DIARIO DE VIERNES
CARTA ABIERTA AL ARZOBISPO DE CARACAS, RAUL BIORD
CASTILLO
Monseñor Biord
Castillo:
Le envío esta carta animada de las mejores intenciones para
pedirle que, en lo posible, explique al país las razones de su postura complaciente
ante la dictadura de Nicolas Maduro, la cual – no es posible que usted lo
ignore – mantiene desde hace años en nuestro país un régimen de terror que ha traído
muerte, pobreza, exilio, cárcel y sufrimiento a miles, millones de venezolanos.
Esta naturaleza criminal del régimen de Maduro no es algo discutible, no es
algo que podamos definir – como lo hizo de manera cínica el premio Nobel de la
paz argentino Adolfo Pérez Esquivel -
como una “democracia de luz y sombras”. No, es un régimen que figura
entre los más crueles y dañinos que puedan existir en nuestro mundo.
Su postura de cooperación con este régimen seria
censurable desde una posición simplemente ciudadana, por ser contraria no solo
a los dictados de nuestra constitución, la cual contiene numerosas
disposiciones sobre los derechos humanos que este régimen ha violado descaradamente
sino a los principios y valores de rango universal que deben formar la base de
nuestra actuación ciudadana. En nuestra Venezuela de fe mayoritariamente católica,
su postura aparece como especialmente censurable, dada su condición religiosa
colocada en una posición de autoridad, por lo cual el pueblo ve en usted un guía
spiritual de primera línea.
Su educación desde el
colegio Domingo Savio hasta su distinguida trayectoria educativa
superior, de summa cum laude lo caracteriza como una mente superior. Fue usted profesor
en mi querido Liceo San José, de donde han salido centenares de valiosos y
honrados venezolanos. Sumado a esas
impecables credenciales educativas, su relación familiar con mi admirado
Cardenal Rosalio Castillo Lara y con el no menos admirable arzobispo Lucas
Guillermo Castillo le dan a usted, tanto por educación como por linaje, una fisonomía
humanista que, casi de manera inevitable, lo debería llevar a usted a estar del lado de quienes luchan
abiertamente en nuestro país contra la aborrecible dictadura, la cual
representa la negación de todo lo decente, de todo lo noble.
Ha sido usted cura de pueblo en los barrios de Los Teques,
profesor de filosofía en diferentes institutos religiosos y laicos y rector de
institutos universitarios. Ha predicado
usted ejercicios espirituales en numerosas diócesis de Venezuela, Perú y
Colombia. Ha subido usted a los niveles más altos de la jerarquia eclesiástica,
sin duda impulsado por sus cualidades intelectuales y humanistas. Aunque no
conozco su trayectoria dentro de la jerarquía católica, esa progresión dentro
de la pirámide que lleva al sacerdote raso a ser un príncipe de la Iglesia,
debo asumir que su progreso hasta llegar a Obispo de La Guaira y a Arzobispo de
Caracas tuvo que ver con sus méritos como sacerdote y como ciudadano.
Sin embargo, por lo que puedo ver en la prensa, por
ejemplo la nota de Ibeyise Pacheco, verla en: https://www.lapacheco.com/blogs/mi-blog/item/752-maduro-el-arzobispo-y-la-canonizacion.html, sus relaciones en La Guaira no parecen haber sido con
lo ma\mejor de la feligresía sino con pseudo empresarios de baja reputación y
con personajes como el Sr. Alejandro Terán, quien alegaba ser un empresario
petrolero venezolano en Houston con planes de cuantiosas inversiones junto con
PDVSA y resulto no serlo. Logró, eso sí,
llegar a ser gobernador de La Guaira, con quien usted hizo buenas relaciones.
Y, como reza el dicho : “Dime con quien andas y te diré quién eres”.
Y ahora, su relación con el régimen ha llegado a ser con
el Sr. Maduro y su esposa, los máximos representantes de la pandilla que ha
destruido a Venezuela. Usted fue a verlos a su residencia, acompañado del
rector de la Universidad Católica Andrés Bello y, tuteando a Maduro, le dijo: “mira
lo que te traigo”. Ese tuteo hirió profundamente a muchos venezolanos quienes
ven en Maduro el jefe de una pandilla criminal responsable por asesinatos, prisiones,
torturas y robo descarado.
