DIARIO DE VIERNES
EL DIA QUE VENEZUELA SERA UN GRAN PAIS
Como venezolano estoy muy interesado en que mi país llegue a ser un gran país. En algunos momentos de nuestra historia estuvimos cerca de lograrlo, Por ejemplo, en la etapa en la cual Betancourt cedió la banda presidencial a Raúl Leoni, este a Rafael Caldera, Caldera a Carlos Andrés Pérez, inclusive cuando Pérez entregó la presidencia a Luis Herrera. De allí en adelante comenzamos a declinar en calidad ciudadana, hasta llegar al apocalipsis Chavista que conocemos bien. Cuando hablo de grandeza refiriéndome a esa etapa lo digo porque estoy convencido de que la clave de la grandeza de un pais está en su nivel de calidad ciudadana, en el grado de arraigo que el deber ciudadano haya logrado instalarse en el corazón de la población. Durante esta etapa que he mencionado ese sentido del deber ciudadano parecía estar presente en la misma medida en la cual estaba presente el sentido de los derechos ciudadanos. La fórmula mágica de la grandeza de un país, es decir, LOS DEBERES CIUDADANOS TIEN LA MISMA IMPORTANCIA QUE LOS DERECHOS CIUDADANOS pareció estar vigente. Tengo pocas dudas de que el ejemplo del liderazgo de la época tuvo mucho que ver con que ello fuera así. El ejemplo de civismo dado por Betancourt promovió en los presidentes que lo siguieron su mismo sentido de la majestad presidencial. El país tenía un presidente respetado y ello tuvo mucho que ver con el clima de equilibrio y bienestar social que se vivió durante esos años.
Le hice esa pregunta a la inteligencia artificial y me respondió:
“La etapa de 1960
a 1980 en Venezuela fue, en términos generales, un período
de gran prosperidad económica y desarrollo social, aunque con desafíos
políticos y el inicio de la inestabilidad hacia el final de la década de 1970 y
principios de 1980”.
En efecto, así la recuerdo yo. Viví intensamente esta etapa venezolana y
recuerdo que me sentía en pleno uso de mi condición ciudadana, consciente de
mis derechos y en cumplimiento de mis deberes. Éramos un país cercano a la grandeza,
lo cual quizás no advertíamos claramente. En retrospectiva, vemos que el súbito
incremento del ingreso petrolero hizo que el liderazgo político de la época
perdiera el rumbo que llevábamos y, en lugar de administrar la abundancia con
criterio de escasez, procedió a tartar de convertir al país en lo que se llamó
en aquel momento la Venezuela Saudita.
No hay nada más contagioso entre el pueblo llano que la
actitud de sus lideres. El pueblo puede elevarse en su conducta ciudadana
gracias a lideres capaces, honestos y visionarios como Betancourt, Leoni,
Caldera 1 y CAP (1, 50%) y 2 pero su espíritu
se debilita y hasta colapsa bajo lideres mediocres como lo fueron Herrera (50%)
, Lusinchi, Chávez, Caldera 2 o Maduro.
Lo que muchos compatriotas describen como nuestra grandeza
no tiene mucho que ver con ella. La basan, por ejemplo, en las características físicas
del territorio. Oí a un gran humorista nuestro decir que Venezuela era grande
porque tenía al relámpago del Catatumbo, los tepuys, el gran Orinoco, las montañas
“nevadas”, las playas más hermosas. Otros dicen que somos grandes porque
nuestras mujeres son las más hermosas del mundo. O porque en una época éramos
los primeros productores de petróleo del mundo.
El liderazgo semi analfabeta que hemos tenido en este
siglo XXI dice que somos grandes porque somos una potencia. Usan palabras
rimbombantes para definir lo que consideran grandeza: potencia económica, energética,
turística. La palabra potencia es usada como sinónimo de grandeza. Olvidan los
casos de Suiza, los países escandinavos, Uruguay, Costa Rica, países grandes
que no son potencia. O el caso de Corea del Norte o de la Rusia de Putin, que
son potencia pero que están lejos de tener grandeza. O los Estados Unidos de
Trump, deseando ser grande en cuerpo mientras empequeñece su alma.
