lunes, 16 de septiembre de 2013

El doble crímen de Amuay


Mientras desfilaban, se aflojaban los espárragos

 

En la refinería de Amuay se ha cometido un doble crimen: uno, el de negligencia en su operación y mantenimiento, la cual condujo a la tragedia que cobró decenas de vidas y generó casi dos mil millones de dólares en pérdidas directas. Otro, el tratar de achacar la causa de la tragedia a un “sabotaje intencional  (en el lenguaje oficial) , llevado a cabo por “la derecha golpista”. Los dos crímenes son abominables y han sido ejecutados por los mismos criminales: la gente que maneja y ha manejado la refinería de Amuay por los últimos 15 años y los miembros de la Junta Directiva de PDVSA que han permitido el espeluznante deterioro de las plantas y equipos de la industria petrolera venezolana, mientras obligan a la empresa a sembrar yuca y a criar cochinos (ver Informe Anual de PDVSA, 2012). Yo reitero una vez más que este doble crimen de Amuay no puede quedar impune y que sus responsables deben ser castigados con todo el peso de la ley, tan pronto haya un cambio de gobierno en el país.

El régimen de Nicolás Maduro ha argumentado que solo el gobierno tiene autoridad para elaborar un informe sobre la tragedia, tratando de negar credibilidad al Informe presentado por los técnicos venezolanos de COENER, asociación civil, en Agosto pasado. El gobierno dijo que abrirían tres investigaciones. Más de un año después no habían presentado ninguna de las tres, hasta el 9 de Septiembre pasado, en el cual hicieron una presentación mediocre, defectuosa, elaborada por los mismos empleados de la empresa que están indiciados de negligencia. En esta presentación se dice que la tragedia de Amuay fue causada por sabotaje, consistente en “el aflojamiento de siete espárragos de la base de la bomba de olefinas P-2601 del Bloque 23”, el producto de “una acción intencionada de terceros interesados en provocar una catástrofe”.   Esta presentación confirma la causa de la tragedia, es decir, la ignición de una fuga de gas de olefinas proveniente de los equipos mencionados, pero alega que el aflojamiento no fue producto de la falta de mantenimiento sino de una acción intencional de persona o personas no identificadas. En este sentido, los técnicos de COENER le preguntan al régimen:

·       Por qué no se muestran imágenes algunas ni videos de las cámaras de seguridad que demuestren la presencia de terceros en ese lugar?

·       Como podría nadie acceder a ese lugar, situado al lado del destacamento de la Guardia Nacional que custodiaba las instalaciones 24x7, sin ser detectados?

·       El aflojamiento de estos espárragos por sabotaje hubiese causado una falla inmediata de los equipos al comenzar a operar, pero esto no ocurrió sino que los equipos operaron por algún tiempo antes de que ocurriese la tragedia.

Lo cierto es que la tragedia fue el producto de un deterioro progresivo en la condición operativa de los equipos, causado por falta de mantenimiento, evidenciado por un índice de accidentes que supera por un factor de ocho o diez el índice internacional. Hasta el mismo criminal principal, la alta gerencia de PDVSA, se ha quejado públicamente de la falta de mantenimiento en las refinerías, tal como puede verse en los Informes Anuales de PDVSA para 2010,2011 y 2012.  Y a confesión de partes, relevo de pruebas.  

Lo cierto es, también, que los espárragos en cuestión tienden a aflojarse normalmente como resultado de tensiones durante las operaciones y requieren, por lo tanto, de ser reajustados periodicamente. En este sentido el profesor de la Universidad de Lille, de Francia, Eli Saul Puchi Cabrera, acaba de emitir su opinión de experto, la cual dice: “.. los espárragos nunca fueron reajustados en las operaciones de mantenimiento preventivo de la empresa, lo que evidentemente pudo haber dado lugar a que se aflojaran, tal como era de esperar. De esta manera, aunque los espárragos fueran diseñados contra fatiga siguiendo un criterio de "vida infinita", una vez flojos se verían sometidos a esfuerzos alternantes muy superiores a los previstos en el diseño original, lo cual explicaría la falla por fatiga de los mismos.  En conclusión, dice el experto, “claramente se trata de un problema de mantenimiento de la empresa”.  

 

 

El crimen de Amuay es doble: por un lado, negligencia, por otro lado intento de culpar a quienes no han tenido participación alguna en las operaciones de la empresa por los últimos 15 años. Achacarle a venezolanos dignos la intención de causar muertes inocentes y pérdidas multimillonarias a la nación es, de por sí, un crimen abominable. Por ello deberán pagar.

 

 

                                       

 

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y las decenas de miles de complices, es decir los empleados actuales? Solo borrón y cuenta nueva?