viernes, 7 de noviembre de 2025

DIARIO DE VIERNES

 DIARIO DE VIERNES

 


CARTA ABIERTA AL ARZOBISPO DE CARACAS, RAUL BIORD CASTILLO



 Monseñor Biord Castillo:

Le envío esta carta animada de las mejores intenciones para pedirle que, en lo posible, explique al país las razones de su postura complaciente ante la dictadura de Nicolas Maduro, la cual – no es posible que usted lo ignore – mantiene desde hace años en nuestro país un régimen de terror que ha traído muerte, pobreza, exilio, cárcel y sufrimiento a miles, millones de venezolanos. Esta naturaleza criminal del régimen de Maduro no es algo discutible, no es algo que podamos definir – como lo hizo de manera cínica el premio Nobel de la paz argentino Adolfo Pérez Esquivel -   como una “democracia de luz y sombras”. No, es un régimen que figura entre los más crueles y dañinos que puedan existir en nuestro mundo.

Su postura de cooperación con este régimen seria censurable desde una posición simplemente ciudadana, por ser contraria no solo a los dictados de nuestra constitución, la cual contiene numerosas disposiciones sobre los derechos humanos que este régimen ha violado descaradamente sino a los principios y valores de rango universal que deben formar la base de nuestra actuación ciudadana. En nuestra Venezuela de fe mayoritariamente católica, su postura aparece como especialmente censurable, dada su condición religiosa colocada en una posición de autoridad, por lo cual el pueblo ve en usted un guía spiritual de primera línea.

Su educación desde el  colegio Domingo Savio hasta su distinguida trayectoria educativa superior, de summa cum laude lo caracteriza como una mente superior. Fue usted profesor en mi querido Liceo San José, de donde han salido centenares de valiosos y honrados venezolanos.  Sumado a esas impecables credenciales educativas, su relación familiar con mi admirado Cardenal Rosalio Castillo Lara y con el no menos admirable arzobispo Lucas Guillermo Castillo le dan a usted, tanto por educación como por linaje, una fisonomía humanista que, casi de manera inevitable, lo debería llevar a usted  a estar del lado de quienes luchan abiertamente en nuestro país contra la aborrecible dictadura, la cual representa la negación de todo lo decente, de todo lo noble.      

Ha sido usted cura de pueblo en los barrios de Los Teques, profesor de filosofía en diferentes institutos religiosos y laicos y rector de institutos universitarios.    Ha predicado usted ejercicios espirituales en numerosas diócesis de Venezuela, Perú y Colombia. Ha subido usted a los niveles más altos de la jerarquia eclesiástica, sin duda impulsado por sus cualidades intelectuales y humanistas. Aunque no conozco su trayectoria dentro de la jerarquía católica, esa progresión dentro de la pirámide que lleva al sacerdote raso a ser un príncipe de la Iglesia, debo asumir que su progreso hasta llegar a Obispo de La Guaira y a Arzobispo de Caracas tuvo que ver con sus méritos como sacerdote y como ciudadano.

Sin embargo, por lo que puedo ver en la prensa, por ejemplo la nota de Ibeyise Pacheco, verla en:    https://www.lapacheco.com/blogs/mi-blog/item/752-maduro-el-arzobispo-y-la-canonizacion.html, sus relaciones en La Guaira no parecen haber sido con lo ma\mejor de la feligresía sino con pseudo empresarios de baja reputación y con personajes como el Sr. Alejandro Terán, quien alegaba ser un empresario petrolero venezolano en Houston con planes de cuantiosas inversiones junto con PDVSA y resulto no serlo.  Logró, eso sí, llegar a ser gobernador de La Guaira, con quien usted hizo buenas relaciones. Y, como reza el dicho : “Dime con quien andas y te diré quién eres”.