El impacto de esta conexión suya con un régimen
ilegitimo, tanto de origen como de comportamiento, es doble, sobre la iglesia católica
y sobre usted como ciudadano. Coloca a la iglesia católica en una posición muy incómoda
frente a los venezolanos quienes en su inmensa mayoría rechazan a Maduro y a
quienes le sirven. Sin embargo, es justicia agregar que la mayoría los representantes
de la iglesia católica no han adoptado la sumisa actitud suya. Al contrario,
hombres como los monseñores Baltazar Porras y Ovidio Pérez Morales, entre
otros, se han destacado por sus posturas firmes contra la dictadura y han definido
la tradición de la iglesia, siempre al lado de los pobres, de los débiles y los
oprimidos. No conozco los mecanismos internos de acción de la iglesia, pero
supongo que las directrices sobre la conducta de la Iglesia en cada comunidad
deben venir de la máxima autoridad, que es el Vaticano. Una posición
complaciente con el régimen venezolano no debería existir sin ser desautorizada
de inmediato por las máximas autoridades de la institución. No es posible que cada
uno dentro de la Iglesia actúe en el plano ético como le parezca. Debe haber un
apego a principios y valores que la Iglesia ha predicado por siglos, a los
cuales todos sus miembros deben fidelidad.
Mas allá del impacto de su postura sobre la institución está, por supuesto, el impacto sobre su
persona. Usted posee unas credenciales extraordinarias y una herencia familiar
de excelencia humana que debe ser protegida y honrada a toda costa. Ello le
obliga a usted a ser muy cuidadoso en su relación con el detestable régimen de
Maduro y sus cómplices. No hay beneficios de corto o mediano plazo que puedan
justificar acercamientos a ese régimen como el que usted está llevando a cabo.
Como exalumno salesiano, admirador de la solidez ética de
esa bendita orden, sé que usted puede corregir rápidamente su actitud. Y, si piensa
todavía que su acercamiento tiene justificación, explicar sus razones ante un país
que sinceramente no lo comprende,
Su compatriota,
Gustavo Coronel
EL EJEMPLO DE ROMULO
Después de su dura experiencia en la
presidencia del país en la etapa 1945-1948, Rómulo Betancourt fue elegido democráticamente
presidente de Venezuela para el periodo 1959-1964. En esta ocasión la composición
de su gabinete ejecutivo se benefició de la experiencia de su primer gobierno,
durante el cual Betancourt había tratado de gobernar con miembros de su entorno
íntimo.
GABINETE DEL PRIMER PERIODO,
1945-1948
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Primer gabinete (1945-1948) |
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Organismo |
Autoridad |
Período |
Ref. |
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1945–1946 |
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1946–1948 |
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1945–1947 |
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1947–1948 |
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1945–1947 |
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1947–1948 |
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1945–1948 |
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1945–1948 |
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1945–1946 |
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1946–1947 |
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1947–1948 |
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1945–1946 |
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1946–1947 |
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1947–1948 |
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1945–1948 |
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1945–1946 |
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1946–1947 |
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1947–1948 |
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1945–1947 |
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1947–1948 |
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1945–1948 |
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1945–1947 |
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1947–1948 |
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GABINETE DEL SEGUNDO PERIODO,
1959-1964
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Gabinete de 1959-1964) |
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Organismo |
Autoridad |
Período |
Ref. |
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1959–1962 |
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1962–1963 |
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1963–1964 |
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1959–1960 |
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1960–1964 |
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1959–1960 |
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1960–1961 |
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1961–1964 |
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1959–1961 |
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1961–1964 |
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1959–1961 |
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1961–1963 |
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1963–1964 |
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1959–1960 |
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1960–1962 |
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1962–1964 |
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1959–1960 |
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1960–1961 |
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1961–1964 |
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Ministerio
de Justicia |
1959–1962 |
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1962–1963 |
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1963–1964 |
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1959–1963 |
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1963–1964 |
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1959–1960 |
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1960–1963 |
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1963–1964 |
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1959–1960 |
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1960 |
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1960–1964 |
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1959–1963 |
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1963–1964 |
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1959–1964 |
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1959–1963 |
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1963–1964 |
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Oficina
de Coordinación y Planificación |
1959–1962 |
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1962–1964 |
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Como se podrá observar,
con una o dos excepciones, quienes formaron parte del gabinete de 1945 eran
miembros de su entorno político inmediato. Este primer gobierno de Betancourt
tuvo un final traumático, en parte influenciado por la uniformidad partidista
de sus integrantes, lo cual fue percibido como sectario.
