. ¡Él era el único que lo sabía!

En efecto, fui nombrado miembro de la junta directiva, contrariando los deseos del ministro Hernández y las reglas que ellos se habían impuesto de no incluir a ningún petrolero activo en esa primera junta.

Mi presencia allí se debió, lo supe después de su boca, al deseo de CAP de tener en esa junta directiva a quien había abogado con tanta vehemencia por la no-politización de la industria nacionalizada. El vio mi presencia allí como garantía de que yo denunciaría cualquier intento de politización. Algunos de mis compañeros de AGROPET pensaron que mi nombramiento había sido una maniobra política y que yo los había engañado. Digo esto para ilustrar como la desconfianza forma parte importante de las actitudes que predominan en la sociedad venezolana. 

 

Mi condición de petrolero activo, mi afición por la escritura y mi relativa juventud entre el grupo hizo que el general Alfonzo Ravard me utilizara como una especie de asistente personal, un “aide de camp”. Comencé a escribirle sus discursos, algunas veces uno semanal para diferentes audiencias. Rápidamente me delegó mucha latitud para incluir temas relevantes de mí elección en esos discursos, entre ellos a componentes que discutimos repetidamente, una especie de pentágono estratégico que se transformó en un mantra en sus discursos y apariciones públicas:

·      Gerencia profesional

·      Meritocracia

·      Normalidad Operacional

·      Autosuficiencia financiera

·      Apoliticismo

 

Creo que esta fue la mayor contribución que hice a la nueva empresa petrolera, PDVSA. Tuve la suerte y el honor de desarrollar una relación muy estrecha con el General Alfonzo Ravard, lo cual me permitió influir desde la trastienda y de manera desproporcionada a mi modesta condición de director suplente. Esta fue una primera junta de gente muy respetable y destacada como Julio Sosa Rodríguez, Benito Raúl Losada, Carlos Guillermo Rangel, Luis Plaz Bruzual, etc. El plantel técnico era de primera línea y la contribución de las empresas operadoras y sus presidentes, en especial, Alberto Quirós y Guillermo Rodríguez Eraso, fue esencial para el éxito. Durante los primeros 15 meses de actividad estructuramos un plan de cinco años que incluía una campaña de exploración, el mantenimiento de la producción, cambio de patrón de refinación, la racionalización de las 15 empresas para llegar a cuatro y luego a tres empresas integradas, la firma de convenios de comercialización y tecnología con las ex concesionarias y la creación de una imagen de transparencia y eficiencia operacional para la nueva empresa. Mi contribución específica a este plan fue coordinar el proceso de racionalización de las 15 empresas estatificadas, el cual resultó fascinante y merecería una sesión aparte. También fui a Cardón a encargarme de la gerencia general de esa planta durante 1977. Fui una especie de “mono de la baraja”, que podía ser colocado en diferentes posiciones y encargado de diferentes proyectos.

Esta primera junta vivió una luna de miel con el mundo político, la cual se terminaría pronto, como sucede con casi todas las lunas de miel.  

 

6.    COMO JUZGAS HOY ESE PERÍODO Y COMO TE PREPARÓ PARA LA LARGA VIDA QUE HAS VIVIDO DESPUÉS DEL PETRÓLEO.

Hablar sobre esto me tomaría quizás un buen par de horas adicionales. Mis 27 años en la industria petrolera fueron parte importante de ese proceso continuo de interacción entre el hombre y sus circunstancias. Las circunstancias van esculpiendo y refinando nuestras actitudes pero nuestras actitudes van influyendo en nuestras circunstancias. La persona que soy se formó esencialmente durante los años de la niñez y de la adolescencia. Durante esa etapa mis padres, mis maestros y mis amigos me pusieron en la frente el sello de lo que iba a ser. Mis diversas experiencias petroleras pusieron ese sello a prueba y ver los resultados de mis actitudes reforzó mis valores y mis principios para el futuro. En mi carrera renuncié cada vez  que debí elegir entre la renuncia o la claudicación de mis principios y fui botado de PDVSA por defender estos principios. Sin embargo, este apego a mis principios me ha permitido vivir una vida feliz y plena, pudiéndome ver en el espejo cada día sin rubor. En la industria petrolera conocí muchos como yo. Ello me reforzó en la convicción de que no hay que tener miedo de vivir fiel a nuestros valores, de alzar esa bandera a todo riesgo. Goethe decía que cuando se toma una decisión en base a principios todas las fuerzas se alinean para ayudarnos. La mayor de esas fuerzas que me ha acompañado durante toda mi vida es el respeto del cual me siento rodeado por mis amigos y de mi familia y hasta de quienes me han adversado. He visualizado mi vida como en necesidad permanente de dar cuenta de ella a mis accionistas, definidos como todos quienes me rodean y en quienes yo haya podido influir. 

El máximo objetivo de nuestra vida, creo yo, es ser feliz y a eso contribuye una compañera noble y maravillosa como la que tuve, además de tratar de ser útil, hasta el final.

Decía Tennyson en su poema ULISES (extractos):

La vejez tiene su honor y sus tareas/ antes del final algún noble trabajo nos espera/nunca es tarde para buscar un mundo nuevo/

Mucho nos han quitado pero mucho nos queda/seguir luchando, buscando, encontrando/ sin desfallecer jamás.