Y ahora, su relación con el régimen ha llegado a ser con el Sr. Maduro y su esposa, los máximos representantes de la pandilla que ha destruido a Venezuela. Usted fue a verlos a su residencia, acompañado del rector de la Universidad Católica Andrés Bello y, tuteando a Maduro, le dijo: “mira lo que te traigo”. Ese tuteo hirió profundamente a muchos venezolanos quienes ven en Maduro el jefe de una pandilla criminal responsable por asesinatos, prisiones, torturas y robo descarado.

El impacto de esta conexión suya con un régimen ilegitimo, tanto de origen como de comportamiento, es doble, sobre la iglesia católica y sobre usted como ciudadano. Coloca a la iglesia católica en una posición muy incómoda frente a los venezolanos quienes en su inmensa mayoría rechazan a Maduro y a quienes le sirven. Sin embargo, es justicia agregar que la mayoría los representantes de la iglesia católica no han adoptado la sumisa actitud suya. Al contrario, hombres como los monseñores Baltazar Porras y Ovidio Pérez Morales, entre otros, se han destacado por sus posturas firmes contra la dictadura y han definido la tradición de la iglesia, siempre al lado de los pobres, de los débiles y los oprimidos. No conozco los mecanismos internos de acción de la iglesia, pero supongo que las directrices sobre la conducta de la Iglesia en cada comunidad deben venir de la máxima autoridad, que es el Vaticano. Una posición complaciente con el régimen venezolano no debería existir sin ser desautorizada de inmediato por las máximas autoridades de la institución. No es posible que cada uno dentro de la Iglesia actúe en el plano ético como le parezca. Debe haber un apego a principios y valores que la Iglesia ha predicado por siglos, a los cuales todos sus miembros deben fidelidad. 

Mas allá del impacto de su postura sobre la institución  está, por supuesto, el impacto sobre su persona. Usted posee unas credenciales extraordinarias y una herencia familiar de excelencia humana que debe ser protegida y honrada a toda costa. Ello le obliga a usted a ser muy cuidadoso en su relación con el detestable régimen de Maduro y sus cómplices. No hay beneficios de corto o mediano plazo que puedan justificar acercamientos a ese régimen como el que usted está llevando a cabo.

Como exalumno salesiano, admirador de la solidez ética de esa bendita orden, sé que usted puede corregir rápidamente su actitud. Y, si piensa todavía que su acercamiento tiene justificación, explicar sus razones ante un país que sinceramente no lo comprende,

Su compatriota,

Gustavo Coronel

EL EJEMPLO DE ROMULO

 


Después de su dura experiencia en la presidencia del país en la etapa 1945-1948, Rómulo Betancourt fue elegido democráticamente presidente de Venezuela para el periodo 1959-1964. En esta ocasión la composición de su gabinete ejecutivo se benefició de la experiencia de su primer gobierno, durante el cual Betancourt había tratado de gobernar con miembros de su entorno íntimo.  

           GABINETE DEL PRIMER PERIODO, 1945-1948

 

Primer gabinete (1945-1948)

Organismo

Autoridad

Período

Ref.

Ministerio de Relaciones Interiores

Valmore Rodríguez

1945–1946

Mario Ricardo Vargas

1946–1948

Ministerio de Relaciones Exteriores

Carlos Morales Fernández

1945–1947

Gonzalo Barrios

1947–1948

Ministerio de Hacienda

Carlos Alberto D'Ascoli

1945–1947

Manuel Pérez Guerrero

1947–1948

Ministerio de Defensa

Carlos Delgado Chalbaud

1945–1948

Ministerio de Fomento

Juan Pablo Pérez Alfonzo

1945–1948

Ministerio de Obras Públicas

Luis Lander

1945–1946

Eduardo Mier y Terán

1946–1947

Edgar Pardo Stolk

1947–1948

Ministerio de Educación

Humberto García Arocha

1945–1946

Antonio Anzola Carrillo

1946–1947

Luis Beltrán Prieto Figueroa

1947–1948

Ministerio del Trabajo

Raúl Leoni

1945–1948

Ministerio de Comunicaciones

Mario Ricardo Vargas

1945–1946

Valmore Rodríguez

1946–1947

Antonio Martín Araujo

1947–1948

Ministerio de Agricultura y Cría

Eduardo Mendoza Goiticoa

1945–1947

Ricardo Montilla

1947–1948

Ministerio de Sanidad y Asistencia Social

Edmundo Fernández Marquis

1945–1948

Secretaría de la Junta Provisional de Gobierno

Luis Beltrán Prieto Figueroa

1945–1947

José Giacoppini Zárraga

1947–1948

         GABINETE DEL SEGUNDO PERIODO, 1959-1964

 

