El periodista Miguél Salazar, hábil jalador con disfraz de crítico, no las tiene todas consigo cuando se trata del idioma, aunque manejarlo correctamente debería ser de primera necesidad para un profesional de la escritura, como él dice ser. En su columna de hoy habla de Juan Carlos Escotet y sugiere que Escotet estaría dispuesto a liderar a los banqueros, quienes venderían sus bancos a Chávez bajo el pretexto de la expropiación. El problema es que dice que Escotet estaría “a la zaga” de ese concepto. Estar a la zaga es estar atrás, mijo.
Esto es lo que dijo: “ Los empresarios criollos han llegado a la conclusión de vender sus activos al Estado, encubiertos bajo el pretexto de la expropiación. A la zaga de ese concepto está ahora Juan Carlos Escotet, quien se apresta a “ceder” su banco al Estado venezolano. Es cuestión de tiempo para que Banesco sea estatizado”.
Más arriba había afirmado lo siguiente con gran modestia: “afirmamos sin petulancia que hemos revolucionado el medio de las comunicaciones”.
Luego, al hablar de la posible sucesión del dictador, si este dice “no más”, como Mano é Piedra, Salazar apunta, como quien no quiere la cosa: “En otro ángulo aparece Rafael Ramírez, quien apenas si puede ocultar, entre los más íntimos, su esperanza de hacerse de la banda presidencial”.
Esta es palangre de la fina.
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