martes, 11 de agosto de 2020

UNA NUEVA VENEZUELA SERÁ IMPOSIBLE SIN UN NUEVO VENEZOLANO

 

                                 DIGO LO SIGUIENTE:

Con gente como Maduro, la familia Chávez, El Aissami, Padrino López y sus cómplices y colaboracionistas nunca tendremos una Venezuela digna

Con un gentío silencioso, sin masa crítica ciudadana, seguiremos chapoteando en el  atraso

Si no nos vemos en el espejo tal cual somos, nunca podremos salir adelante

 

                                       PLANTEANDO EL PROBLEMA

El noventa por ciento de lo que leemos sobre la tragedia venezolana se refiere a nuestras actuales circunstancias y a los acontecimientos relacionados con esas circunstancias: ventajas y desventajas de votar en las elecciones de Noviembre; estrategias recomendadas para llegar a una negociación con el régimen; lo necesaria que es la unidad de la oposición; los vergonzosos grupillos de invertebrados que colaboran con el régimen a cambio de figuración; los problemas muy reales de la salud, la educación, la comida y el salario en Venezuela, toda una serie de asuntos que consumen la atención de los venezolanos y que – además – van cambiando casi a diario. Esto convierte a estos asuntos en una cadena sin fin que captura la atención del país, día tras día.  

 Pero, al colocar nuestra atención en lo coyuntural hemos abandonado el examen de nuestro problema de fondo, el cual es:   

LA MEDIOCRIDAD DE LA SOCIEDAD VENEZOLANA

 Una sociedad mediocre no puede producir más que una nación mediocre.

Admitámoslo: no importa cuánto hablemos y analicemos sobre política,  economía, sobre la gravedad de nuestra coyuntura, si no atacamos el problema de fondo nunca saldremos adelante como país.

Aceptar que tenemos una sociedad mediocre es comenzar en el camino hacia nuestra verdadera redención.  Nuestra mediocridad es, simplemente, un asunto de materia prima. Podemos hacer un pequeño ejercicio, sin pretensiones de precisión, muy a grosso modo, que ilustre la esencia del problema. Venezuela tiene 32 millones de habitantes. Y, ¿cuantos ciudadanos? Será imposible crear una nación civilizada si no existe una masa crítica de buenos ciudadanos activos, quienes hayan trascendido de su primitiva condición de ser un pesado fardo para el estado para convertirse en factor de progreso colectivo. Estimo (cada quien puede hacer su propia estimación enteramente empírica, como la mía) que nuestro país tiene:

·       unos 5 millones de buenos ciudadanos activos,

·       unos 15 millones de potenciales buenos ciudadanos, quienes viven pasivamente, sin hacer mal pero sin ser factores positivos para el progreso de la sociedad

·       unos 10 millones de gente indiferentes, quienes solo se preocupan de su propio bienestar, aunque ese bienestar se obtenga a costa del bienestar colectivo

·        unos dos millones de criminales y delincuentes, desde hampones a ministros,  quienes carecen por completo de conciencia ciudadana y solo persiguen la acumulación de poder y de riquezas mal habidas, no importa cómo.

 Si una distribución como esta se aproxima a la verdad, ello explicaría claramente la tragedia venezolana.

Pongo algunos ejemplos de lo que digo.

Ejemplos de buenos ciudadanos activos: Laureano Márquez, Alfredo Romero, Monseñor Ovidio Pérez Morales, Rodolfo Izaguirre, muchos de nuestros médicos, maestros, pequeños empresarios o servidores públicos quienes hacen su trabajo responsablemente y tratan de mejorar la sociedad en la cual viven;

Ejemplos de potenciales buenos ciudadanos: aquellos venezolanos quienes pudieran ser buenos ciudadanos activos pero han carecido de inspiración y modelos. Son gente de todas las clases, mucha de ella de clase media baja a clase media alta. Han vivido como rentistas del petróleo, han gozado de momentos de abundancia y sufren estos momentos de escasez y ruina tratando de sobrevivir a duras penas. No dañan pero no ayudan a crear una sociedad mejor. Son la gran porción de la población venezolana.  La mayoría acepta limosnas del régimen y procura obtener todos los pequeños beneficios posibles, aún a costa de su integridad. Como el ejército napoleónico, caminan sobre su estómago;

Ejemplo de gente indiferente, negligente: a estos venezolanos solo les importa su propio bienestar, expresado en términos de riqueza y de poder, no importa a quien aplasten en el camino. Estos son los contratistas del régimen, los pequeños bolichicos, toda esa pequeña fauna que crece a la sombra del poder. Algunos integrantes de esta clase incluyen políticos antiguos, encuestadores oportunistas, “conciliadores”, ex-guerrilleros arrepentidos, una muy diversa fauna;

Ejemplos de criminales y delincuentes: quienes tienen nombre y apellido. Estos son unos 600 o más criminales quienes deberán ir a prisión, preferentemente perpetua: Tareck El Aissami, Nicolás Maduro y su familia, la familia de Hugo Chávez, Rafael Ramírez Carreño, narco generales, grandes bolichicos; Raúl Gorrín, banqueros; directores y gerentes de la PDVSA y de la CVG chavistas; alto mando militar con Padrino López a la cabeza y el grupo de militares narcos y contrabandistas. La lista ya existe. Castigarlos será justicia, no venganza, como argumentan algunos invertebrados que desean verlos ir intactos, con sus riquezas mal habidas, a fin de “conservar la unión entre venezolanos”.