Gabinete  de   1959-1964)

Organismo

Autoridad

Período

Ref.

Ministerio de Relaciones Interiores

Luis Augusto Dubuc

1959–1962

Carlos Andrés Pérez

1962–1963

Manuel Mantilla

1963–1964

Ministerio de Relaciones Exteriores

Ignacio Luis Arcaya

1959–1960

Marcos Falcón Briceño

1960–1964

Ministerio de Hacienda

José Antonio Mayobre

1959–1960

Tomás Enrique Carrillo Batalla

1960–1961

Andrés Germán Otero

1961–1964

Ministerio de Defensa

Josué López Hernández

1959–1961

Antonio Briceño Linares

1961–1964

Ministerio de Fomento

Lorenzo Fernández

1959–1961

Godofredo González

1961–1963

Hugo Pérez La Salvia

1963–1964

Ministerio de Obras Públicas

Santiago Hernández Ron

1959–1960

Rafael De León Álvarez

1960–1962

Leopoldo Sucre Figarella

1962–1964

Ministerio de Educación

Rafael Pizani

1959–1960

Martín Pérez Guevara

1960–1961

Reinaldo Leandro Mora

1961–1964

Ministerio de Justicia

Andrés Aguilar Mawdsley

1959–1962

Miguel Ángel Landáez

1962–1963

Ezequiel Monsalve Casado

1963–1964

Ministerio de Minas e Hidrocarburos

Juan Pablo Pérez Alfonzo

1959–1963

Arturo Hernández Grisanti

1963–1964

Ministerio del Trabajo

Luis Hernández Solís

1959–1960

Raúl Valera

1960–1963

Alberto Aranguren Zamora

1963–1964

Ministerio de Comunicaciones

Manuel López Rivas

1959–1960

Juan Manuel Domínguez Chacín

1960

Pablo Miliani

1960–1964

Ministerio de Agricultura

Víctor Giménez Landínez

1959–1963

Miguel Rodríguez Viso

1963–1964

Ministerio de Salud y Asistencia Social

Arnoldo Gabaldón

1959–1964

Secretaría del Despacho de la Presidencia

Ramón José Velásquez

1959–1963

Mariano Picón Salas

1963–1964

Oficina de Coordinación y Planificación

Manuel Pérez Guerrero

1959–1962

Héctor Hurtado

1962–1964

Corporación Venezolana de Guayana

Rafael Alfonzo Ravard

 

Como se podrá observar, con una o dos excepciones, quienes formaron parte del gabinete de 1945 eran miembros de su entorno político inmediato. Este primer gobierno de Betancourt tuvo un final traumático, en parte influenciado por la uniformidad partidista de sus integrantes, lo cual fue percibido como sectario.

Su segunda oportunidad presidencial llegó en circunstancias diferentes a la primera, no como producto de un golpe de estado, sino como resultado de una elección transparente y democrática. Mas importante aún, Betancourt había aprendido su lección. Dice su biógrafa María Teresa Romero: “Betancourt retornó decidido a evitar sectarismos y prepotencias y ello le rindió inmediatos y buenos frutos”.

 No solo la composición del gabinete estuvo condicionada por lo acordado en el pacto de Punto Fijo, el cual daba a cada Partido miembro de la coalición un par de posiciones en el gabinete, sino que los demás integrantes fueron seleccionados por Betancourt con un gran espíritu de amplitud, para incluir a quienes podrían ser más efectivos en cada posición, sin atender a su filiación política. Como resultado, el gabinete fue un excepcional equipo lleno de talento, orientado más a la búsqueda del consenso y del bienestar colectivo que a las tareas propias del poder político.