Su segunda oportunidad
presidencial llegó en circunstancias diferentes a la primera, no como producto
de un golpe de estado, sino como resultado de una elección transparente y democrática.
Mas importante aún, Betancourt había aprendido su lección. Dice su biógrafa María
Teresa Romero: “Betancourt retornó decidido a evitar sectarismos y prepotencias
y ello le rindió inmediatos y buenos frutos”.
No solo la composición del gabinete estuvo
condicionada por lo acordado en el pacto de Punto Fijo, el cual daba a cada
Partido miembro de la coalición un par de posiciones en el gabinete, sino que
los demás integrantes fueron seleccionados por Betancourt con un gran espíritu
de amplitud, para incluir a quienes podrían ser más efectivos en cada posición,
sin atender a su filiación política. Como resultado, el gabinete fue un
excepcional equipo lleno de talento, orientado más a la búsqueda del consenso y
del bienestar colectivo que a las tareas propias del poder político.
En la biografía
mencionada, leerla en: https://www.anhvenezuela.org.ve/wp-content/uploads/2023/10/ROMULO-BETANCOURT-BBV-13.pdf la
autora María Teresa Romero nos dice: “Para el logro de sus propósitos
Betancourt formó un equipo gubernamental pluralista, no sectario en esta
ocasión, con profesionales de primera línea, que se distinguió por un manejo
responsable y honesto de la administración y bienes del aparato estatal. La
disciplina de horarios y reuniones impuesta por Betancourt en su gabinete era
tan férrea como la que se autoimponía él. Pero, como estadista inteligente, era
abierto y democrático. Cuentan que era característica de Betancourt en las
reuniones del gabinete escuchar inextenso las opiniones de sus colaboradores.
Siempre buscaba el mayor consenso. Con ellos, y manteniendo un diálogo
permanente con los sindicatos, los empresarios, los militares y la Iglesia a
fin de lograr apoyos a la labor oficial, se diseñó el primer Plan de la Nación
y se desarrollaron políticas públicas de gran impacto. Betancourt siempre decía:
“Nos anima una concepción filosófica democrática de la función de gobernar, no
sucumbimos al ensimismamiento ególatra ni a la autosuficiencia burocrática”,
afirmó en 1959. Y ello lo cumplió en su segundo mandato. Dedicaba las mañanas a
reuniones de trabajo, las tardes a audiencias, las noches a leer y escribir.
Los lunes recibía en su despacho al comando de AD y luego lo dedicaba
enteramente a su gabinete; los martes se reunía con los jefes de los diversos
partidos políticos; el miércoles con los dirigentes sindicales y empresariales;
el jueves, todo el día, era para el sector militar, y los viernes estaban
reservados para sus viajes al interior del país”.
Recordamos estos
momentos luminosos de la democracia venezolana en momentos en los cuales la nación
se encuentra cerca de recuperar su libertad y su democracia. No está ya lejos
el instante en el cual Edmundo González Urrutia, gracias a la extraordinaria
saga protagonizada por María Corina Machado y su equipo, sea juramentado como
presidente de Venezuela, en total situación de legitimidad y aceptación
popular.
Por ello, cuando
estamos cerca de entrar en un nuevo capítulo de nuestra historia, en el cual se
abren caminos propicios para la recuperación física y espiritual de la nación,
es oportuno volver la mirada atrás e inspirar la acción de nuestros lideres democráticos
de hoy en la conducta de un estadista como Betancourt. El dejó a un lado la tentación de gobernar con
su entorno, estructurando un equipo extraído de lo mejor de nuestra sociedad
civil, de amplitud ciudadana. Ello le permitió sentar las bases de un gobierno democrático,
alejado de las intolerancias del pasado, protagonizando una de las presidencias
más eficientes del siglo XX.
El día de
nuestra liberación nos encontrará cargados de optimismo. El país posee
brillantes talentos multigeneracionales para integrar los equipos que llevaran a
Venezuela a ser parte, una vez más, de la comunidad civilizada de naciones.
LA PETITE SUITE, CLAUDE DEBUSSY
https://www.youtube.com/watch?v=J_kiMeYKJbY&list=RDJ_kiMeYKJbY&start_radio=1
Esta exquisita suite es un poema a la campiña francesa.
La primera parte, Andantino, llamada EN UN BOTE, es una de mis piezas
favoritas. Es como un viaje apacible por un lago, tomado de la mano con una
bella mujer.