Nada de esto arriba mencionado tiene que ver con nuestra
grandeza. Las características geográficas y geológicas del territorio donde está
asentada Venezuela son parte de un planeta que existe desde hace 4000 millones
de años, en cuyo origen y formación los venezolanos no hemos tenido nada que
ver. Los tepuys no nos pertenecen, nosotros pertenecemos a la porción del
planeta donde existen los tepuys, o el relámpago del Catatumbo. Lo mismo nuestros
ríos, montañas (ya no nevadas), lagos y playas. El petróleo se formó en su casi
totalidad hace unos 45 a 75 millones de años y los venezolanos no tuvimos nada
que ver con eso, el hombre no existía. Ningunos de estos atributos fisiográficos
o geológicos nos conceden títulos de grandeza como país.
La grandeza es otra cosa, más íntima, más inmanente a
nuestra carne y hueso. Es, en los términos más sencillos:
·
el ejercicio
de una manera sensate y responsable de vivir en común,
·
equilibrar
nuestros derechos en la sociedad con nuestros deberes hacia la sociedad,
·
utilizar bien, conservar, embellecer más aun,
los atributos fisiográficos que nos han sido dados. Es decir, conservar debidamente
nuestros ríos, playas, lagos y montañas.
·
proporcional a nuestra capacidad de mejorarnos
como individuos y como nación, de ser miembros contributivos de una comunidad.
Como se puede ver, estos atributos que enumero como ingredientes
de la verdadera grandeza no tienen mucho que ver con tamaño, con fisiografía,
con la hermosura física de nuestras mujeres o el inmenso reservorio de petróleo
que se encuentra en nuestro subsuelo. Tiene que ver con nuestras mentes y
nuestros corazones, con nuestras actitudes ante la vida en sociedad, con el
grado de pertenencia que mostramos en nuestra vida en común, con nuestros
deberes hacia cónyuges, familia, amigos y congéneres, en nuestra manera de establecer
las prioridades sobre nuestras vidas, es decir, con todo lo que se puede llamar
ciudadanía, la pertenencia a un grupo social que comparte una historia y un
destino común.
Tomar nuestro lugar de remero en el inmenso barco de la nación,
al mismo ritmo y en la misma dirección del progreso de quienes conviven con
nosotros nos llevara a la grandeza.
¿Es esto posible? Por supuesto que sí. Aprender a ser un buen
ciudadano activo y contributivo al progreso y bienestar de nuestra Sociedad es posible.
Mas aun, sin que una masa crítica de la población aprenda a serlo el país no podrá
progresar, no importan los barriles del petróleo, la belleza de nuestras
mujeres y la impresionante luz del relámpago del Catatumbo. Aprender es
relativamente sencillo con la implantación de un sistema de educación ciudadana
a nivel nacional, de carácter obligatorio durante toda la vida infantil y
adolescente de cada venezolano. Toma tiempo, pero va surtiendo efecto positivo
cada día que permanece en funcionamiento. Al convertirlo en componente permanente
de la acción educative se lleva a cabo de manera insensible, se confunde con
las actividades que llevamos a cabo de manera instintiva, como el comer y el
dormir.
Educarse para la buena ciudadanía debe ser para cada
venezolano tan integral como el comer y el dormir de sus vidas.
La alternativa es impensable, es la eterna mediocridad.
asi los ve el nyt:
- The Moderate: Delcy Rodríguez, Vice President LA MODERADA!