En la biografía mencionada, leerla en: https://www.anhvenezuela.org.ve/wp-content/uploads/2023/10/ROMULO-BETANCOURT-BBV-13.pdf la autora María Teresa Romero nos dice: “Para el logro de sus propósitos Betancourt formó un equipo gubernamental pluralista, no sectario en esta ocasión, con profesionales de primera línea, que se distinguió por un manejo responsable y honesto de la administración y bienes del aparato estatal. La disciplina de horarios y reuniones impuesta por Betancourt en su gabinete era tan férrea como la que se autoimponía él. Pero, como estadista inteligente, era abierto y democrático. Cuentan que era característica de Betancourt en las reuniones del gabinete escuchar inextenso las opiniones de sus colaboradores. Siempre buscaba el mayor consenso. Con ellos, y manteniendo un diálogo permanente con los sindicatos, los empresarios, los militares y la Iglesia a fin de lograr apoyos a la labor oficial, se diseñó el primer Plan de la Nación y se desarrollaron políticas públicas de gran impacto. Betancourt siempre decía: “Nos anima una concepción filosófica democrática de la función de gobernar, no sucumbimos al ensimismamiento ególatra ni a la autosuficiencia burocrática”, afirmó en 1959. Y ello lo cumplió en su segundo mandato. Dedicaba las mañanas a reuniones de trabajo, las tardes a audiencias, las noches a leer y escribir. Los lunes recibía en su despacho al comando de AD y luego lo dedicaba enteramente a su gabinete; los martes se reunía con los jefes de los diversos partidos políticos; el miércoles con los dirigentes sindicales y empresariales; el jueves, todo el día, era para el sector militar, y los viernes estaban reservados para sus viajes al interior del país”.

Recordamos estos momentos luminosos de la democracia venezolana en momentos en los cuales la nación se encuentra cerca de recuperar su libertad y su democracia. No está ya lejos el instante en el cual Edmundo González Urrutia, gracias a la extraordinaria saga protagonizada por María Corina Machado y su equipo, sea juramentado como presidente de Venezuela, en total situación de legitimidad y aceptación popular.

Por ello, cuando estamos cerca de entrar en un nuevo capítulo de nuestra historia, en el cual se abren caminos propicios para la recuperación física y espiritual de la nación, es oportuno volver la mirada atrás e inspirar la acción de nuestros lideres democráticos de hoy en la conducta de un estadista como Betancourt.  El dejó a un lado la tentación de gobernar con su entorno, estructurando un equipo extraído de lo mejor de nuestra sociedad civil, de amplitud ciudadana. Ello le permitió sentar las bases de un gobierno democrático, alejado de las intolerancias del pasado, protagonizando una de las presidencias más eficientes del siglo XX. 

El día de nuestra liberación nos encontrará cargados de optimismo. El país posee brillantes talentos multigeneracionales para integrar los equipos que llevaran a Venezuela a ser parte, una vez más, de la comunidad civilizada de naciones.

LA PETITE SUITE, CLAUDE DEBUSSY



https://www.youtube.com/watch?v=J_kiMeYKJbY&list=RDJ_kiMeYKJbY&start_radio=1

Esta exquisita suite es un poema a la campiña francesa. La primera parte, Andantino, llamada EN UN BOTE, es una de mis piezas favoritas. Es como un viaje apacible por un lago, tomado de la mano con una bella mujer.

Fue compuesto originalmente para piano a cuatro manos. Prefiero esta versión orquestal.

DOBLE CIUDADANIA, PATRIOTISMO Y LEALTAD


Aunque no con frecuencia recibo a veces en mi blog comentarios críticos sobre mi doble nacionalidad. Algunos la ven como una fuente permanente de conflictos de interés, otros como un abandono de mis orígenes.