Fue compuesto originalmente para piano a cuatro manos.
Prefiero esta versión orquestal.
DOBLE CIUDADANIA,
PATRIOTISMO Y LEALTAD
Aunque no con frecuencia recibo a veces en mi blog comentarios críticos sobre mi doble nacionalidad. Algunos la ven como una fuente permanente de conflictos de interés, otros como un abandono de mis orígenes.
Uno que otro,
sin identificarse porque saben que nací en Catia, ha ido más lejos y ha hablado
de traición a la patria.
Esos
comentarios, más que ponerme a pelear con sus autores, me ha llevado a
reflexionar sobre cuánto de cierto pudieran tener. Ciertamente, eso de irse de
la patria y naturalizarse como ciudadano de otro pais hace pensar a
terceros y a uno mismo que algo
fundamental podría haber cambiado en nosotros, que podría haber ocurrido un
desplazamiento de lealtades.
Uno de los
primeros pensamientos que el tema me genera es que en Venezuela generalmente nos
sentimos muy orgullosos de quienes han venido a hacer su vida entre nosotros,
como ha sido el caso de las importantes colonias italianas, españolas y portuguesas
que llegaron a nuestro pais en las décadas de 1940 a 1960. Los vimos llegar
pensando que ellos y ellas prefirieron salir de sus países para pasar el resto
de sus vidas con nosotros y los juzgamos gente maravillosa. Su decisión de ser
de los nuestros elevó nuestra autoestima venezolana.
En paralelo,
muchos compatriotas tienden a ver con cierto reproche a quienes se han ausentado
para hacer sus vidas lejos de la patria y son muchos quienes llegan a pensar
que quienes se ausentan no aman suficientemente al país. Sin embargo, las
razones que animan a los que vienen y a los que se van son esencialmente idénticas,
todos andan (andamos) buscando una vida mejor, tranquilidad, paz, una vida
decente.
Tan delicado
como el tema del patriotismo, del amor por el país, es el tema de las lealtades
a un nuevo país y si ello lleva necesariamente aparejada una pérdida de lealtad
hacia el país natal. Por lo pronto puedo decir que llevo ya doce años de ser un
ciudadano dual, venezolano y estadounidense, y hasta este momento no he
experimentado ningún conflicto de lealtades. Un ejemplo de posible conflicto de
lealtades seria que yo tuviera que ingresar a la fuerza armada estadounidense
para ir a invadir a Venezuela y convertirla en un satélite estadounidense o que
el ejército estadounidense fuese a defender la permanencia en el poder de una
dictadura, como la que existe actualmente. Pero si el ejército fuese a liberar
a Venezuela yo no tendría conflicto alguno en ser parte de la tropa. En líneas generales
el conflicto de lealtades se presentaría si la acción que yo deba tomar en
beneficio de mi pais de adopción fuese a dañar a mi país natal. Pero si va a
beneficiarlo no veo que ello plantee un conflicto de interés.
¿ Ser
leal a un país significa ser leal al gobierno, al presidente, a un partido político, al ejército?
Los términos a veces nos confunden y se confunden, sobre todo cuando se
mezclan con los prejuicios. Hay que pensar
bien en los matices de la lealtad. Porque ser leal a un gobierno como el de
Maduro no es ser patriota, es un crimen, o ser leal a un ejército prostituido o
a un estado forajido no es nacionalismo, es también un crimen.
Patriotismo es
amar a nuestro país, pero no necesariamente darle la razón ultranza, a pesar de
que no la tenga. Patriotismo no puede ser apoyar a la nación aun cuando actúe
en violación de principios o valores de rango universal, como lo seria atacar a
un país vecino para anexar territorio que no nos pertenece. El nacionalismo de Hitler o de Putin o de
Hugo Chávez ha sido de naturaleza criminal y haberlo apoyado no fue lealtad
sino complicidad. Ser nacionalista en el sentido de “mi nacion, con o sin razón”
o en el sentido de anteponer intereses nacionales a los intereses de la raza
humana es solo una parodia de lealtad.
Andrés Eloy
Blanco tiene un poema sobre un labriego y su amigo el jefe civil. El labriego cometió
una falta y el jefe civil debió llevarlo a la cárcel por el lapso establecido
en las leyes. Pero mientras el labriego estuvo en la cárcel el jefe civil iba diariamente
a regar los sembradíos de su amigo.
Esa es la verdadera
lealtad.
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