SEXTO VIAJE A SERENDIPIA
LOS CARAMELOS DE MIEL DE LAS MENDIRI ME HICIERON GEÓLOGO
De abajo hacia arriba: sedimentos marinos en aguas más profundas, luego mar menos profundo (con fósiles), la aparición de un delta, ríos, dunas, pantanos, otros ríos más jovenes.... un retiro progresivo del mar
Diagrama tomado del libro "New Views on an old planet", segunda edición, página 16, del notable y viejo amigo (qepd) Tjeerd H. Van Andel, Universidad de Cambridge.
Iba yo, repito, a comprar mis caramelos de miel preferidos. Las hermanas
Mendiri tenían una colección de moldes heredados de quien sabe quién, quizás
desde la época de la Colonia, los cuales utilizaban para elaborar unos
deliciosos caramelitos de la más diversa formas zoológicas: caballos, monos,
camellos, jirafas, elefantes. Mis preferidos eran los caramelos en forma de camello
y, en especial, las jorobas me parecían de sabor extraordinario. De nada valía que
todos los animales tuviesen exactamente el mismo ingrediente secreto de las Mendiri.
Cada cliente creía firmemente que su animal preferido era el de especia, mejor
sabor.
Había llegado, pues, a la casa de las Mendiri a buscar
mis camellos, y encontré dos clientes por delante, cada uno esperando su animal
preferido. Uno de los clientes era un muchacho alto y fornido, con un vozarrón
desmesurado y una carcajada perenne, quien parecía disfrutar de la espera casi
tanto como de la expectativa de sus caramelos. Entablé conversación con él, se
llamaba Francisco Moreno, pero – me dijo – todos sus amigos le decían Pancho.
En el tiempo que tardaron mis camellos en estar listos Pancho
me comunicó que estudiaba geología, la ciencia de la tierra. Me dijo que los
geólogos podían averiguar lo que había sucedido en el planeta Tierra hace
millones de años mediante el estudio de las rocas, su posición en la naturaleza
y los elementos de las cuales estaban hechas. Y, eso sí, había que caminar,
había que estar en íntimo contacto con la naturaleza para descifrar el mensaje
de las rocas. Me dijo, con aire de misterio: “Los geólogos solo podemos ver lo
pequeño pero tenemos que imaginarnos lo grande” (esto, supe después, no era original
de Pancho, sino una cita de un geólogo suizo llamado Hans Cloos).Me sonó
memorable, eso de ir de lo pequeño a lo grande.
Pancho y yo salimos de la casa de las Mendiri y seguimos
conversando. Me dijo que al día siguiente iría por la carretera de Los Teques
hasta Las Tejerías, examinando las rocas de la zona y me invitó a acompañarlo.
Agregó que para ser geólogo tendría que caminar mucho, algo que a mí me gustaba
hacer.
Y así fue. Salimos de Los Teques en un autobús de la ARC,
el cual nos llevó al lugar más alto de la carretera, donde comienza el descenso
hacia Las Tejerías, unos 10 kilómetros en los cuales abundan los cortes hechos
en las rocas durante su construcción. Pancho me dijo que estos eran
“afloramientos”. Estos “afloramientos”
eran de rocas que brillaban al sol. Pancho arrancó un trozo con su martillo de geólogo
y me lo dio y me preguntó que veía. Yo le dije que veía una roca que brillaba.
Y Pancho me dijo: “Estudiando esta roca es posible imaginar
que ha sucedido en esta región hace millones de años. Hay tres tipos principales
de rocas: las ígneas, que se forman a partir
del líquido incandescente que existe en el interior de la tierra, el magma; las
sedimentarias que se forman cuando las partículas que arrastran los ríos se van
depositando y consolidando en el mar y lagos y las metamórficas, que son el resultado
de grandes cataclismos, altas presiones y temperaturas, que cambian los dos primeros
tipos en este tercer tipo. Esta roca que vemos aquí es metamórfica, es llamada
esquisto y proviene de las lutitas
sedimentarias pero, como ves, tiene venas blancas de cuarzo y venas verdes de “serpentinita”,
las cuales indican que fueron sujetas postreriormente a actividad ígnea. Entonces, parecería
que esta región estuvo sometida a la acción de los ríos depositando
partículas en el mar que la cubría y fue luego objeto de un cataclismo, un levantamiento que promovío la acción de magmas subidos del subsuelo y sometió las rocas a levantamientos,
formando montañas y transformando las rocas sedimentarias en los esquistos que
vemos ahora”.
