domingo, 26 de agosto de 2012

Reflexión dominical: un loco al volante


Un desvencijado autobus sin frenos exhibe su nombre en letras rojas: Er revolsanario.  Va lleno de aterrados pasajeros, con un loco al volante. Es Venezuela 2012.

 Pero los frenos no fallaron hace minutos, vienen fallando desde hace mucho tiempo.  Y ahora el destartalado vehículo experimenta más choques. Va sembrando el camino de pasajeros maltrechos y  pedazos de carrocería. El loco que se ha aferrado al volante por demasiado tiempo grita incesantemente que así es que se maneja, mientras el grupo de hombres y mujeres sin honor que le sirve de colectores lo corea, indiferentes al desastre.

El autobus está condenado al abismo a menos que alguien le arranque al loco  el volante de las manos. Es que no hay psiquiatras entre los pasajeros? Si los hay. Lo que no existe entre el pasaje es el coraje para llevar a cabo una intervención que saque al loco del asiento y lo reduzca a la inacción mientras es conducido  al manicomio. Así actuó el pasaje de un avión en USA hace poco, cuando el piloto comenzó a hablar estupideces.

 En el autobus venezolano la gente simplemente se acurruca en su asiento y reza en silencio.

Las muestras del caos nacional son cada vez más evidentes y más trágicas. Puentes se derrumban, carreteras se desploman, sucede una inmensa tragedia en la refinería de Amuay, mientras el loco habla de ir a ayudar a Cuba. Las empresas de Guayana se han convertido en juguete de sindicalistas y politicos quienes pugnan por montarse a cabalgar  caballos muertos. La agricultura ha desaparecido como fuente de auto-abastecimiento, todo debe ser importado. Y al ser importado encuentra períodos de espera interminables en puertos manejados por ineptos, corruptos y queridas. La empresa de petróleos decide importar y distribuir pollos. Se ordenan cien nuevos tanques de guerra y otro satelite espacial, mientras se acumula la basura en La Victoria y cierran sus puertas módulos médicos en todo el país por falta de insumos.  El loco al volante expresa su desdén por los pasajeros de diferente color de piel a la suya y pretende hacerlos bajar del vehículo (o arrojarlos, ya que el vehículo no puede detenerse).

En 1998 los venezolanos deseaban un cambio. Y lo tuvieron. Mediante una brusca aceleración del deterioro  el país ha pasado de estar mál a estar en ruinas. Sin embargo, la protesta del pueblo ante este indeseable resultado no se ha manifestado, ni remotamente,  como cuando el Presidente Pérez fue objeto de desalojo de la presidencia. A Pérez se le quitó el volante por haber traspasado una luz roja. A este loco que ya tiene 14 años al volante nadie se ha atrevido a ponerle una boleta, a pesar de haberse  defecado en todas   las leyes de tránsito del país.  Muchos de los pasajeros del bus dicen que el loco, aunque loco, es “nuestro” loco y con él vamos contentos al abismo. Allá ellos, pero ya hay más pasajeros que no desean irse al abismo con el loco. Y todo lo que se necesita ahora  es que un ciudadano de coraje lo saque a cogotazo limpio del asiento.

 Cuando eso suceda, la mayoría del pasaje va a aplaudir. Y el autobus podrá detenerse al borde del abismo.  

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca debió llegar a la presidencia. Ha debido ser juzgado y despojado del derecho a ser elegido. Como no ocurrió esto, se dejó abierto el camino para que más de 3 millones 600 mil irresponsables votaran por él.

Ya para lo primero, el juicio por el golpe, es demasiado tarde, no se puede cambiar el pasado. Lo que sí procedería es su renuncia inmediata, y como eso no va a ocurrir, entonces su destitución por incapacidad manifiesta -física y mental- de ejercer un día más la presidencia.
Esto ya debería haber ocurrido, pero como con Hitler, le tienen pavor a sus bravuconadas.
Cada día que pasa es una palada de tierra para la sepultura del que pudo haber sido el primer país de Latinoamérica. ¡Qué tristeza!

Jaime dijo...

Por eso prefiero ir a pie.Hay un camino...

Jaime dijo...

Por eso prefiero ir a pie.Hay un camino...