Uno que otro, sin identificarse porque saben que nací en Catia, ha ido más lejos y ha hablado de traición a la patria.

Esos comentarios, más que ponerme a pelear con sus autores, me ha llevado a reflexionar sobre cuánto de cierto pudieran tener. Ciertamente, eso de irse de la patria y naturalizarse como ciudadano de otro pais hace pensar a terceros  y a uno mismo que algo fundamental podría haber cambiado en nosotros, que podría haber ocurrido un desplazamiento de lealtades.

Uno de los primeros pensamientos que el tema me genera es que en Venezuela generalmente nos sentimos muy orgullosos de quienes han venido a hacer su vida entre nosotros, como ha sido el caso de las importantes colonias italianas, españolas y portuguesas que llegaron a nuestro pais en las décadas de 1940 a 1960. Los vimos llegar pensando que ellos y ellas prefirieron salir de sus países para pasar el resto de sus vidas con nosotros y los juzgamos gente maravillosa. Su decisión de ser de los nuestros elevó nuestra autoestima venezolana.

En paralelo, muchos compatriotas tienden a ver con cierto reproche a quienes se han ausentado para hacer sus vidas lejos de la patria y son muchos quienes llegan a pensar que quienes se ausentan no aman suficientemente al país. Sin embargo, las razones que animan a los que vienen y a los que se van son esencialmente idénticas, todos andan (andamos) buscando una vida mejor, tranquilidad, paz, una vida decente.

Tan delicado como el tema del patriotismo, del amor por el país, es el tema de las lealtades a un nuevo país y si ello lleva necesariamente aparejada una pérdida de lealtad hacia el país natal. Por lo pronto puedo decir que llevo ya doce años de ser un ciudadano dual, venezolano y estadounidense, y hasta este momento no he experimentado ningún conflicto de lealtades. Un ejemplo de posible conflicto de lealtades seria que yo tuviera que ingresar a la fuerza armada estadounidense para ir a invadir a Venezuela y convertirla en un satélite estadounidense o que el ejército estadounidense fuese a defender la permanencia en el poder de una dictadura, como la que existe actualmente. Pero si el ejército fuese a liberar a Venezuela yo no tendría conflicto alguno en ser parte de la tropa. En líneas generales el conflicto de lealtades se presentaría si la acción que yo deba tomar en beneficio de mi pais de adopción fuese a dañar a mi país natal. Pero si va a beneficiarlo no veo que ello plantee un conflicto de interés.

  ¿ Ser leal a un país significa ser leal al gobierno, al  presidente, a un partido político, al  ejército?  Los términos a veces nos confunden y se confunden, sobre todo cuando se mezclan con los prejuicios.   Hay que pensar bien en los matices de la lealtad. Porque ser leal a un gobierno como el de Maduro no es ser patriota, es un crimen, o ser leal a un ejército prostituido o a un estado forajido no es nacionalismo, es también un crimen.

Patriotismo es amar a nuestro país, pero no necesariamente darle la razón ultranza, a pesar de que no la tenga. Patriotismo no puede ser apoyar a la nación aun cuando actúe en violación de principios o valores de rango universal, como lo seria atacar a un país vecino para anexar territorio que no nos pertenece.  El nacionalismo de Hitler o de Putin o de Hugo Chávez ha sido de naturaleza criminal y haberlo apoyado no fue lealtad sino complicidad. Ser nacionalista en el sentido de “mi nacion, con o sin razón” o en el sentido de anteponer intereses nacionales a los intereses de la raza humana es solo una parodia de lealtad.

Andrés Eloy Blanco tiene un poema sobre un labriego y su amigo el jefe civil. El labriego cometió una falta y el jefe civil debió llevarlo a la cárcel por el lapso establecido en las leyes. Pero mientras el labriego estuvo en la cárcel el jefe civil iba diariamente a regar los sembradíos de su amigo.

Esa es la verdadera lealtad.  

 

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