No puede existir unión entre gente honesta y criminales. 

UNA NUEVA CLSE DE VENEZOLANOS SERÁ INDISPENSABLE PARA SALIR DEL FOSO

No importa lo que digan los políticos de turno, no importan los ajustes económicos del Fondo Monetario Internacional, no importan los emocionados discursos en la Asamblea Nacional, en el Congreso de los  Estados Unidos o en los parlamentos de Europa, el país Venezuela se perderá si no se ataca frontalmente el cambio actitudinal colectivo necesario para que la sociedad venezolana pueda superar su mediocridad.

En mi adolescencia jugábamos un béisbol sabanero en Los Teques en el cual con frecuencia uno de los equipos se enfrentaba a una derrota aplastante. Entonces, alguien gritaba: OTRA PARTÍAAAAA!

  En la Venezuela política de estos tiempos ese grito ha sido dado varias veces pero representa, las más de las veces,  un simple barajar de los antiguos jugadores, cuando no una treta tipo asamblea constituyente, es decir, la apariencia de cambio sin que ese cambio realmente se materialice.

Si se quiere un cambio real lo indispensable será el cambio de la fisonomía del venezolano, su transformación en ciudadano, para cambiar positivamente el país. Sin una masa crítica de buenos ciudadanos el país seguirá chapoteando en el pantano de la mediocridad. Hoy día estamos al mismo nivel de Haití, cuando hace 50 años éramos un país al despegue hacia el primer mundo. En aquella época el país estuvo en manos de líderes honestos como Betancourt, Leoni y el primer Caldera y existía una actitud propicia al progreso. Mucho del ingreso venezolano fue dirigido sensatamente a la educación y  a la creación de un país socialmente estable. Ese impulso se perdió desde 1975 en adelante, comenzando con las locuras del  Carlos Andrés Pérez de la Gran Venezuela y continuando con el incoloro Herrera Campíns, el patético Jaime Lusinchi, el derrumbe democrático que siguió al drama de Carlos Andrés Pérez II, el golpe de Chávez y la presidencia de Caldera II. Durante esos 25 años el pueblo venezolano se dedicó a vivir de sus rentas petroleras, excepto que a medida que el petróleo perdía precios favorables, la torta a repartir se hacía más pequeña, mientras las bocas se multiplicaban.

Los 20 años de este siglo XXI han sellado la tragedia y han llevado al país a la ruina.

Después de 45 años de casi continua declinación y deterioro se requiere un cambio actitudinal profundo que solo puede ser efectuado por un país de ciudadanos.  El cambio que necesita el país no es el cambio que se dio en 1999, ese de una democracia ineficiente y mediocre a una dictadura cruel y corrupta. No necesitamos cambiar para empeorar. La única manera de mejorar es mejorando la materia prima ciudadana y ello debe ser el producto de una labor perseverante que tomará dos generaciones. No hay atajos, no hay caminos  verdes populistas y mágicos. Este es el único camino que nos llevará a la meta deseada. Y llevarlo a cabo es perfectamente posible si existe la convicción de que es indispensable y se acomete como parte de una política de estado que trascienda los quinquenios políticos.

Si nuestro liderazgo no lo entiende así y persiste en ignorar esta verdad tan elemental, el país siempre quedará al nivel de los más atrasados del planeta.   


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ver al colombiano saab diciéndole a Cabo Verde que si no lo suelta habrá "efectos" te da idea del tipo de mafioso que ha llegado al poder en Venezuela. Ojalá que a ese coñesumadre le metan 800 años. El país está en mano de unos al capones pero lo que ellos no saben es que no habrá dónde no llegue la justicia.
Humberto Acosta.

Gustavo Coronel dijo...

