sábado, 4 de mayo de 2019

Weisbrot y Sachs culpan la quimioterapia, no el cáncer



                       


En un documento del Centro Para la Investigación Económica y de Políticas basado en Washington, Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs, con la colaboración del economista venezolano Francisco Rodríguez,
 argumentan que la tragedia social y económica venezolana se debe a las sanciones impuestas por el gobierno de los Estados Unidos a miembros del régimen de Nicolás Maduro y a la empresa petrolera estatal PDVSA, ver: http://cepr.net/publicaciones/spanish-reports/sanciones-economicas-como-castigo-colectivo-el-caso-de-venezuela. Es necesario decir, primero que todo, que Mark Weisbrot es un notorio vocero del régimen chavista, desde la época de Hugo Chávez y, ahora, al servicio de Nicolás Maduro. Como “asesor técnico” de un documental hecho por Oliver Stone por el cual Chávez pagó varios millones de dólares  y en innumerables publicaciones Weisbrot está plenamente identificado como portavoz de la dictadura venezolana en los Estados Unidos. De esta persona es imposible esperar una opinión objetiva. La postura de Jeffrey Sachs, quien tiene mejor reputación, es la de pedir un “diálogo” con el régimen, el cual tendría necesariamente que incluir concesiones a la pandilla que ha arruinado a Venezuela. Hace poco Sachs se combinó con el economista venezolano Francisco Rodríguez para pedir tal solución para Venezuela, ver: http://jeffsachs.org/2019/02/how-to-avoid-a-war-in-venezuela/. Sachs se ha unido al grupo de los apaciguadores quienes parecen pensar que la muerte violenta de más de 300.000  venezolanos durante los 20 años de dictadura chavista en Venezuela debe ser objeto de borrón y cuenta nueva.
¿Qué pensaríamos de médicos que alegan que lo que mata a los pacientes no es el cáncer sino la quimioterapia?
Esto es lo que estos Weisbrot y Sachs argumentan. Dicen:
Sanciones económicas como castigo colectivo: El caso de Venezuela
Mayo 2019, Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs
Este estudio analiza algunos de los impactos más importantes de las sanciones económicas impuestas a Venezuela por el Gobierno de EEUU desde agosto de 2017; y encuentra que la mayor parte del impacto de estas sanciones no se ha producido en el Gobierno, sino en la población civil.
Las sanciones redujeron la ingesta calórica de la población, aumentaron las enfermedades y la mortalidad (tanto para adultos como para menores) y desplazaron a millones de venezolanos que huyeron del país como producto del empeoramiento de la depresión económica y la hiperinflación. Las sanciones agudizaron la crisis económica de Venezuela e hicieron casi imposible estabilizar la economía, lo que contribuyó aún más a un mayor número de muertes. Todos estos impactos perjudicaron de manera desproporcionada a los venezolanos más pobres y más vulnerables.
Incluso más severas y destructivas que las amplias sanciones económicas de agosto de 2017 fueron las sanciones impuestas por una orden ejecutiva el 28 de enero de 2019 y las órdenes ejecutivas posteriores de este año; junto con el reconocimiento de un Gobierno paralelo, que, como se muestra a continuación, creó un nuevo conjunto de sanciones financieras y comerciales que son incluso más asfixiantes que las propias órdenes ejecutivas.
Encontramos que las sanciones han infligido, y progresivamente infligen, daños muy graves a la vida y la salud humanas, incluidas más de 40 000 muertes entre 2017 y 2018; y que estas sanciones encajarían en la definición de castigo colectivo de la población civil, tal como se describe en las convenciones internacionales de Ginebra y La Haya, de las cuales Estados Unidos es signatario. Estas sanciones también son ilegales según el derecho internacional y los tratados que ha firmado EEUU, y parecería ser que también violan la legislación estadounidense.
En La Patilla, ver: https://www.lapatilla.com/2019/05/02/hausmann-y-muci-no-culpen-a-washington-por-los-problemas-petroleros-de-venezuela/ Ricardo Hausmann y Frank Muci destruyen estos argumentos de Weisbrot y Sachs con abundantes estadísticas.
Weisbrot y Sachs deforman la verdad
