domingo, 24 de diciembre de 2017

Auto nuevo en Navidad


La salud del anciano ex - gerente petrolero se había debilitado mucho. Poco salía ya de su pequeña vivienda en un rincón de Florida, la cual era pagada por sus hijos. Pasaba la mayor parte del tiempo leyendo y  escribiendo en su vieja computadora. Veía hacia el pasado con frecuencia y pensaba que los viejos petroleros venezolanos no habían sido muy afortunados en su retiro. Su fondo de ahorros había sido usado por la empresa para pagar sus propias deudas y sus  pensiones se habían convertido en sal y agua, debido a las severas  devaluaciones sufridas por el Bolívar. Sus salarios nunca habían sido del mismo nivel que los existentes en las grandes corporaciones privadas de la  industria petrolera internacional, en las cuales – inclusive – los gerentes tenían acceso a la participación accionaria. Eso no había sido posible en PDVSA, empresa e la cual todas las acciones estaban en manos del estado. El anciano recordaba que nunca llegó a ganar más que el equivalente de unos $5000 al mes, aun cuando se retiró a nivel directivo, respetable suma pero bastante inferior a la que recibían sus iguales del sector petrolero privado. Ahora, lo comentaba como chiste  con sus amigos, cada vez que recibía el cheque de su jubilación se iba a almorzar en un buen restaurante. No alcanzaba para más.
El anciano había sido miembro de un grupo de gerentes petroleros honestos, trabajadores, llenos de una mística profesional que les hacía sentirse orgullosos de su aporte al país. Cuando sus servicios eran requeridos nunca les importó si era día, noche o madrugada. La industria petrolera no paraba nunca. Estos hombres y mujeres del petróleo nunca sintieron la tentación de robarse el dinero de la empresa, pues se consideraban bien remunerados en relación con el resto de los venezolanos.
 A pesar de estar reducido a una vida muy modesta, casi a nivel de la pobreza en un país donde abundaba la gente adinerada, el anciano ex-petrolero había encontrado una tranquila felicidad. El país le ofrecía alternativas baratas y é había sabido planificar su vida. Había mercados donde la comida era de menor precio y de razonable calidad.  La ropa se podía encontrar de buena calidad en tiendas poco lujosas, ya que en las lujosas había aprendido a no entrar. El transporte público era excelente y tenía, además, una camioneta HONDA que parecía ser indestructible a pesar de sus 15 años de vida. Las bibliotecas públicas eran excelentes y le permitían un variado menú de lecturas. Los parques eran gratis, así como los museos.  Hasta un buen vino se podía encontrar por $10 la botella en las grandes tiendas especializadas. Financieramente había llegado a ser pobre pero su nivel educativo le permitía llevar una vida digna e intelectualmente rica.
Lo único que el anciano petrolero guardaba como deseo insatisfecho  era un auto nuevo. Por años había soñado con  un inaccesible LINCOLN Continental. Ese auto costaba entre $50.000 60.000, una suma parecida a la que le iba quedando en su cuenta de ahorros, suma celosamente guardada para enfrentar cualquier eventualidad médica, la gran espada de Damocles que se cierne sobre los ancianos con insuficiente seguro médico en los Estados Unidos. Por mucho tiempo había querido tener ese auto pero las circunstancias siempre se lo impidieron, por una u otra razón. Hoy ya era imposible.
Sin embargo, nunca dejaba de soñar con verse al volante de uno de esos autos, con olor a cuero bueno y con el sonido del motor como el de un adagio de Kachaturian.   
El año pasado, al advertir que el anciano petrolero se apagaba, sus dos hijos decidieron hacerle el supremo regalo. Fueron a una empresa de alquiler de autos y contrataron por dos días, para la navidad, un LINCOLN Continental, último modelo, de un hermoso color azul. El 25 en la mañana el auto apareció al frente de la vivienda, con un gran lazo blanco. Cuando el anciano petrolero bajó, acompañado de sus hijos y vio aquel hermoso auto esperándolo sus ojos se llenaron de lágrimas. De uno de los hijos recibió un pequeño dispositivo que abría las puertas y que prendía el motor, nada de llaves anticuadas. Una vez frente al volante, respiró el  lujoso olor a auto nuevo. Y salió a pasear a unas 30 millas por hora. En todos los semáforos se paraba con especial cuidado  y, en uno de ellos,  sonriente, dejó que atravesara la calle una anciana señora, paladeando las delicias de ser un buen ciudadano, a bordo de su lujosa nave.
Cuando llegó al café donde lo esperaban sus amigos, estos lo rodearon, admirando el auto, notando el brillo especial que tenía la mirada del compañero.
En esta navidad el anciano ex- petrolero ya no está con nosotros. Pero no  dijo adiós sin antes lograr cumplir con el deseo de toda la vida. Tuvo sus dos días de felicidad total manejando un LINCOLN Continental, en plena libertad,  por las amplias avenidas de la Florida. Fueron dos días que tuvieron para él un mayor significado que si  hubiera podido comprar el auto al contado, como cualquier bolichico.

Y es que poder verse en el espejo y ver allí reflejado a un hombre honesto siempre fue más importante para él que el auto nuevo.   

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz Navidad Don Gustavo.
IC

Anónimo dijo...

Feliz Navidad y Feliz Noche buena a todos los expetroleros honestos que ya no estan activos en este mal llamada PDVSA, que ya no es Petroleo y menos es Venezuela


Mario Moretti dijo...

Feliz Navidad Gustavo, y que viva (o reviva)la "Vieja Pdvsa"!!
P.D.: Mi pension apenas alcanza para comprar un hot dog! Por lo que, a mis 77 anos, tengo que trabajar duro.

Jack MacDowell dijo...

Una feliz navidad para todos. Recuerdo cómo los supermercados venezolanos eran una maravilla y en navidad rebosaban los anaqueles. Una vez compré una paella no se me olvida que pague un depósito por la paellera. La gente podía salir a darse su gusto eso es mentira que estaba la vaina jodida. Jodida para quien no trabajara pero el que tenía ganas progresaba. Bueno tengo muchos ejemplos de la vida real y de gente que vivía bien en esa época pero decía que no y se quejaba, por ejemplo cierta familucha cuyo cabeza era maestro y allegado al copeyanismo calderista pero quiero hablar de política simplemente paso a dejar mis saludos a todos los foristas y a mi amigo Gustavito.

Victor dijo...

Feliz Navidad Gustavo!! Tu ejemplo inspira.

Unknown dijo...

Felìz navidad, Gustavo y demas lectores...

Anónimo dijo...

Feliz Navidad Coronel!! en verdad ud es un ejemplo y una persona digna de admirar!

KC

Anónimo dijo...

darse el lujo de sentirse un ciudadano de un pais de un pais civilizado, no tiene precio. Vale mas que todo el oro del mundo porque uno se infla de orgullo propio que el dinero no puede comprar.

Diego De La Vega