sábado, 11 de agosto de 2012

La etapa del "Encore": una buena noticia para los ochentones


El Araguaney florece hasta el final

La vida humana se divide, segun Erickson (E. Erickson, “Identity and the Lifecycle”, 1959), en ocho etapas de desarrollo:

                       Etapa                                          Areas psicosociales críticas

I.                 Infancia                                       confianza y desconfianza

II.               Primera infancia                        autonomía y duda

III.              Edad de juegos                          iniciativas y sentimientos de culpa

IV.              Escuela primaria                        Esfuerzo y sentimientos de inferioridad

V.               Adolescencia                              Identidad precisa o difusa

VI.              Joven adulto                              Intimidad y aislamiento

VII.            Vida adulta                                 Producción y estancamiento

VIII.          Edad Madura                             Integridad y desesperanza



Esta division no toma en cuenta lo que pudiera ser una novena etapa, post-madura (para no llamarla senil), en la cual el ser humano no se resigna a arrinconarse sino que prosigue su desarrollo y sus intentos de hacer aportes a la sociedad. No existe todavía, que sepamos, una clara teoría médica o psicológica de la edad post-madura, quizá porque el número de personas de 78 o más años de edad  es relativamente bajo para recibir la misma atención que reciben grupos más jóvenes. Pero lo cierto es que quienes estamos en esa etapa ya hemos advertido que la vida activa no termina a los 80 años, que a los 80 años se posee una visión de futuro. Más aun, es possible afirmar que el grupo de esta edad es, potencialmente, de gran utilidad para la sociedad.

Por qué lo creo así?  Porque ya tengo unos 40 años con hipertension arterial pero nunca he estado enfermo, excepto una que otra gripe y las eruptivas típicas de la infancia. Nunca he pasado una noche hospitalizado desde que a los cuatro años me operaron de las amigdalas y ello requería anestesia total, el horrible éter, y la estadía en el hospital por un día. Lo que deseo decir con esto es que la vejez no tiene por qué ser sinónimo de enfermedad. Se puede ser hipertenso o diabético y sentir bienestar. Y ahora también se sabe es que la vejez no lleva aparejada inevitablemente la depresion.  

Por ello es que prefiero una clasificación de la vida adulta como la  presentada por el Dr. Gene D. Cohen (“The Creative Age: awakening human potential in the second half of life”, 2000), la cual describe cuatro etapas, así:

1.      La etapa de re-evaluación en el adulto medio, 40- a 60 años de edad.

En esta etapa el individuo se explora introspectivamente, tiende a re-evaluar su vida y a buscar energías nuevas para seguir adelante. Se pregunta cual es el significado de su vida;



2.      La etapa de la liberación en el adulto, 50-70 años.

Una etapa en la cual el individuo se siente cargado de energía creativa y siente, al mismo tiempo, una mayor sensación de libertad interior para expresarse. En Venezuela se diría que “se suelta el moño”. El individuo se pregunta: si no ahora, cuando? Se siente satisfecho consigo mismo. Más cercano al retiro piensa que entonces tendrá tiempo de hacer algo nuevo.



3.      La etapa del resúmen, 60 a 80 años

Una etapa en la cual aparece en el individuo un gran deseo de encontrar el significado de su vida a través de un proceso de ver hacia atrás, hacer un balance y comenzar a darle a los demás algo de lo que ha recibido. Se convierte en defensor de la tradición y aspira a traspasarlos frutos de su experiencia acumulada. Puede intentar escribir sus memorias o emprender actividades comunitarias para servir a los demás. 



4.      La Etapa del “Encore”, del Bis, 78 años hasta el final de la vida.

En esta etapa el individuo trata de reafirmar los grandes temas de su vida y, al mismo tiempo,  buscar variaciones sobre esos temas. Puede desear hacer un declaración final, un gran gesto que sorprenda. Cree llegado el momento de hacer el gran balance,  perdonar enemigos , convertirse en factor aglutinador de la familia (como en la celebración de sus ochenta años) y mostrarse como ejemplo a los que vendrán atrás. En Inglés se habla de “dot all the i’s and cross all the t’s”.  Esta es una fase con un gran potencial creativo. La septuagenaria Anais Nin lo vió así y escribió en esta etapa sus siete volúmenes de memorias. Dijo: “Llegó el día en que el riesgo de permanecer cerrada en el capullo era mayor que el riesgo de florecer”. Esta etapa del Bis permite florecer y crear, una etapa en la cual el individuo lucha contra la inminente  oscuridad, sin quitarse las botas (como se lo aconseja Dylan Thomas: “Do not go gentle into that good night”).

 Ya en el umbral de los ochenta me encuentro en la etapa del “Encore” y, francamente, me entusiasma advertir que aun estoy lleno de proyectos que me podrían tomar, facilmente, los próximos diez años. Entre ellos: (1), el segundo volumen de la novela sobre Bernardo Mateos, ya en proceso, la cual cubrirá los 14 años de la satrapía chavista; (2), Hacer aportes a lo que llamo el Nuremberg criollo, el juicio que deberá llevarse a cabo contra los jerarcas del régimen saliente en Octubre de este año; (3), proseguir mis actividades petroleras en los Estados Unidos; (4), seguir asociado con universidades en tareas de Planificación Estratégica; (5), continuar mi voluntariado en el hospital; (6) publicar mi blog pues ya tengo material para cinco volumenes, uno para cada año.  Mi deseo subyacente es pagarle a la sociedad al menos parte de las bondades y solidaridades recibidas durante la vida.

 Pienso que esta es una  buena noticia para los ochentones, y quienes algun dia llegarán allí. Yo pensaba que este tipo de actitud era una “vaina mía”. Pero resulta que hay miles, si no millones de octogenarios, quienes piensan de similar manera y están atareados en su etapa del “encore”, para beneficio de la sociedad. Solo para dar un ejemplo, mi gran amigo de casi 60 años, Alberto Quirós, se encuentra estudiando Bioética en la UCV y nos ilumina con sus escritos semanales sobre la situación nacional. Y admiro la activa  labor didáctica que lleva a cabo mi amigo de casi 70 años, Antonio Pasquali, escribiendo y enseñando. Y que decir de Jacinto Convit y de Inocente Carreño!

Por ello digo que este es un grupo etario que no cree en el chinchorro, con el cual la nación puede y debe contar, porque permanece en la primera línea de batalla por el mejoramiento de la sociedad.  



 








1 comentario:

Anónimo dijo...

Que lindo Gustavo sólo quiero recordarte que sigo esperando la continuación de la novela, estás en deuda con tus lectores.... Dios te siga dando vida y salud para sigas escribiendo. Saludos a Marianela y a los muchachos.