Decir que las sanciones impuestas al régimen venezolano por los Estados Unidos han sido la razón directa de los problemas sociales y económicos de los venezolanos es malvado. Es equivalente a decir que una reacción alérgica a las vacunas contra las enfermedades infecciosas es la culpable por la enfermedad o muerte de los pacientes o a argumentar que es la quimioterapia y no el cáncer lo que mata a la gente.  Digo que es una representación malvada porque contiene una porción de la verdad, porción que es utilizada para presentar un cuadro parcial de la tragedia venezolana, por motivos puramente ideológicos. Ya está claro que todo lo que pueda ser esgrimido por la izquierda mercenaria o ideológicamente ciega en contra de los Estados Unidos es permisible, así exageren la verdad y  pongan sus reputaciones profesionales a riesgo de hacer el ridículo.    
Para los autores de este cuidadosamente elaborado panfleto las sanciones estadounidenses las culpables del hambre y de las enfermedades de los venezolanos. No son las ruinosas políticas del populismo desenfrenado que se iniciaron en 1999, ni las expropiaciones y confiscaciones de empresas privadas, ni la corrupción galopante de ministros, familiares, contratistas del estado, militares y civiles que han integrado la llamada alianza cívico-militar que ha servido de base al saqueo de la nación venezolana, ni los controles de cambio, ni la ignorancia, ineptitud y corrupción de la gerencia de la PDVSA llamada “roja”.  Nada de eso existe como causa para Weisbrot y Sachs, la culpabilidad radica en las sanciones a la dictadura impuestas por USA.
Las sanciones de los Estados Unidos en contra de la dictadura venezolana comenzaron hace poco tiempo, en 2017. Sin embargo, desde 1999 hasta 2017 el número de muertes violentas en Venezuela, en gran medida debidas a la acción represiva del régimen de Chávez y de Maduro, promediaron unas 20.000 al año, es decir, un total de unas 340.000 personas. La producción petrolera durante esa etapa bajó de 3.1 millones de barriles diarios en 1999 hasta unos 2.3 millones de barriles diarios en 2017, colapso complicado por el hecho de que ya el régimen le debía a China unos $60.000 millones, unos $10.000 millones a Rusia y otros países y unos $45.000 millones a tenedores de bonos que tienen tasas de interés mucho más altas que las prevalecientes en el mercado. Buena parte de la producción decreciente se destinaba a pagar esas deudas. Las sanciones no existían todavía, lo que existía era un saqueo al financiero del cual algunos de los expertos y analistas que hoy critican las medidas de los Estados Unidos se favorecieron ampliamente.
Antes de que existieran las sanciones de USA, de Canadá, de la Unión Europea y de los países integrantes del Grupo de Lima el régimen había confiscado y expropiado centenares de empresas, estatizado casi completamente la economía, destruido la agricultura y la ganadería, entregado a los Castro, Morales, Ortega,  Mujica, Kirchner, Correa, a los aliados ideológicos de Petrocaribe, las FARC y otras organizaciones terroristas del planeta entre $80 -100 mil millones, y llevado a prisión a centenares de venezolanos. Durante esa etapa previa a las sanciones Venezuela el estado venezolano se convirtió en uno de los diez gobiernos forajidos más corruptos del planeta, se colocó al lado de Haití en el foso del desarrollo latinoamericano y fue catalogado en los últimos lugares de los índices internacionales sobre corrupción, competitividad, miseria y eficiencia gerencial. La Nación fue arruinada y ello produjo un éxodo masivo de venezolanos. Desde 2017 hasta hoy la debacle ha sido mayor simplemente porque el régimen de Maduro ha incrementado su nivel de ineptitud y corrupción y el gobierno ha dejado prácticamente de existir.  
Sin embargo Weisbrot y Sachs alegan que, en materia petrolera, “Las sanciones de agosto de 2017 perjudicaron la producción de petróleo en Venezuela. Tras la orden ejecutiva de agosto de 2017, la producción de petróleo se desplomó, cayendo en más del triple de la tasa de los veinte meses anteriores”. No toman en cuenta estos defensores de la dictadura la llegada del militar traidor Manuel Quevedo a la presidencia de PDVSA y la corrupción e ineficiencia galopante en el seno de PDVSA como razones determinantes para esta debacle. El trabajo de Hausmann y Muci les advierte claramente que la producción de las empresas mixtas, manejadas por las empresas socias de PDVSA, no ha sufrido declinación, mientras que la producción propia de PDVSA es la que ha sufrido el colapso. Este colapso es parte de un proceso de robo al erario público admitido por funcionarios del régimen de Chávez como Jorge Giordani y Héctor Navarro, quienes han dicho que la deuda con China fue utilizada en gran medida para financiar la permanencia en el poder del agonizante Hugo Chávez y que unos $300.000 millones han sido dilapidados y robados por la cleptocracia chavista/madurista. En ese momento las sanciones de USA no existían.
