viernes, 3 de abril de 2020

Día a Día



Leyendo un libro del  escritor de Ciencia Ficción, Orson Scott Card, me ha llamado  la atención este párrafo (mi traducción):
“Ella caminó sobre la arena, sintiendo el delicioso pequeño dolor  de las partículas de sílice entre los frágiles repliegues de sus dedos. Esa es la vida. Duele, es áspera y se siente muy, pero muy  buena”.  
 Orson Scott Card: “Los Hijos de la Mente”.
Lo considero muy apropiado para el momento que estamos viviendo.
Lo usual ha sido que sean los individuos quienes experimenten profundas crisis. Ello les da justificación para hablar con sus familiares y amigos sobre “su problema”, a fin de recibir de ellos apoyo moral. Podemos decirles “Tengo cáncer”, o “estoy arruinado” o “me duele una muela”, generalmente seguros de que podremos recibir reconfortantes mensajes de solidaridad.
Esto es así porque somos animales sociales y  nos apoyamos  en otros para el sostén espiritual que requerimos en nuestros momentos de angustia. Recibimos mucho de ese apoyo de amigos y familiares porque no solo están naturalmente inclinados hacia el ejercicio de la compasión sino por qué, al no estar tocados directamente por la crisis, tienen más cargadas sus pilas morales y espirituales.
Pero en este momento la situación es diferente. Es una situación excepcional. No es solo A, B o C,  quienes atraviesan  por un momento de crisis. Somos todos, cada uno de los zintillones de seres humanos que habitan el planeta. Ello minimiza ese recurso tan humano de la queja. Porque, ¿a quién quejarse, si todos estamos en la misma nave? Todos navegamos  hoy  un mar igualmente azaroso, expuestos  a similares riesgos, unos peores que otros – es cierto – pero  ¿ quién osaría pedir más atención en este momento  por ser anciano, por ser diabético, por ser hipertenso o por haber sido fumador expuesto a las complicaciones pulmonares del virus que se ha presentado a nuestras puertas?   
El sentimiento que esta crisis despierta en nosotros es el opuesto al de la auto-conmiseración. Ya no es el de mi persona en el centro del universo sino el de mi persona como pequeña parte de un todo amenazado, al cual debo contribuir sin pensar tanto en mi propio bienestar. Es el sentimiento derivado de  aceptar – sin pensarlo dos veces -  que soy parte pequeña  de la totalidad y que a nuestra edad  y realidades de salud, después de haber vivido una vida plena y feliz, estamos espiritualmente preparados para cederle a otro ser humano nuestro puesto en uno de los botes salvavidas  del TITANIC de nuestros tiempos.
Normalmente nadie desea morir. Quien haya  sido enormemente feliz no siente urgencia alguna de terminar el maravilloso viaje. Pero la felicidad experimentada durante nuestra vida si nos ayuda a decir con Shakespeare: “El mundo es un escenario, donde todos  jugamos nuestro papel y tenemos nuestras entradas y salidas … ”.
Sentimos que hemos  vivido varias vidas y hemos   atracado,  como nos dice Kafavis – en puertos maravillosos durante nuestro largo viaje, cada uno con algo que admirar.
Hoy, en la crisis, comprendemos mejor que nunca que aunque el viaje puede ser muy largo, es preciso hacerlo desde una perspectiva cotidiana, aguzando nuestra capacidad de observar  la belleza aún en el más pequeño y semi-escondido lugar, donde no la hubiéramos percibido de estar hipnotizados por  los grandes  destinos.
En el plano musical, que es uno de mis favoritos, ese enfoque no solo nos permite encantarnos  con las grandes sinfonías, óperas y conciertos – lo que podríamos llamar la primera gran línea -  sino disfrutar del mágico mundo de los cuartetos para cuerdas (Borodin, Dvorak, etc.) y de las “pequeñas”  composiciones como los Nocturnos e Improvisaciones para piano de François Poulenc, las Gimnopedias de Satie  o los Preludios de Rachmaninov (oír el extraordinario Número 5 aquí: https://www.youtube.com/watch?v=mxnL7UrkmY4))
Nuestro viaje nos  lleva  a grandes y pequeños puertos y debemos estar atentos, en el día a día, si queremos  apreciar  tanto la exuberante como la modesta belleza. Así nos lo pedía Keats en su Oda Al Otoño:
 “¿Dónde están los cantos de la primavera?/ Si, ¿dónde fueron?/ No pienses más en ellos/tú también tienes tu música…  
Keats tenía razón. Cada estación, cada día tiene su música. Sin abandonar nuestros sueños, al vivir plenamente cada día podemos atisbar lo que está más allá del gran misterio, el pleno significado de  la inmortalidad. Si no la inmortalidad del individuo, la  inmortalidad de la especie, o, al menos,  el orgullo de habernos esforzado por trascender.  