- The Hard-Liner: Diosdado Cabello, Interior Minister
- The Nobel Laureate: María Corina Machado, Opposition Leader
- The Elected: Edmundo González, Retired Diplomat
- The Operator: Jorge Rodríguez, Congressional Speaker
- The General: Vladimir Padrino López, Defense Minister
En su
novela “El Cuento de la Criada” Margaret Atwood dice: “Ignorar no es lo mismo
que la ignorancia. Ignorar es un acto consciente”. Considero imposible que el
New York Times no sepa exactamente lo que sucede en Venezuela, por lo que debo concluir
que la pobre calidad de sus recientes informes sobre el país está muy influenciada
por su postura anti-Trump. Yo suscribo mucho de esa postura, pero en el caso
venezolano ella genera en el diario un sesgo que está contribuyendo a la
permanencia del régimen opresor e ilegítimo de Nicolas Maduro en el poder.
Durante
las últimas semanas el diario ha estado publicando informes que no reflejan la
realidad de la situación política venezolana, tan críticos de la lideresa democrática
María Corina Machado que ello parece contribuir a la causa del régimen criminal
de Maduro.
La mayoría
de estos informes están firmados por Anatoly Kurmanaev. Cuando vemos su perfil
en internet: https://www.nytimes.com/by/anatoly-kurmanaev, notamos que es un periodista ruso que escribe
sobre Rusia y Ucrania. Sin embargo, sus artículos en el NYT son todos sobre
Venezuela, al menos desde octubre de este ano.
El lunes
8 de diciembre, en la página A4 del NYT, edición para Washington DC, Kurmanaev publicó
un análisis titulado: “LOS VENEZOLANOS QUE PODRIAN REMPLAZAR A MADURO COMO
LIDER”, en el cual enumera los posibles remplazos de Nicolas Maduro en el
poder, si acaso la presión estadounidense logra su objetivo de desplazarlo de
Miraflores. La manera como este análisis está elaborado muestra un acentuado
astigmatismo moral.
En la opinión
de Kurmanaev hay seis candidatos más probables para remplazar a Maduro. Cuatro
de ellos son prominentes miembros de la pandilla criminal que ha usurpado el
poder en Venezuela por largos años y los dos restantes son miembros de la oposición,
uno de ellos presidente electo en las elecciones de Julio 2024, robadas por
Maduro.
En su análisis
Kurmanaev no hace muchos esfuerzos por incorporar el ingrediente moral sino que
mide las probabilidades de cada líder, en base a consideraciones esencialmente políticas,
con abandono de la ética. De esta manera considera a Delcy Rodríguez como la
candidate número uno a reemplazar a Maduro, llamándola “una lideresa moderada
en materia económica, artífice de la estabilización económica del país” y, además,
“una tecnócrata cosmopolita”. Esta
edulcorada descripción oscurece la verdadera identidad de esta persona,
contrabandista de oro, directamente responsable, por su posición en el regimen,
de centenares de muertes y prisiones, millones de exiliados y miles de millones
de dólares robados por la pandilla. Su Hermano, Jorge Rodríguez, merece un
ranking más bajo, aunque el periodista le asigna cierta “legitimidad política”
como presidente de una Asamblea Nacional que es – debería saberlo - ilegitima.
María
Corina Machado es reconocida por el periodista como la lideresa de la oposición.
Lo cual sugiere que ve a Maduro como un legítimo gobernante, no como el
usurpador que es. El rechazo que muestra Machado por los compromisos con Maduro
son vistos por el periodista como un obstáculo para la solución negociada de la
tragedia venezolana, la cual parece ser la ruta preferida por el analista.
Las probabilidades
de Edmundo González Urrutia son vistas, correctamente, como las que poseen
mayor fuerza legal. Sin embargo, el analista le resta posibilidades debido a lo
que llama “sus débiles conexiones políticas”, cuando no debería existir ninguna
objeción válida a su toma de posesión.
El analista
parece concluir que Delcy Rodríguez seria la candidata con mejores credenciales
para ser la nueva líder del país, en una transición.
Yo
considero que el NYT muestra un sesgo que consciente o inconscientemente favorece
la permanencia de Maduro en el poder. No logro comprender el juego de este
diario, de tan larga historia a favor de las democracias, aunque sospecho que
su postura anti-Trump (correcta en su sentido más amplio) lo lleva a deformar
lo que debería ser su decidida postura a favor de la democracia venezolana.