Para Weisbrot y Sachs lo que mata venezolanos es la quimioterapia, no el cáncer galopante del chavismo. Que se lo crean quienes escriben en APORREA y algunos “progresistas” incapaces de ser intelectualmente o financieramente honestos. Durante toda esta etapa de derrumbe el régimen ha continuado enviando petróleo subsidiado, prácticamente gratis a Cuba, Nicaragua y algunos países de PetroCaribe. Inclusive compra petróleo en el mercado internacional a precios internacionales para enviarlo a Cuba a precios subsidiados, dado que el régimen mantiene una intolerable dependencia política del gobierno castrista de Cuba. Para ideólogos “progresistas” como Weisbrot, Sachs y el asesor Rodríguez esta perversa dependencia no existe.  
Alegan Weisbrot y Sachs: “Uno de los resultados de las sanciones, como se describió anteriormente, es privar a la economía venezolana de miles de millones de dólares en divisas necesarias para pagar las importaciones esenciales que salvan vidas”. Hay una cierta verdad en esta aseveración. Las sanciones han restado recursos financieros a la dictadura, pero mientras esos recursos existieron el régimen los utilizó para su beneficio político, no para el bienestar del pueblo.  
El tratamiento para un caso casi terminal de cáncer chavista es severo y produce efectos secundarios apreciables en el paciente. Pero lo que olvidan convenientemente Weisbrot y Sachs es que las víctimas de ese cáncer comprenden y aceptan la severidad del tratamiento. El 90% de los venezolanos desea salir de la pesadilla chavista lo antes posible y si el tratamiento de las sanciones acelera su curación está dispuesto a sufrir las inconveniencias necesarias.
Según Weisbrot y Sachs: “Las importaciones de alimentos han disminuido considerablemente junto con las importaciones generales; en 2018, se estimaron fueron de solo $2.46 millones, en comparación con $11.200 millones en 2013. Se puede esperar que caigan aún más en 2019, junto con las importaciones en general, incrementando la desnutrición y el retraso del crecimiento en los niños”.
Decir esto es malvado. Después de haber arruinado la agricultura y la capacidad del país de auto-alimentarse, el régimen comenzó una política de monopolizar la distribución de alimentos en el país, dándole tal monopolio a los militares traidores, lo cual los ha enriquecido de manera obscena. Ahora, entregan alimentos a los venezolanos a cambio de lealtad política. ¿Qué dicen Weisbrot y Sachs y Rodríguez sobre esto? Silencio. La importación de alimentos hecha por el régimen desde México ha sido manejada por los ladrones afectos al régimen, quienes se han enriquecido a costillas del hambre del pueblo.
Que Weisbrot y Sachs se quiten su uniforme ideológico y analicen, por ejemplo, las causas del colapso de la electricidad a nivel nacional, apagones, que investiguen la razón por la cual CORPOELEC al mando de ladrones como Ali Rodríguez y Jesse Chacón compró equipos que no funcionaron o que nunca fueron instalados. Al olvidar esta tragedia y atacar a las sanciones de USA Weisbrot, Sachs y su asesor Francisco Rodríguez se ponen al servicio de una causa innoble.
¿Qué hay detrás de este documento de Weisbrot y Sachs, asistidos por Francisco Rodríguez?  ¿Una genuina preocupación por la suerte de los venezolanos? ¿Idealismo? ¿Compasión? Detrás de este escrito, en mi opinión, no puede haber una bien intencionada ignorancia. Estas personas saben cuál es la verdad. Aquí hay cuidadosa manipulación, intereses personales, deshonestidad profesional.
Culpar al tratamiento en lugar de culpar la enfermedad merece todo el repudio y rechazo de los venezolanos que ven  a los países democráticos del mundo como sus aliados en contra de la macabra dictadura chavista/madurista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amazing how dedicated Marxists can twist everything around to escape blame for their stupidity.
Venezuela's economic problems started way before 2017.

Anónimo dijo...

De casta le viene al galgo. Este Rodríguez es hijo de Gumersindo, el arquitecto económico del faraonismo corrupto de la gran Venezuela. Sinvergüenzas