2030: los niños de Caracas visitan el Museo Paleo-Sociológico

Hay figuras en cera de los protagonistas de la etapa chavista....


Enero 2030. Agencia Libre de Prensa, ALP.

Los buses que conducen a los niños de sexto grado se estacionan frente al Museo Paleo-Sociológico, el cual fue construído en el sitio de la vieja Morgue de Bello Monte, demolida en 2016. Hoy los niños visitarán el Ala Chavista, un sector de este museo que aloja testimonios de una etapa triste y primitiva en la vida de Venezuela. Se dice que muchos quienes la visitan no pueden contener la risa, pero tampoco el llanto. Hay artefactos de la época, fotos, figuras en cera de personajes del régimen, videos, toda una copiosa documentación sobre aquella etapa del país, en la cual la riqueza de la nación fue saqueada por una tribu de la más heterogénea composición. A diferencia de tribus anteriores, casi todas bajadas de los Andes, la membrecía de esta tribu llegó desde todo el país. Su denominador común fue un profundo complejo de inferioridad. La tribu chavista resentía a todos quienes tuvieran una buena educación, una profesión, un hogar constituído, una vida estable. Sus miembros hablaban con odio de los burgueses, de los escuálidos, a quienes había que aniquilar y eliminar de la faz de la tierra. El carácter del líder, Hugo Chávez, fue bien estudiado por psiquiatras y politólogos y catalogado como sociopático. El daño que la tribu le causó a la nación todavía no ha sido reparado del todo, aún después de casi dos generaciones de demócratas en el ejercicio del gobierno.

Esta ala del museo comienza con un salón muy amplio en el cual figuran en semi – círculo las figuras de cera de sus protagonistas. Se pueden ver allí a Hugo Chávez, José Vicente Rangel, Diosdado Cabello, Jorge Giordani, Nicolás Maduro, Cilia Flores y otros líderes de la época, en reproducciones (la de Giordani y, sobretodo, la de Rangel parecen más llenas de vida que los originales) dotadas de grabaciones en las cuales cada quien dice algo que los identifica, para el beneficio de un público que no los conoció durante su vida activa. Algunos de ellos han fallecido pero la mayoría vive aún, pagando sus condenas o en el exilio, casi todos concentrados en un complejo de Harare, Zimbabue, llamado Ezequiél Zamora (Ezequiel Zamora Revolutionary Residential Compound), donde viven bajo la protección del hijo mayor de Robert Mugabe.

La figura de Chávez aparece vestida de paracaidista, con un loro al hombro, animalito que representa la naturaleza pirata del líder. Los visitantes pueden seleccionar, para constatar su personalidad sociopática, unas diez piezas antológicas, entre ellas una en la cual jura sobre la constitución moribunda; una prometiendo que en seis meses no quedaría un solo niño de la calle o él se quitaba el nombre; otra diciendo que él generó la crisis de PDVSA a propósito; la siguiente afirmando que solo él podía gobernar a Venezuela. Hay otras llamando “donki” a George Bush, multiplicando 8x7 = 52 o anunciándole a María Isabél que “le daría lo suyo”.

Nicolás Maduro aparece en dos imagenes, una con su atavio de chofer del Metro de Caracas y otra al lado, como orador en las Naciones Unidas. Esta dualidad sirve para que el visitante comprenda el grado de desdén que sentía el régimen por el organismo internacional.

Cilia Flores aparece en una foto gigante, rodeada de un nutrido grupo de personas. El texto que acompaña el mural fotográfico explica que todos, alrededor de 32 personas de todas las edades y sexos, eran empleados de la Asamblea Nacional por ser familiares de la Sra. Flores. Un folleto que se reparte gratis en este punto del museo incluye una larga disertación sobre “El Nepotismo y su relación con el Misticismo Hindú”.

Una segunda sala se titula, de manera sorprendente; “Como el régimen cocinó viva a una rana”. Explica al visitante como una rana viva puede ser cocinada en una paila, si se le va aumentando lentamente la temperatura al agua, lo cual le da a la víctima la sensación de que no hay cambios cuando, en efecto, la están cocinando. La sala está dedicada a una explicación sobre la manera insidiosa como Hugo Chávez, con la asesoría de Fidel Castro, fue convirtiendo al país democrático en una dictadura, imperceptible en el día a día, un poco como la persona que envejece pero se sigue viendo “igualita” al día anterior. Como parte del “proceso” se explica allí la traición de los magistrados de la Corte Suprema de la época, la miopía de algunos intelectuales de mucho valor que endiosaron al paracaidista, la convocatoria a una Asamblea Constituyente, “y que para refundar” lo que no requería de refundación, la promulgación caótica y amañada de una Constitución que luego sería sistematicamente violada, la indiferencia ciudadana y hasta el regocijo frente a estos abusos, los múltiples disfraces de demócrata usados por el déspota, los referendos chimbos y la prostitución de la fuerza armada y de PDVSA como catalizadores esenciales del sancocho de rana. De esta sala han tenido que sacar a mucha gente llorando histericamente, al comprender como fue que los convirtieron en esclavos sin darse cuenta.

La tercera sala muestra el colapso y final del régimen y, hacia la salida, se incluyen (para que el visitante salga aliviado) los actos de inauguración de la presidenta electa en 2012. Hay fotos de aquel nuevo gabinete en las cuales destacan el Ministro de Industrias, Lorenzo Mendoza, el Ministro de Finanzas, José Guerra, el Ministro de Educación Luis Ugalde S.J. y la Ministro de Justicia, Rocío San Miguél. Ilustrando el colapso del régimen tribal se pueden ver escenas no aptas para personas de estómagos débiles. Hay una en la cual Pedro Carreño corre desnudo, perseguido por una turba que le grita “Montesinos, Montesinos”. Hay videos de Eduardo Semtei en el manicomio, repitiendo sin cesar: “el 28…. El 28”, aunque ya pocos recuerdan de lo que hablaba. Soto Rojas, el último presidente de la Asamblea Nacional llamada “de las focas”, aparece gesticulando en su celda, con traje a rayas, en foto que recuerda a Abigael Guzmán. La escena donde José Vicente Rangel es condenado por el juez a escribir 50.000 veces: “ Ser corrupto es malo” es patética, habida cuenta de su avanzada incontinencia y de su artritis catastrófica, la cual solo le permitió escribir el mensaje 200 veces. Rafaél Ramírez es visto cumpliendo su peculiar condena, navegando en solitario en un pequeño bote en el Delta del Orinoco, sitio donde se hundió la gabarra Aban Pearl, supervisado de cerca por una lancha del Ministerio de la Defensa, en caso de intento de fuga hacia Trinidad.

Soto Rojas luce un traje que recuerda al de Abigael Guzmán....                                               

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Ya los niños entran al museo. Es una visita obligatoria para la clase de Educación Ciudadana que forma parte obligatoria del pensum en la Venezuela democrática y libre.