martes, 26 de enero de 2021

PIE DE MANZANA: UN PEDIDO IMPOSIBLE DE SATISFACER

Hace unos días, en medio de mi forzado aislamiento post-quirúrgico/corona virus, le pedí a mis hijos que me trajeran, cuando vinieran a verme, un pie de manzana (Apple Pie). Sus intentos por satisfacer mi pedido fueron punto menos que heroicos, pero ninguna de las dos versiones que me trajeron tuvo el éxito deseado. Sin amilanarse mi hijo me dijo que él me traería otra versión… y otra, hasta que encontrara la que yo quería.

Sin embargo, me he dado cuenta de que mi pedido es imposible de cumplir. Cuando yo les pedí un Pie de Manzana estaba pensando en el Pie de Manzana que yo solía comer durante mis años en la Universidad de Tulsa, en Oklahoma, en la década de 1950, con grandes trozos de manzana envueltos en una capa delgada y croquante de harina, seguramente hecho con CRISCO, hoy bajo sospecha de ser muy perjudicial para la salud. Este postre era parte de mi banquete mensual de celebración de la llegada de mi cheque de becario, el cual tenía lugar en un pequeño establecimiento cercano a la universidad y consistía en un bistec de hamburguesa (Hamburger Steak) con papas fritas y grandes anillos de cebolla morada, todo ello seguido de un trozo generoso del pie. No solo que la comida y su aroma eran excelentes sino que todo me sabía a gloria, después de varios días de anticipación en mi mente, esa anticipación que me hacía pensar “cuando llegue el cheque, me voy a comer….”.

Como se comprenderá este pie de Manzana que yo estaba pidiendo a mis hijos en 2021 había dejado de existir hace muchos años. No solo porque ya el pie no se hacía así, de esa manera, ni podía saber de aquella manera, sino porque el Gustavo modelo 1953-1954, quien se lo comía con tanto gusto, también había dejado de existir. No solo mis circunstancias eran ahora muy diferentes sino yo también era otra persona.

Lo que me trajeron mis hijos fueron excelentes tartaletas de manzana o pies de manzana en una versión moderna, con componentes ligeramente diferentes, para el consumo de un Gustavo, modelo 2021, bastante diferente al de la década de 1950. Yo les había pedido, de manera irrazonable, hacer un viaje en el tiempo para buscarme aquel Pie de Manzana de mis años de estudiante, el cual era consumido por un joven de 20 años que era dueño del futuro y para quien aquel Pie de Manzana o aquel steak de hamburguesa representaban el placer supremo. El Gustavo de hoy no es dueño del futuro sino de su pasado.

Lo mismo me sucedió hace unos diez años, cuando le dije a Marianela que fuésemos de nuevo a Holanda, a La Haya, donde habíamos vivido un año que fue como una larga luna de miel, un par de enamorados jóvenes venezolanos sueltos en Europa a principios de la década de 1960. “Vayamos a visitar todos aquellos sitios donde fuimos tan felices”, le dije a mi querida esposa.

Y nos fuimos. Excepto que La Haya de 2008 no era La Haya de 1960. El hotelito donde habíamos llegado como recién casados ya no existía. El restaurant “Tempat Senang” donde descubrimos el “Rijstaffel jang Besar”, “el Nasi Goreng” y el “Gado Gado” todavía estaba allí y lo disfrutamos, aun cuando notamos su menor esplendor  (¿o sería, realmente, nuestro menor esplendor?) . Nuestro gran amigo el jefe de mesoneros había fallecido. En general, la ciudad había crecido de tal manera que los viejos sitios donde habíamos tenido momentos de especial felicidad ya no existían. Todavía existía mi sitio favorito, el Maurithaus, el museo de pequeño tamaño en el centro de la ciudad, el cual aloja a los gigantes de la pintura flamenca, desde Rembrandt y Vermeer hasta Frans Hals y Fabritius.

Regresamos de Holanda, país que amamos con pasión, aprendiendo que el pasado no se puede recapturar, que  al día siguiente ya no somos la misma persona del día anterior, que el paisaje físico y humano cambia con gran celeridad y que la felicidad surge en el  presente y ya no existe. Nuestros intentos de reconstruirla son fútiles y no es posible reconstruirla, solo es posible crear nuevas felicidades.  

Por ello le he dicho a mis hijos, no más Pie de Manzana. Ahora será mi objetivo buscar y encontrar lo que nos da felicidad en esta época, en nuestro estado de ánimo, en nuestra circunstancia.

No es posible recapturar la magia de los momentos idos. Tratar de crear el pasado es un ejercicio en melancolía.  


4 comentarios:

Tejano dijo...

Excelente, como siempre. Una muestra de talento y sutileza.

CAM

Maria Teresa van der Ree dijo...


Muy de acuerdo con el comentario de CAM.

Me ha pasado muchas veces y he pensado que es mi paladar que ha cambiado.

Anónimo dijo...

Cada día mejor Gustavo, con esta canción de Paco de Lucía y Al Di Meola.

https://www.youtube.com/watch?v=ADwfyxpriAM

No dejes de escribirnos,

Humberto Acosta.
Brasil.


Anónimo dijo...

Excelente pensamientos Don Gustavo. Mucho me es familiar y lo comparto.