CREAR CIUDADANOS.
Esta es una prédica que debería ser insistente, constante, pero que casi nunca se oye desde el liderazgo político o, inclusive, intelectual. Es escuchada cortésmente, sin rechazo, pero con una sonrisa que significa: "Impráctico, difuso, no aterriza en lo concreto".
Cuando esto es de lo más concreto que hay: Si los ingredientes no son de calidad, la sopa, el estofado, la torta, la hallaca, no resultan buenas. Nadie osa decir que eso es difuso, pero cuando se trata de hacer una nación civilizada, entonces se habla de oro, de petróleo, de turismo, de esto o aquello, pero no se habla de los ingredientes necesarios, que es la ciudadanía consciente de derechos y deberes.
Yo escribí "Fábrica de ciudadanos", lo he repartido profusamente, donde trato de sugerir el camino para lograr ese objetivo en una a tres generaciones (la masa crítica de, digamos, 15 millones de buenos ciudadanos activos). Es más fácil que ir a la Luna y ya se está pensando en ir a Marte.
Nadie me hace mucho caso. ¿Por qué?
Porque hacer esto requiere más tiempo del que un líder político convencional está dispuesto a invertir, lo cual lo lleva a considerar ilusorio. Por eso es que hay que insistir, predicar, hasta la saciedad. No es ilusorio, es perfectamente factible, pero toma 20 años.
Se requiere un compromiso de los próximos tres o cuatro presidentes democráticos venezolanos de echar adelante con esto como una política de estado, una especie de Pacto de Punto Fijo ciudadano.
Un programa nacional de Creación de Buena Ciudadanía no es particularmente difícil de diseñar. Ya hay mucho camino andado a nivel de carpintería, lo que se requiere es determinación y visión de estadistas, a lo Cardoso, a lo Frei, a lo Betancourt, a lo Ataturk, a lo Adenauer, a lo De Gaulle, a lo Gorbachov, a lo Roosevelt, Lleras Camargo, a lo Merkel, a lo Thatcher
¿Es que no hay jóvenes venezolanos quienes puedan llegar a ese nivel de guías inspiradores de una nación libre de mitos, leyendas, complejos y narcisismos estériles? Yo tengo esperanzas en María Corina y en otros líderes jóvenes. En esta transición de los próximos 10 años ellos deberían utilizar a viejos honestos como apoyo y guías.
Pero, una cosa si la tengo clara: no es necesario ser un genio en todo para ser un buen presidente, un buen líder. Es más necesario saber cómo utilizar sensatamente los recursos humanos disponibles. Esa es la esencia de la buena gerencia. Y la presidencia de un país, en el mejor de los sentidos, es una tarea esencialmente gerencial.
Abrazos,
Gustavo
Anexo, de nuevo, mi escrito sobre FABRICA DE CIUDADANOS. A tratar de que alguien me haga caso le dedicaré la mayor parte de lo que me queda de vida.
Y, sí, me haré fastidioso. ver:

http://petroleumag.com/cinco-aseveraciones-y-un-plan-de-accion/

Anónimo dijo...

Lamentablemente su análisis es correcto, Don Gustavo. Para lograr un cambio en las actitudes de la mayoría de los venezolanos, se va a requerir muchos cambios en los valores y mucha educación. No lo veo fácil, especialmente hoy que tenemos casi dos generaciones que han crecido en el marasmo chavista y muchos con deficiencias intelectuales producto de la falta de buena alimentación, medicinas y un ambiente social sano.
Si llegase al gobierno un grupo serio, ético y decente que entienda lo grave del cambio que se necesita, éso tardará por lo menos 20 o 30 años.

Juan J. Leniz dijo...

Borrón y Cuenta Nueva.
Los políticos , los analistas sociales y los expertos economistas venezolanos nunca han incluido como factor primordial en los planes maestros para hacer avanzar a la nación la formación ética de los ciudadanos y como consecuencia de las instituciones. En ninguno de estos planes, de nombres rimbombantes, se reconoce que la estabilidad familiar y la responsabilidad de los padres en la formación de los hijos es la piedra angular para el desarrollo de la sociedad y que esta responsabilidad no puede ser trasladada al estado. Lo que sí puede hacer el estado para consolidar la estabilidad familiar es incrementar significativamente, muy por encima de los que se conceden al resto de los ciudadanos, beneficios sociales para que los venezolanos formemos hogares duraderos y responsables. Basta conocer la cantidad abundante de padres ausentes, de niños desamparados, mal alimentados y peor educados para explicar porqué estamos como estamos en Venezuela.

Noel5555o9*8 dijo...

Dos generaciones de nacidos desde 1999 están perdidas para tener buenos ciudadanos porque madres, maestros y asesores Chavistas los endoctrinaron para creer en SSXXI ciegamente.
Chavistas pasaron del clásico pícaro, a corruptos. Bolichicos, Boliburgueses y Enchufadnos se enriquecieron y el Pueblo los glorifica. País que glorifica al pícaro-corrupto está condenado al fracaso, con o sin SSXXI
Solamente una “Limpieza Biblica” de malos ciudadanos podría darle esos 15 millones de Buenos Ciudadanos, con quienes reconstruir el pais. Como esa ‘limpieza’ es Utopía, Venezuela de hoy es irrecuperable, así como lo es PDVSA. Habrá que esperar 20+ años, como los bosques arrasados por una gran quema, para que nuevos ciudadanos crezcan entre esas cenizas que dejó el Chavismo resentido en el país que una vez fue de abundancia

Noel5555o9*8 dijo...
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