POSTAL DE LA
HAYA, 1959
Fresas, Adrien Coorte, 1705
Mauritshuis, La
Haya
En septiembre de
1959, casado con Marianela a principios de ese año, la empresa SHELL me envió a
La Haya, Holanda, a trabajar en el departamento de exploración de la empresa.
La Haya era la sede técnica del Grupo SHELL mientras que Londres era la sede
financiera y planificadora. En La Haya se concentraban los estudios geológicos sobre
las cuencas petrolíferas del mundo, a fin de guiar los esfuerzos exploratorios
de la empresa en cada pais. Era, por decirlo asi, la meca SHELL de la geología
petrolera. Allí los geólogos se familiarizaban con las características de acumulación
del petróleo en diferentes ambientes y estructuras geológicas, a fin de aplicar
luego las analogías que pudiesen existir en los países donde irían
posteriormente a explorar. En esa oficina se concentraba la crema y nata de los
exploradores de la SHELL, quienes servían de mentores a los más jóvenes, como
era mi caso.
Yo tenía 26 años
y aunque había estudiado cuatro años en USA y había salido de Los Teques, mi pequeña
aldea, hacia Nueva York y luego a Tulsa, Oklahoma, mi viaje a Europa iba a
tener para mí un impacto cultural y espiritual enorme.
En primer lugar,
iba a Holanda recién casado con Marianela, quien luego sería mi compañera
durante 62 años. Estoy seguro de que compartir con ella mi primer año de matrimonio
en La Haya de la post guerra fue decisivo para consolidarnos como pareja.
Estuvimos solos en un ambiente nuevo, estábamos allí el uno para el otro. Compartimos
toda esa maravillosa experiencia de vivir en Europa, de viajar por diferentes
países como quien va de Caracas a Valencia, un par de jóvenes salidos de familias
de clase media, de modestos recursos.
Marianela había comenzado a
trabajar en Maracaibo a los 15 años, y yo había sido un habitante de Los Teques,
una aldea de montaña poblada por amantes de la ópera y lectores de Thomas Mann
y Hermann Hesse, donde el zapatero ofrecía extraordinarios análisis sobre las
estrategias de Montgomery en África del Norte, mientras nos ponía los zapatos
como nuevos. Al llegar a Holanda no éramos totalmente montunos pues veníamos de
una Venezuela económicamente próspera, con una cultura muy influenciada por los
Estados Unidos en sus maneras cotidianas de vivir.
En segundo lugar,
además de mi experiencia profesional, sin paralelo, de estudiar las grandes
cuencas petrolíferas del planeta llevado de la mano de los grandes maestros,
llegar a Europa, vivir en Holanda, abrió nuestros ojos venezolanos para la admiración
de las bellezas sencillas y genero nuestro
amor por la pintura holandesa de la
llamada edad de oro (siglo XVII) , por los
tulipanes y por la comida de Indonesia, la cual se comía en Holanda quizás
hasta mejor que en Indonesia misma.
EL
VIEJO MUNDO FUE NUESTRO MUNDO NUEVO
Para nosotros el
viejo mundo fue totalmente nuevo y nos abrió las puertas a maravillas
culturales acumuladas por siglos, aun durante los llamados anos de
oscurantismo, cuando los monjes medioevales salvaron para la posteridad miles
de obras filosóficas, artísticas y religiosas. En La Haya todo fue nuevo a
nuestros ojos. Las calles, las casas, los parques poseían una extraña fisonomía
y el aire mismo tenía un olor diferente (no siempre el mejor, dentro de los tranvías).
Llegamos a una Holanda aun en recuperación de los sufrimientos de la guerra, la
gente aun pobre, austera, mientras nosotros llegábamos de un país con mucho
dinero. Nos tomó algún tiempo cambiar de actitud, despojarnos de la capa de
nuevo riquísmo que traíamos puesta, a fin de entrar a vivir en sintonía con, y al
ritmo del, país.