Después de ese discurso que apenas logré comprender en su
sentido más amplio me agregó: “Un médico y naturalista escocés, James Hutton,
dijo hace años que “el presente nos ofrece la clave del pasado”. Esa la máxima
fundamental de la geología. Los estudios que se han llevado a cabo en esta zona
de la cordillera de la costa apuntan a una edad cretácica para estas rocas, es
decir, depositadas hace unos 70 millones de años.
“Y, como se determina la edad?”, le pregunté. Y me respondió: “porque
en las zonas donde estas rocas no están metamorfoseadas (por ejemplo, en los Andes) se puede ver que
contienen fósiles de animales marinos llamados amonitas, las cuales se han determinado
de esa edad en base a lo que en geología se llama la ley de la superposición,
es decir, las rocas más viejas se encuentran por debajo de las rocas más jóvenes”.
Yo me quedé en silencio porque esta primera aproximación era demasiado compleja para mi entendimiento. Pero si me abrió una ventana a la zona límbica de mi cerebro, esa ventana de la emoción de la cual hablaba en mi viaje anterior, ver: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2022/01/antonio-pasquali-mensajero-de-la-emocion.html
Durante las horas en las cuales caminamos juntos viendo rocas, cada una con minerales e historias ligeramente diferentes, pude intuir que la naturaleza, aún la inanimada, era como un inmenso libro abierto para el disfrute de quien pudiera aprender a leerlo. Lo que Pancho me mostró ese día fue apenas el ABC de ese nuevo y maravilloso lenguaje.
De esa caminata a Las Tejerías regresé a Los Teques
decidido a ser geólogo, decidido a tratar de descifrar el pasado y, en base a ese estudio, avizorar el posible futuro
de nuestro bello planeta, mediante el estudio de las rocas y de sus contenidos
fósiles, los animales y las plantas que vivieron hace millones de años y cuyos
restos convertidos en hoy en roca nos hablan hoy de su pasado y nos permiten
imaginar su posible destino.
Ser geólogo es una labor detectivesca del ser humano, ese
relativamente pequeño y recién llegado al planeta que se empina para tratar de
escudriñar los grandes misterios del universo. Esa labor geológica, orientada
en mi caso a la búsqueda del petróleo, tuvo la virtud de mantenerme cercano a
la naturaleza y a la gente sencilla de Venezuela y de otros países. Ello me
enseñó que todos los humanos tenemos los mismos temores y los mismos sueños y
casi siempre respondemos con bondad a la bondad.
Como los caramelos de las Mendiri, los seres humanos
tienen formas diferentes pero comparten el mismo sabor.
4 comentarios:
Los sabores son también parte de lo que uno vive, se añora. Parecido me ocurre también los profiteroles de la pastelería Las Nieves en Caracas que cumplieron 67 años. Sus fundadores fueron los hermanos Tarantini. Es decir, abrieron en 1954.
Todo lo que hay allí, desde que empiezan a amasar hasta que sale del horno y se pone en venta, está vigilado por los dueños que son descendientes de los hermanos en cuestión.
Han podido sortear la tormenta.
https://www.instagram.com/p/CTGGuh3jMd9/
.. tengo muchos años fuera de Venezuela, pero si alguien sabe y quisiera informar cual es el estado de ese ferrocarril que menciona el Sr. Coronel y que partía desde Caño Amarillo, en Caracas, pasaba por Los Teques y seguía viaje por las montañas de Miranda y los valles de Aragua y Carabobo, hasta llegar a Valencia .. yo recuerdo haberlo usado cuando niño y su mención aca en este articulo me ha traído recuerdos inolvidables ... todavía existe o lo habrán destruido tambien? ...
Yo creo que ese tren ya no existe, lo que sí hay es un latrocino más que se presentó como "obra" del "gran" Chávez que resultó en tremendo robo para la Nación (obvio), un tal tren que según lo iban a hacer los chinos y costó 2750 millones de dólares (robados enteritos).
Al final, con todo eso abandonado, los pobladores fueron a saquear lo poco que dejaron. De allí por cierto es que viene el nombre de la famosa banda de llamada "El Tren de Aragua" que hasta a Perú llegó.
El que firmó el "gran contrato" con los chinos fue Diablodado. Sácalo por allí.
https://dialogochino.net/es/infraestructura-es/40823-el-tren-chino-del-progreso-descarrilo-en-los-llanos-venezolanos/
Muy interesante el articulo sr. anónimo anterior, gracias por enviarlo.
Que pesadilla eso de la comunicación entre los chinos y los venezolanos involucrados en esos trabajos. Me pregunto en que idioma se pretenden comunicar entre ellos ya que el enredo y los malentendidos deben ser enormes por las diferencias del lenguaje, aparte de la tracaleria natural típica de esos comunistas robandose entre ellos mismos.
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