Clodosbaldo Russián no ha visto todavía el primer pollo podrido. Por lo tanto no puede avanzar en las averiguaciones sobre los 100 millones de kilogramos de comida podrida que son responsabilidad de PPDVAL, empresa de PDVSA, es decir, de la firma de Chávez y Ramírez.
Miles de contenedores con comida podrida en una media docena de sitios diferentes de nuestra geografía, leche adulterada de china según el poeta Takek William Saab, medicinas a la parrilla en varios hospitales del país, los testimonios de empleados de PDVAL botados por haber denunciado el desastre, nada de eso es suficiente para que el desvergonzado Russián actúe. Dice que tiene que tomarse su tiempo, preferiblemente después de las elecciones de septiembre.
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