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Gustavo,

Qué escrito maravilloso.

Te voy a recomendar que veas la película "About Schmidth" es con Jack Nicholson.

Hay un extracto que te dejo acá:

“Warren, ¿qué piensas de esos jóvenes quitándonos nuestros empleos?… A mí me parece una especie de conspiración… Somos viejos amigos y sé algo sobre jubilarse… Todos esos obsequios y esta cena de tributo, no significan un carajo Warren, ni tampoco el seguro social, ni nuestra pensión tampoco significan nada.

Lo que importa aquí, es saber algo Warren. Dedicaste tu vida a algo que vale la pena… A ser productivo y trabajar día tras día… a formar una bella familia de la que te sientes orgulloso, a ser respetado por tu comunidad, a formar maravillosas y verdaderas amistades…

Más allá de cualquier otra cosa, Warren, al final de esta carrera, tú puede ves lo que has logrado y ver hacia atrás, lo hice, cumplí. Ahora, amigos, Warren se retira con gloria, y disfrutará su cosecha apaciblemente, que no es la del dinero, es la más importante, y, jóvenes que ahora le ven, véanlo bien, vean en Warren a un hombre rico, increíblemente rico".

Se consigue fácilmente en Amazon o Hulu, dile a alguno de tus muchachos que te la compre para ver en "streaming" o en DVD, es un joya.

Gustavo Coronel dijo...

Muchas gracias. Así lo haré,
Saludos,
Gustavo

Anónimo dijo...

Es triste, pero cierto... Warren es premiado por vivir del dinero de los demás perdedores, en el juego piramidal de los valores de acciones (stocks). En donde si ud. gana 1,000$ alguien o algunos perdieron grupalmente esos 1,000$ si se hacen efectivos en su cuenta online de Broker.

El dulce vivir del mas grande comiendose a los más pequeños. Pero una manera de las Compañias públicas de conseguir liquides!

Anónimo dijo...

Amigos: Venezuela sufre el resulado triste de un muy efectivo proceso de eliminación de cualquier actor contrario o mentalidad contraria.

Consecuentemente, será muy dificil sanear la administración pública, después de Maduro. A menos que se use una indoctrinsción similar positiva y cobtraria a la que había.

Un placer.

Gracias Sr. Gustavo por su trabajo en este blog. No es cualquier cosa escribir, sin tener en su persona esa libertad. Y muy pocos existen para hacer algo similar. Un recuento de Historia balanceado y con pocas limitantes.

Anónimo dijo...

Con pocos pelos en la lengua, pués!

Anónimo dijo...

"Es triste, pero cierto... Warren es premiado por vivir del dinero de los demás perdedores"

Absolutamente falso. En la película, el personaje Warren Schmithd es un actuario que vive de realizar cálculos probabilísticos. Increíble como Ud. siempre tiene que venir al blog a comentar babosadas o sabotear lo que dice Gustavo o sus invitados.