Jacinto Pérez Arcay: general en Jefe de la adulancia

Quien tenga la paciencia de ver y oír este discurso de Jacinto Pérez Arcay, https://www.youtube.com/watch?v=jPpEnJIPFy4  comprenderá a que me refiero con el título de mi nota. Aún el chavista más apasionado habrá tenido ocasión de encontrar en este discurso del General en Jefe Pérez Arcay (uno de los tantos que, de manera alegre, creó el chavismo) más de una ocasión para ruborizarse. En este discurso, ante el ataúd del sátrapa, Pérez se guinda con entusiasmo al pronunciar  frases como las siguientes:

·      Hablar de Hugo Chávez es hablar de Bolívar y hablar de Bolívar es hablar de Hugo Chávez.

·      Hugo era un verdadero príncipe del espíritu

·      Bolívar transmigró en el alma de Hugo Chávez (lo repitió durante el discurso)

·      Hugo fue un relámpago que dejó un vacio que debemos llenar con sus virtudes cardinales

·      Fuiste, Hugo, un soldado de la ley

·      Como Bolívar, fuiste grande en el pensamiento, grande en la acción, grande en el infortunio…

·       Bolívar hizo eco en el alma de Hugo Chávez

·      Ante Cilia Flores dijiste que no descansaría tu alma antes de construir el socialismo y juraste por Jesucristo, el más grande socialista de la historia

·      Creías en limitar la autoridad pública

·      Tuviste rectitud de espíritu como nadie antes que tú

·      Nadie sino Cristo y Bolívar antes que tú

·      Chávez fue un paladín en contra de la corrupción

·      Estás sembrado, Hugo, en el inconsciente colectivo del mundo entero (grandes aplausos)

·      Como Jesús de Nazaret te sacrificaste para salvar a la humanidad y tus iniciativas han sido seguidas por la Iglesia

·      El “Por Ahora” fue el inicio de una filosofía

·      Necesitaríamos días enteros para hablar de tu grandeza

·      Arturo Uslar le dijo que “lo veía entrar en la historia como en un teatro Griego”. (Lo que yo recuerdo que dijo fue: “Un delirante, ignorantísimo, dice disparates, qué desgracia, el país no logra encaminarse.)

·      Llegaste de Cuba muerto (grandes aplausos a este desliz freudiano)

·      Nicolás Maduro debe remplazarme, dijiste, y desgraciado sea quien no te haga caso (aplausos. Allí se ganó el generalato en jefe). 

·      Era ambidextro como Bolívar

·      Ha muerto el mejor de todos los hombres: Viva Cristo, viva Bolívar, viva Chávez.

En discursos y entrevistas  posteriores Pérez Arcay  ha afirmado que  “Chávez era fundamentalmente un espíritu superior, con un sentimiento nacional”. En ese sentido, ha subrayado que su lucha “no fue por petróleo, dinero ni lujos”. Su participación en la vida pública nacional no fue dispuesta “por cuestiones de orden material”.  Ha dicho que el espíritu guerrero de Chávez fue heredado de su abuelo Pedro Pérez Delgado “Maisanta”.

En un foro celebrado en la Universidad Bolivariana de Venezuela, Pérez Arcay dijo que Hugo Chávez había sido “un ser providencial” y manifestó que, al igual que Sócrates, filósofo griego, Chávez asumió “beber la cicuta”.

En su más reciente demostración de zalamería, una entrevista hecha para la televisión rusa, el General en Jefe de la adulancia declara, con voz entrecortada por la emoción:

“Hugo Chávez marcó de manera irreversible los puntos itinerarios a seguir por las fuerzas estatales del continente mestizo a los fines del equilibrio del universo”. ¿Entienden los lectores como es el asunto?

Pérez Arcay se da auto-bombo, cuando dice:

“Quise a Hugo Chávez como un hijo y siento que yo soy el primer responsable de su vida y de su muerte, en términos geopolíticos”. No en términos políticos sino geopolíticos, es decir, planetarios. Y añade: “La muerte de Chávez forma parte de un constructo hipotético, tal vez pensado en el Departamento de Estado [de EE.UU]. 

Y finaliza diciendo: “Tenían que asesinar a Chávez para hacer lo que están haciendo. (…) Por eso lo mataron. Es un continuo. Forma parte de una estrategia”, indica.

Esta exhibición de adulancia por parte de Pérez Arcay no requiere comprobación. Está a la vista de todos. Uno podría pensar que se trata de un caso de extrema y ciega adoración, ejercida de entera buena fe, si no fuera por otros dos componentes igualmente reveladores:

(1), Su falta de pudor. No es lo mismo la ciega adoración de buena fe que exaltar al adorado al nivel de los máximos héroes de Venezuela y de la humanidad,  ponerlo en el mismo nivel de Bolívar y Jesús. Pone a Chávez en un nivel planetario y metafísico. A nadie se le ocurriría semejante despropósito si no es para adular, elogiar sin límites hasta el punto de avergonzar a chavistas más pudorosos y de indignar a venezolanos que han visto en Chávez un traidor, un corrupto y el autor del asesinato de la Venezuela que amaban.

(2), Su deseo de auto-glorificación. En paralelo con su impúdica diarrea de desorbitados elogios, Pérez Arcay se declara “responsable de la vida y de la muerte” del héroe, hasta en un plano “geopolítico”.  La regla de tres que nos plantea el General en Jefe es evidente. Si Chávez es igual a Jesús y a Bolívar y yo soy su maestro, su tutor, el “padre’ de la criatura, entonces yo soy un Dios. Así de sencillo.  

 Nunca pensé que la Venezuela en la cual crecí, trabajé y fui feliz por tantos años pudiera contener en su dermis una sub-cultura generadora de seres tan moralmente frágiles, los cuales han salido hoy a la superficie y hacen gala, con orgullo, de sus extraños valores.  Debido a ellos Venezuela enfrenta la ruina material y algo aún peor: la ruina espiritual y la desaparición del pudor. No siento odio sino tristeza.