Nuestro
apartamento, número 18 de la calle Aronskelkeweg, había pertenecido a un
caballero recientemente fallecido y lo alquilamos con sus muebles. Pagábamos
una suma extra al mes para poder bañarnos con agua caliente todos los días. El
verdulero y frutero pasaba tres veces a la semana por nuestra puerta. Nos
gritaba desde la calle: ¡Groenteboer!
El fantasma del
fallecido dueño se le aparecía fugazmente a Marianela, nunca lo vi yo. Era, me
decia Marianela, un anciano amable y sonriente. En aquel tibio sitio de una
calle con nombre de flor vivimos nuestra luna de miel.
Además de los
primeros grandes descubrimientos, incluyendo extraordinarios restaurantes de comida indonesia como EL
TEMPAT SENANG (Aun existía hace algunos años, cuando regresamos de visita) y
GARUDA, el gran descubrimiento que hicimos fue la pintura holandesa del siglo
XVII. Durante ese siglo en Holanda existieron unos 700-800 pintores que
produjeron alrededor de un millón de obras pictóricas. Algo espectacular.
Estamos hablando de Rembrandt, por supuesto, pero también de Vermeer, Ruisdael,
Frans Hals, Adrian Coorte y un larguísimo etc. etc. etc. Un tesoro de inmensa magnitud,
no solo em materia de retratos y paisajes sino en exquisitas naturalezas muertas.
El primer museo
que visitamos, en el centro de La Haya, era muy pequeño, pero alojaba la más impresionante
colección de obras maestras de estos pintores del siglo XVII, el MAURITSHUIS.
Cuando lo visitamos Marianela y yo comenzamos por Rembrandt, por supuesto, pero
muy pronto desarrolle un gusto muy especial por Frans Hals mientras que Marianela
prefería a Jan Vermeer. Fue en una visita posterior que conoceríamos el pequeño
cuadro sobre madera que nunca olvidaríamos. Estaba prácticamente al entrar al
museo. Quizás por eso paso inadvertido durante la primera visita. Era El
JILGUERO.
Al descubrir el Jilguero ya no fue posible para nosotros dejarlo de ir a ver. Cada vez que estábamos en el centro de La Haya entrabamos a verlo, a admirar su belleza, la economía de sus trazos, su mirada a lo Mona Lisa no exenta de reproche por su cautiverio y lo que se ha llamado su perfecta sencillez. La tabla está firmada: C. Fabritius, 1654.
Este pintor tenía
32 años cuando pintó El Jilguero. Y ese mismo año de 1654, en octubre, murió en
la terrible explosión que sacudió el centro de la ciudad de Delft, el estallido
de un almacén de pólvora que caus’o centenares de muertes y miles de heridos.
A diferencia de
otros pintores de la época la obra de Carel Fabritius fue escasa, solo se
conocen unas diez o doce obras de su autoría. pero su jilguero ha ido ganando
prestigio con el tiempo y hoy en dia está cerca del nivel de la Mona Lisa en
materia de popularidad. Una novela sobre esta obra, escrita por Donna Tartt, gano
el premio Pulitzer.
La obra de los
pintores holandese que más se conoce es la de los grandes paisajes y retratos,
pero existe un tesoro de maravillosas naturalezas muertas, de una extraordinaria
delicadeza. Mi preferido es Adrien Coorte, quien se especializó en frutas y vegetales,
en especial sus melocotones.
O, sus espárragos:
Ese año
maravilloso en Holanda nos preparó para una felicidad basada en la apreciación
de las cosas sencillas de la vida, de la belleza de la naturaleza y nos
permitió desarrollar una cierta austeridad en nuestra feliz vida juntos, por
pensar que ella forma parte de una manera elegante de vivir.
CONCIERTO PARA PIANO Y ORQUESTA # 21, W. A. MOZART
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En especial, su ANDANTE, segundo movimiento.
Y, para los expertos en música, esta es la obra que según el mismo Mozart,
era la mejor que había compuesto hasta la fecha, en 1784, su Quinteto para
Piano e instrumentos de Viento:
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