viernes, 24 de agosto de 2012

La batalla por la emoción


 

No poseemos una encuestadora. Somos observadores de la situación venezolana en todos sus diversos aspectos: social, financiero, industrial, politico y geopolítico. Nuestras observaciones no son estadísticas, sino de naturaleza empírica, para tratar de lograr una visión dinámica e integral del país. Diría que  estamos tratando de tomar el pulso al país. Podemos equivocarnos pero, a diferencia de algunas de  las encuestadoras que andan por allí, no le cobramos a nadie para decir lo que ellos quieran que digamos.

Lo que estamos viendo es absolutamente fascinante. En base al record fotográfico, testimonial, directo, en tiempo real, de lo que sucede en la escena venezolana , el candidato Capriles está desarrollando una de las campañas presidenciales más sensacionales que se recuerden en la historia política latinoamericana. Nosotros estuvimos en El Salvador cuando Violeta Chamorro ganó las elecciones. Asistimos a la victoria que terminó, al menos temporalmente, con la hegemonía del PRI en México. Hemos sido testigos del resurgimiento de la democracia civilista en el hemisferio. Ahora, en Venezuela, estamos oliendo, percibiendo, detectando, intuyendo, el surgimiento de un verdadero tsunami politico que eleva a un joven politico venezolano a niveles emocionantes de aceptación popular.

Este es un proceso que no tiene un componente racional. Una y otra vez hemos constatado que la elecciones, aun en los países más desarrollados tienen un componente emocional decisivo. Detalles como el maquillaje defectuoso usado por un candidato para un debate televisado (Nixon)  pueden decidir el resultado final de una elección. Lo que está sucediendo en Venezuela enfatiza este componente emocional en grado superlativo.

Y doble. Por un lado está la creciente aceptacion emocional de Henrique Capriles por el pueblo, la cual se constata a diario, en las fotos y video de sus visitas a los sitios más remotos del país o a las grandes ciudades. Pero por otro se palpa el creciente divorcio emocional del candidato oficialista con el pueblo. Sus visitas de campaña son pobremente concurridas, hay reclamos airados en su contra de sectores que anteriormente lo apoyaban y su discurso se ha tornado defensivo y doblemente violento, como sucedió en Carabobo recientemente. Su más reciente error ha sido el producir una propaganda que lo muestra como alguien que no él.  En las fotos y vallas aparece joven y atlético, cuando el país lo ve cansado, hinchado y enfermo. En cierta forma ha designado a un fantasma como su representante en la campaña. Ello tiende a agudizar su proceso de divorcio emocional con el pueblo.  

Como ha logrado Capriles ganar aceptación a todos los niveles de la sociedad venezolana? Hay varias razones. Creemos que su discurso ha llegado poque ha logrado ser popular sin ser populista.  Su actitud comedida frente a las destemplanzas de la otra parte se han constituído en una lección de madurez frente a la destemplanza del candidato oficialista. Lo decisivo, sin embargo, parece ser su genuina entrega a la campaña, su presencia personal en los lugares más apartados de nuestra geografía. Ello ha sido una demostración de verdadero interés por hacer contacto con el pueblo. Como en las demás cosas de la vida el ejemplo es superior a las palabras. En el hogar los hijos aprenden  en base a lo que ven hacer a los padres, más que en las prédicas.  Lo que el pueblo venezolano está experimentando es una creciente relación personal con Capriles, no ya con el otro candidato.

Hace años el candidato oficialista desarrolló una relación similar con el pueblo, lo hizo protagonista de la sociedad. Ese fue su momento de éxito. Al correr de los años este acercamiento al pueblo se tornó de positivo en negativo, se basó más y más en el odio hacia las clases sociales medias. Su inclusión de los pobres, acto inicial positivo,  se convirtió en la exclusión de los que no lo eran. Sin lograr resolver el problema de los pobres el candidato oficialista creó nuevos problemas para las clases medias.

El resultado ha sido trágico. La sociedad venezolana está dividida y ello le impide al país su progreso. La estrategia divisiva del candidato oficialista es un doloroso fracaso. Ya todos los venezolanos lo comprenden o lo intuyen y voltean los ojos hacia quien ha mostrado  disposición para sanar heridas, insprirar al país a trabajar unido y dejar de lado la siembra del odio corrosivo. Por ello es que los eventos del  candidato oficialista convocan ya a poca gente. El país está cansado de ese discurso, de sus promesas locas, de sus impúdicas mentiras.

Ya se divisa un ganador en la batalla por la emoción. Ese ganador deberá crear en el país una nueva atmósfera en la cual el optimismo, la esperanza y la confianza reemplazen el reino del odio y del terror.  

 

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es simplemente que el pueblo está harto. No es ni siquiera Capriles, quien para ser honestos, tiene un discurso más bien pobretón. Lo ayudan su juventud y que le está echando, como se dice en criollo, un camión de bolas.

ES HARTAZGO. Es el típico proceso de VOTO CASTIGO. No tanto un voto por sino un aplastante VOTO EN CONTRA

Si se siguen haciendo las cosas bien, se avizora un aplastante triunfo de la oposición, indispensable, además, para darle piso de respaldo a un gobierno que se va a encontrar un país destruido

Anónimo dijo...

Añadido: Los especialistas en las campañas de propaganda, así como en publicidad, descubrieron hace décadas que la pulsión emocional es la fundamental.
Lastimosamente, porque eso ha instalado el estilo de hacer política que ha traido incumplimiento (1), demagogia y populismo. Ojalá las campañas fueran máss modestas, de discusión, de debate de ideas y programas

(1) Y ese incumplimiento constante causó la debacle de sistemas polìticos y/o de partidos politicos. Ejemplo de lo primero: Venezuela. Ejemplo de lo segundo: La DC italiana y AD y COPEI.